Descreído
Si hubiese alguien que me explicase desde un punto de vista racional que la religión que esa persona practica es la verdadera y que las demás están equivocadas, quizás entonces volviese a creer. Pero estoy convencido de que eso es imposible.
Puesto que la mayor parte de los habitantes del planeta practican algún tipo de credo religioso, desde mi punto de vista, la Humanidad ha quedado estancada en una fase de pensamiento mágico, del modo en que el psicólogo Piaget denominó la etapa preoperacional en el desarrollo evolutivo del niño.
El pensamiento mágico es característico de los niños de dos a siete años donde mezclan la realidad con la fantasía. El cerebro del niño no es capaz de separar la realidad de la ficción. Creer en la existencia del Ratoncito Pérez, de Papá Noel o de los Reyes Magos, es la forma en que buscan y dan sentido a todo lo que sucede a su alrededor. Crean su propia realidad paralela donde se encuentran seguros y donde todo tiene solución y explicación.
Para la inmensa mayoría de la población del planeta no es fácil el paso del pensamiento mágico al concreto. Factores culturales, familiares, intereses políticos-religiosos, tradición... impiden ese tránsito. En el Mundo, solo un dieciséis por ciento de la población total se considera agnóstica, abiertamente atea o simplemente no sigue ningún credo.
Reconozco que puede resultar frustrante para muchas personas dar ese paso. Descubrir, usando la Razón, que se ha derrumbado todo aquello en lo que creyó a lo largo de su vida puede llevarles a cierto desequilibrio emocional.
El hombre “inventa” las religiones como una herramienta que explique lo que su racionamiento no alcanza. Desde la prehistoria, se sabe que los neardentales ya mostraban curiosidades en torno a la muerte, al nacimiento del sol, a la penumbra de la noche..., es decir, por todo aquello que le era desconocido y que, por lo tanto, lo incluían dentro del mundo de lo mágico. Ya en el Neolítico surgen lo que se podría considerar como los primeros vestigios religiosos que manifestaban en creencias totémicas, en espíritus protectores que para ellos se encarnaban en elementos naturales.
Los mesopotámicos daban a sus dioses aspectos humanos y animales y les atribuía las manifestaciones naturales. El viento, el sol, la noche... eran exteriorizaciones de sus deidades. Casi paralela en la Historia de la Humanidad, hallamos la Civilización egipcia con su catálogo de creencias. Por no mencionar los Pueblos de otras partes del planeta (África, América, Oceanía) que, a pesar de no tenerse tanto conocimiento sobre ellos, se sabe que discurrieron por parecidos derroteros espirituales que los surgidos a orillas de los grandes ríos de la Antigüedad, el Tigris, el Eufrates y el Nilo.
A estas alturas de la Historia de la Humanidad, muchos han sustituido la adoración a tótems, efigies y talismanes, por la veneración a esculturas e imágenes como es el caso de muchas corrientes del Cristianismo; estatuas de Buda; o amuletos como la Estrella de David en el Judaísmo.ç
Se han cambiado las deidades y se han sustituido las adoraciones a estas por otras creencias que no dejan de ser la manifestación de la presencia del pensamiento mágico en su desarrollo cognitivo.
¿Descreído?
Hermano Lobo | Domingo, 12 de Mayo de 2024 a las 10:29:37 horas
Buen artículo, aplicar la lógica en este tema, debiera imbuir a algunos a pensar. Mezclar las creencias, sean cristianas, o no, con el comunismo, p.e., es igual a la clásica gimnasia y magnesia, o a confundir tocino con velocidad.
¿Descreido?, no. Soy panteísta.
Saludos
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