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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 25 de Mayo de 2024

¿Qué es una ‘moleskine’? (y 2)

[Img #223808](Continuación) Otra piedra en el camino. Es la que representa el hecho de que tampoco se hayan conservado ninguno de los cuadernos originales de Chatwin, ninguno que poder imitar o reproducir fielmente de modo que el moderno se ha fabricado a partir de las descripciones que el escritor hizo de los que él utilizó, pero no un duplicado de algún original. Otro callejón sin salida, así que no hay nada de nada de realidad que se pueda constatar, vamos que el halo entre icónico y mítico que acompaña a las actuales libretas Moleskine es, como en otras tantas cosas de esta vida y ocasiones, una mezcla de realidad y ficción (‘La verdad existe. Sólo se inventa la mentira’; Braque, dixit). Una pseudohistoria que nos ayuda a ver el mundo no como es, ya sabe a veces insoportable, sino como nos gustaría que fuese, siempre soportable; una especie de artilugio mágico que nos permita salir de vez en cuando de nuestro mundo cotidiano y entrar en otros donde dar rienda suelta a nuestra propia ración de creatividad.

 

“Moleskinero” negocio. Así que nada de nada de realidad constatable y algo, quizás todo de todo, de rentable negocio, verá por lo que lo digo. En 1997, una pequeña compañía fundada en Milán trajo al cuaderno de nuevo a la vida, reproduciéndolo ahora con la marca registrada Moleskine. La idea era lanzarlo como un cuaderno diferenciado y diferenciador, así que potenció su legendario pasado ligándolo a la cultura y los viajeros románticos, y proyectó su lucrativo futuro valiéndose de apariciones en prensa, televisión y cine. De esta última, la publicidad cinematográfica, me viene a la memoria que aparece, entre otras películas, en ‘Indiana Jones y la última cruzada’ (1989), la tercera de la saga, treinta y cinco años ya. Es en este mítico cuaderno de notas donde el padre de “Indi” hace sus anotaciones de la santa copa, sí, el diario del Grial es una ‘moleskine’. Pues bien, apoyándose en todo esto se ha construido, extendido y fortalecido la marca por todo el mundo, una supuesta reproducción del legendario cuaderno de notas utilizado por artistas e intelectuales de los dos últimos siglos. Unos personajes que, dicho sea de paso, es más que probable que nunca lo usaran, pero que poco importa al caso pues la marca ya se ha apropiado de los personajes; si al principio lo famoso era el tipo de producto y no la marca, ahora ya no es así (‘El producto es el mismo, la diferencia reside en la comunicación’).

 

Punto de vista. Se llama publicidad de un producto y con ella se consigue que gente normal como usted y un servidor, al comprarlo, nos sintamos especial y diferente al resto de los humanos, algo que, créame, nos gusta a todos. Y nos gusta porque buena parte de esa sensación de ser diferentes a los demás proviene de su precio, ya lo habrá adivinado, estos cuadernos no suelen ser productos especialmente baratos por lo que no todos podrán acceder a él, y de ahí nace la diferencia. Sí, de estos mimbres estamos hechos los humanos. Es lo que tiene el dinero que, como dijo Woody Allen, no da la felicidad pero crea una sensación tan, tan, parecida, que necesitaríamos un especialista muy especializado para distinguirlas. Pienso que es muy posible que el dinero no dé la felicidad ni tampoco que la compre hecha, pero es más que probable que se trate del mejor antídoto conocido para alejar las penas; sabido es que la felicidad no existe y que lo único que existe es el deseo de ser feliz. Esa es otra.

 

El mito de las actuales libretas. Más o menos a partes iguales se basa en: su plagiado y particular formato de pequeño cuaderno negro rectangular de tapas flexibles, con esquinas redondeadas, una banda elástica para mantenerlo cerrado y un bolsillo interno; su estereotipo, junto a la nostalgia y disfrute que nos producen poseer este objeto y su vinculación simbólica con grandes artistas. Por eso lo compramos. Ése es su verdadero valor, el imaginario que otorgamos a algunas marcas y que no es exactamente el de su coste de producción, sino el añadido por lo que de símbolo representa en nuestro imaginario colectivo; una publicidad que es todo un ejercicio de persuasión, con poco o muy poco de ciencia y bastante de arte, para convencernos de que gastemos nuestro dinero en cosas que no necesitamos o en las que ni siquiera habíamos pensado hasta entonces. Todo un éxito comercial pues se trata de un modelo de libreta muy utilizado en la actualidad y con una demanda creciente, a pesar de los tiempos que corren en los que la escritura electrónica parecía haber dejado en franca minoría a la amanuense. A veces puede que, más importante que lo que se vende, sea cómo se vende. ‘La buena publicidad vende el producto hoy y construye la marca para mañana’.

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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