Mañana martes, 11 de junio, se cumplen dos semanas desde que Manuel tuvo un accidente con su embarcación, que se vio abordada por otra de mayor tamaño a una milla de la costa roteña.  Desde entonces, nada se sabe de él y pese al dispositivo de búsqueda que se activó el mismo martes, 28 de mayo, no ha habido noticias alentadoras para la familia que vive la angustia de no haber podido recuperar el cuerpo de su ser querido.

La Guardia Civil, con el Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS) y Salvamento Marítimo estuvieron peinando la zona durante 8 días, pero el 5 de junio, el dispositivo terminó sin hallazgos, más allá de las pertenencias y enseres que este vecino de Rota de 56 años de edad, llevaba consigo en su embarcación de 4 metros de eslora el día del accidente. Se localizaron a 14 metros de profundidad, y en parte, pareció una buena noticia para al menos, cerrar un capítulo muy trágico, pero no fue así. Ni el robot submarino que trajo la Guardia Civil para abarcar mayor superficie de búsqueda subacuática, ni los buzos del GEAS, ni las patrulleras de Guardia Civil y Salvamento Marítimo por superficie, ni el helicóptero por aire, dieron con nada más.

Han pasado ya muchos días y la realidad es que seguir con un dispositivo de búsqueda es algo inútil porque el radio puede ser tan amplio que es directamente inviable, sería como buscar una aguja en un pajar. A estas alturas, hay pocas esperanzas, aunque el cuerpo de Manuel podría salir a flote en algún punto de la costa o incluso ser encontrado por pescadores en sus redes. Ni una ni la otra son situaciones que se sepan a ciencia cierta, lo único que se sabe es que Manuel salió a pescar que era una gran afición el pasado 28 de mayo, y nunca volvió al puerto de Rota.

Su familia ha esperado con angustia que cada día que la Guardia Civil se lanzaba al mar volvieran con noticias, pero no fue así y la gran pena es no poder dar por cerrado este triste episodio.

Desde el Club Náutico URTA el 5 de junio, cuando los buzos del GEAS ya no iban a hacer más inmersiones, se lanzaron al mar por hacer el rastreo de una zona que conocen bien, pero no hubo nada nuevo y a estas alturas, coinciden en que es inútil salir a buscar porque no se sabría por dónde empezar dado que las corrientes marinas a estas alturas han podido mover el cuerpo por cualquier sitio.

Los roteños han vivido con pena la pérdida de un vecino de esta forma tan dramática.