Balsa Cirrito
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HALLOWEEN EN LA BASE: ZONA PROHIBIDA
Hace veinticinco años desconocíamos casi por completo qué era Halloween. No estábamos muy seguros de si era el nombre de un portaviones guiri o de algún plato de la cocina cantonesa. Feliz ingenuidad. Se ve que hemos cambiado, porque ahora, con toda probabilidad, más personas se disfrazan de zombies la noche de difuntos que se visten de nazareno en Semana Santa. Debe ser parte de la globalización.
En Rota Halloween tiene más solera. Por motivos evidentes, nuestra ciudad hubo de ser una de las primeras poblaciones de España en celebrarlo. Y, desde luego, los niños fueron los primeros en adoptar la tradición. Al principio, algunos pequeños acudían vestidos del espantapájaros de El mago de Oz a las zonas del pueblo donde habitaba mayor número de americanos, llevando una bolsa y pronunciando la famosa y tontorrona contraseña del trick or treat. Había pocos americanos, pero también eran pocos los niños, y vaya lo uno por lo otro.
Más adelante, buscando horizontes más amplios, los niños roteños se desplazaron al interior de la Base Naval, al poblado americano. Y empezaron a llegar los problemas.
Cada año el acceso a aquella parte de la Base se ha ido dificultando un poco más, hasta hacerlo casi imposible en los últimos tiempos. Al parecer, los americanos se han ido quejando repetidamente en cada fiesta. Demasiados niños, dicen, y demasiado molestos, señalan; demasiados abusos, añaden. Puede ser. Pero, no nos engañemos, la principal razón por la que a los americanos no les hace gracia que los españolitos acudan a sus casas es el racismo. Sé que está feo decirlo y he escuchado muchas excusas para tratar de evitar la palabra, pero no me cabe ninguna duda. Por supuesto, no se trata de un racismo racial, si me entienden lo que digo; más bien se asemeja a un arraigado complejo de superioridad y a una prepotencia que los americanos, por muy buenas personas que sean individualmente (y la mayoría de los que conozco lo son), no pueden evitar.
Se suele decir, como pobre justificación para el rechazo, que los niños españoles abusan, o que forman demasiado jaleo. Mentira, mentirita. Si en vez de chicos ibéricos se vieran invadidos, no ya por niños americanos, sino por rubios chicos irlandeses o británicos, los americanos estarían tan contentos, y llenarían con chocolatinas las bolsas de los mocosos. Es probable que los niños españoles hayan cometido algunas incorrecciones. Es inevitable, diríamos. Después de todo, se trata de una celebración que no tenemos completamente asimilada y cuyos mecanismos profundos ignoramos. Eso de llamar a una puerta y que regalen caramelos y chocolatinas escapa a nuestra experiencia, y es lógico que no lo interpretemos siempre de la forma adecuada. Pero, igualmente, hemos visto en Rota a menudo a americanos (y no niños, sino tipos como trinquetes, con las axilas llenas de vello) actuando de forma desaforada cuando los Reyes Magos lanzan caramelos o juguetes durante nuestra cabalgata. (Por cierto, ¿pediremos a los niños americanos que acudan a la cabalgata de los Reyes Magos este año que se abstengan de recoger nuestros caramelos o juguetes españoles? ¿Los echaremos de las calles por donde transcurre el desfile español?).
No dejar a los niños españoles acudir a la Base en Halloween me parece, además de una marranadinha, una profunda equivocación. No concibo mejor campaña de imagen para los americanos que abrir las puertas e inundar de chucherías las bolsas de los niños españoles: hay pocas cosas que agradezcamos más en este país a que se porten bien con nuestros hijos. Y si los residentes mostraran algunas reticencias, pues que algún departamento propagandístico (seguro que lo tienen en la Base) se gaste diez mil euros en golosinas (la cantidad de golosinas que se puede comprar con ese dinero es casi infinita) y las repartan entre los americanos del Poblado Naval para que, a su vez, éstos las distribuyan entre los niños. Mejor campaña de imagen no se me ocurre.
Pero, por lo visto, han preferido poner mala cara. Pues vale, americanos. Os podéis poner muy chulos, pero os voy a decir una cosa: vuestro presidente es mucho más moreno que todos nosotros juntos. Pero mucho más.












guashisnay | Miércoles, 09 de Noviembre de 2011 a las 00:03:29 horas
Que se metan el jaloguin por donde les quepa
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