¿Qué es una 'moleskine'? (1)
En busca de significado. Por si no cae ahora, y dado el interés mostrado por algún que otro lector con respecto a eso de la moleskine, dispositivo donde digo tomar notas de vez en cuando, aprovecho esta mi Opinión de hoy para contárselo. Y para empezar he de aclararle que si bien la suelo referir en femenino, la moleskine es en realidad de género masculino pues se trata de un cuaderno de notas. Uno con tapas flexibles provisto de una banda elástica a la derecha para mantenerlo cerrado y con un lomo que permite abrirlo ciento ochenta grados (180 º), seguro que ya sabe de qué le hablo. Su pequeño tamaño permite guardarlo incluso en un bolsillo por lo que se puede llevar en todo momento para tomar notas, dibujar o escribir, como ven nada del otro mundo, sin embargo, algunos hablan de él como de un “cuaderno legendario”, pues dicen que fue utilizado por viajeros románticos, artistas bohemios e intelectuales de todo el mundo a lo largo de estos dos últimos siglos ¿Qué hay de verdad en esta historia?
Haciendo historia. Investigando descubro que el gran impulsor “moleskinero” fue un tal Bruce Chatwin (1940-1989), novelista y escritor de viajes inglés muerto a temprana edad y cuya obra más famosa es una novela, ‘The Songlines’ 1987 (“Los trazos de la canción”), en la que combina ficción y realidad a la hora de describir un viaje a Australia realizado con la finalidad de investigar las canciones aborígenes y sus conexiones con los viajes nómadas. Y donde narra la intrahistoria de este pequeño cuaderno, por entonces de tapa negra, que se usaba a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX y que en París eran muy común; unas pequeñas libretas negras hechas a mano por diferentes encuadernadores que las vendían a las tiendas locales como un producto genérico. Las mismas que Chatwin compraba en una papelería de la parisina Rue de l’Ancienne Comédie hasta que su propietaria le dijo cierto día de 1986, ‘Le vrai moleskine n’est plus’ (“La auténtica piel de topo ya no existe”), una frase lapidaria anunciadora de que el fabricante, una pequeña empresa familiar de la ciudad francesa de Tours, había cerrado el negocio. Ni que decirle tengo que nuestro hombre intentó hacerse con todos los cuadernos que pudo antes de partir para Australia, pero aun así no resultaron suficientes.
Como puede ver la historia de la moleskine no tiene apenas antigüedad, realmente se hace popular cuando otros artistas se la ven al escritor de viajes inglés y comprenden su utilidad viajera; por cierto, se cuenta que el mismo escritor le puso, primero, el nombre de “moleskin” por la similitud visual que tenía con la textura de la piel (skin) de un topo (mole) y después lo cambió por “moleskine”. Y no resultaron suficientes todas las que pudo comprar le decía porque, dada su utilidad y extraordinaria calidad, no era infrecuente que sus amigos le pidieran que les regalara una, algo a lo que era remiso pues para él tenían una importancia fundamental. Tanta que solía poner en ellos su nombre, dos direcciones y la promesa de recompensar a quien la devolviera en el caso de que la perdiese; dicen que solía decir al respecto: “Perder mi pasaporte era la menor de mis preocupaciones; perder un cuaderno, eso sí que sería una catástrofe”.
Haciendo mitología. No, no es un objeto de larga historia, pero sí muy icónico pues se empezó a correr el rumor de que esas libretas las habían usado célebres personajes. Desde el pintor neerlandés Vincent van Gogh (1853-1890), uno de los principales exponentes del postimpresionismo, o el destacado dramaturgo, escritor y poeta dublinés Oscar Wilde (1854-1900). Hasta el no menos destacado escritor y periodista estadounidense, uno de los principales novelistas y cuentistas del siglo XX, Ernest Hemingway (1899-1961). Pasando por uno de los grandes pintores del siglo XX, el francés Henri Matisse (1869-1954) y otro genial pintor del mismo siglo, creador junto a Georges Braque del cubismo, el pintor y escultor malagueño Pablo Picasso (1881-1973). En principio es posible todos las pudieron utilizar, por qué no, lo malo es que no existe ninguna prueba de que fuera así, nada que sustente dicha afirmación. Que unos y otros, algún tipo de cuaderno tuvieron que emplear es una obviedad, pero de ahí a que fueran como los que usó el inglés y que en la actualidad se venden, hay un largo y dificultoso camino que recorrer.
Historia vs. mitología. Camino en el que, además, hay un par de piedras que quitar, dos escollos que superar en contra de la autenticidad del formato actual. Uno es que la imprenta-papelería donde se fabricaba este cuaderno desapareció en 1986, cuando su dueño falleció llevándose el secreto de su fabricación a la tumba. No se ha encontrado ni un solo plano de él, un callejón sin salida por tanto. (Continuará)
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FUENTE: Enroque de ciencia
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