'Shakespeare y Hathaway’. Serie de ficción e Historia
Presente televisivo. Por si no le suena o no cae ahora, el titular entrecomillado forma parte del nombre de una serie televisiva con la que me topé uno de estos días mientras zapeaba medio adormilado después de comer; una de esas series policíacas ligeras, entretenidas e, incluso, simpáticas que de manera magnífica se producen en el Reino Unido y suelen emitir ciertas cadenas a lo largo de las tardes, eso sí, con desigual éxito de televidentes. Este es el caso de ‘Shakespeare y Hathaway: Investigadores privados’ (2018), una vez más el conocido tópico de la pareja típica con personalidades opuestas que trabajan juntos y, contra toda lógica, lo que parece un contrasentido sin futuro alguno, resulta funcionar. Más allá del puñado de discusiones personales de las que no faltan en todos los capítulos, la pareja se encarga y, lo más importante, resuelve delitos que se producen en la ciudad turística en la que viven y donde, como ya se imagina, no dejan de sucederse un continuo número de asesinatos, secuestros y casos de corrupción. Sí, como otras parejas detectivescas, solo que ésta da un par de vueltas de tuerca más, al tornillo de los “crímenes amables”.
Sinopsis de la serie. En esencia la serie cuenta la historia de Frank Hathaway, un gruñón y agrio ex detective de policía reconvertido en privado y con muchas deudas, que acepta investigar al prometido de Luella Shakespeare por encargo de ésta. Y descubre que el futuro marido, al que ella de profesión peluquera conoció por Internet, es en realidad un estafador, a pesar de lo cual decide seguir adelante con la boda. El asunto empieza a torcerse cuando el ya marido aparece muerto y es ella la principal sospechosa, naturalmente Hathaway le ayuda a encontrar al auténtico asesino y, tras limpiar su nombre, en agradecimiento, ella le compra el negocio, acaba con sus deudas y, como socios, comienzan a trabajar juntos de investigadores privados en el municipio de Stratford-upon-Avon. Supongo que estará conmigo, en una época en la que la mayoría de las series policíacas compiten por ofrecer una historia dramática, oscura y compleja, ésta se basa en una pareja tan simple y singular y transcurre en un lugar tan literario. Pérfida Albión.
Pasado literario. Singular la pareja y muy peculiares algunos detalles que la rodean y que no me cabe la menor duda han llamado su atención. Sí, aunque de manera colateral, la serie gira en torno al universo del dramaturgo, poeta y actor inglés William Shakespeare (1565-1616), también conocido como el Bardo de Avon, por haber nacido en Stratford-upon-Avon, o simplemente El Bardo. El escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal que, para los intereses que nos traen, casó cuando tenía dieciocho años de edad con Anne Hathaway de veintiséis. O sea que los protagonistas de la serie llevan los apellidos del escritor William Shakespeare y de su mujer, Anne Hathaway, sólo que cambiados, el ex policía se apellida Hathaway y la ex peluquera Shakespeare. Y no es el único apropiamiento de apellidos reales, en la serie televisiva aparece la oficial de policía Marlowe, antigua subordinada de Hathaway, una clara referencia al dramaturgo, poeta y traductor inglés Christopher Marlowe (1564-1593), considerado como el predecesor literario de Shakespeare.
Más referentes shakesperianos. Otros nombres de la serie proceden del imaginario de El Bardo, como Sebastian Brudenell ayudante del investigador privado, y llamado así a partir de uno de los personajes principales de su obra Noche de reyes escrita hacia 1600 o 1601. Por no hablar de las localizaciones, ya le he adelantado que la serie transcurre en el mismo pueblo donde nació y feneció el escritor y, ahora le comento que el pub ficticio televisivo, The Mucky Mallard, es en realidad un juego de palabras a partir del nombre The Dirty Duck, uno real que sí existe en Stratford-upon-Avon. Pero es que además los títulos de los episodios de la serie son frases conocidas de algunas de las obras más famosas, como ocurre con ‘¡Oh, nuevo mundo feliz!’ perteneciente a La tempestad (1611), donde Miranda pronuncia: “¡Oh, maravilla! / ¡Cuántas criaturas buenas hay aquí! / ¡Qué hermosa es la humanidad! ¡Oh, nuevo mundo feliz, / que tiene gente así!”.
Ya que va de “cultureta literaria”, y como seguro no se le habrá pasado por alto, es imposible con estas referencias no traer a esta tribuna ‘Un mundo feliz’, la distópica y más famosa novela del escritor británico Aldous Huxley (1894-1963). Anticipadora de la tecnología reproductiva, los cultivos humanos y la hipnopedia, su icónico título parece toda una alusión a las palabras shakesperianas; perdone la licencia literaria, quizás hubiera sido mejor algo de humor, que nunca viene mal a pesar de que ahora sean malos tiempos para él. ‘Cuando uno no tiene sentido del humor, está a merced de los demás’.
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FUENTE: Enroque de ciencia












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