UNDÉCIMO MES DEL AÑO…


  
 
Pronto hará treinta y seis años desde que nuestro país dejara atrás una de las páginas más negras de su Historia. El 20 de Noviembre de 1975, muchos españoles lloraron la muerte del dictador, otros muchos lo celebraron con cava o con la bebida que les pillaba más a mano, y muchos más, indiferentes a unos y a otros, se preguntaban ¿y ahora qué?.
Treinta y seis años después, cosas del azar supongo, va a tener lugar unas elecciones generales, la número once si no me equivoco, de la nueva etapa que comenzó con la muerte del dictador.

Si en aquellas primeras elecciones nuestro país vivía unos tiempos difíciles en muchos campos abiertos (terrorismo, paro, inflación…), en las elecciones cuya campaña electoral acaba de empezar tampoco es que la situación haya mejorado mucho. Salvando la amenaza del terrorismo, el principal problema al que nos enfrentamos es el económico. Pero si hace tres décadas los problemas económicos eran puramente domésticos, fruto de la política de la dictadura que había llevado al país a un estado de casi quiebra, la Economía hoy no depende sólo de lo que hagamos de puertas para dentro. Somos y formamos parte de la Unión Europea y no podemos decidir por nosotros mismos. El capitalismo económico elevado a su máxima expresión, esto es el Neoliberalismo, ha mostrado su cara más ingrata. Las diferencias sociales son cada vez más marcadas. Y, lo que es peor, el Mundo, nuestro planeta, está en manos de unos pocos, ante los cuales los gobiernos poco pueden hacer. Bueno, en realidad se puede hacer, pero esos cambios no se encuentran en la agenda de los partidos políticos grandes en ningún rincón del bloque norte.

Puede parecer que pecamos de exagerados, pero fíjense en las cifras que cada día muestras organizaciones como Cáritas, por ejemplo, que exponen una radiografía exacta de los abismos sociales que se están produciendo. O recordemos también, en referencia a nuestro país,  la cifra alcanzada por el paro juvenil. Un 45% de nuestros jóvenes no tienen empleo.
Y puesto que estamos inmersos en una globalidad, no diremos España, el Mundo está empezando a escribir un nuevo capítulo dentro de su particular y global Historia. El Mundo que van a conocer nuestros pequeños será muy diferente al que hemos conocido y conocemos. Estamos siendo protagonistas, testigos directos, de un Mundo diferente. No sé si lo que surja tras todo este meollo económico será mejor o peor, pero de lo que estoy convencido es que será diferente. Y dará igual quien se alce ganador en las elecciones del próximo día 20. La sociedad seguirá mostrando sus inquietudes ante un panorama poco alentador.

Recuerdo una ocasión en la que coincidí con una señora mayor en un consejo sectorial de fiestas. Mi apellido, ya saben, por la casuística, es muy dado a las bromas (que si con ese apellido no pega ser de izquierdas- esto me lo dicen muchos del PP-, que menos mal que no me llamo Francisco, etc., etc.). Pues bien, salió a relucir, cómo no, mi apellido. Aquella señora expresó que ella vivió muy bien con Franco (se refería al dictador, no a mí). A lo que yo le respondí que mis padres no vivieron también como ella con el dictador; al menos, no le fueron también las cosas.
Supongo que tampoco a esta buena señora le habrá ido demasiado mal con la democracia. Pero en fin.

Con la nueva etapa que empezamos a vislumbrar ocurrirá lo mismo. Habrá individuos a los que el sistema neoliberal le habrá ido de perlas. De hecho, algunos habrán empalmado las dos etapas. Es decir, habrán tenido una infancia feliz dentro del sistema dictatorial, sin grandes sobresaltos económicos, la transición democrática les habrá pillado en plena pubertad, en esa edad universitaria donde ya empieza a sentirse las diferencias sociales, y ya, en pleno auge económico neoliberal, se encontrarán inmersos en el mundo laboral, felizmente establecidos, algunos incluso presumiendo de ser izquierdosos pese al pasado fascista familiar. Se permitirán el lujo, por ejemplo, de hablar de reforma agraria y ni siquiera habrán tenido que ir a la vendimia para pagarse sus estudios.

En este período que estamos viviendo cada uno se implicará, desde su posición, lo qué quiera y hasta dónde quiera. Algunos se comprometerán más o menos y otros se mostraron pasivos. Ocurre siempre. No todos corrían delante de los grises en los años setenta. Lo que es inevitable es que el Mundo cambie, sobre todo, porque hay gente dispuesta a que lo haga. Libertad, Igualdad y Fraternidad son tres conceptos que encajan perfectamente en el cambio. Al menos, eso me parece a mí. Y que me perdonen los franceses del siglo XVIII por usar sus mensajes.
Salud.



                                                                                                         ANTONIO FRANCO GARCÍA