Contra el Perroflautismo
Pues han dejado Rota...
por Balsa Cirrito
En algún momento de los años 90, la avenida San Fernando sufrió una de esas largas obras que no son cosa rara en nuestro pueblo. La calle se llevó varios meses como si hubiera una prospección petrolífera: llena de polvo, tierra, cascotes y barro cuando llovía, con la consiguiente desesperación de los comercios y establecimientos que en ella se situaban. De hecho, la imagen que tengo de aquellas obras es la de un concejal del ayuntamiento y un hostelero.
El hostelero era el legendario Shorty, creador de la famosa Carne al Shorty que aún hoy se sigue sirviendo en locales roteños de comida rápida, aunque con el injusto nombre de Carne Especial. Por aquel entonces, los estudios de la TV roteña, donde yo trabajaba, estaban situados aproximadamente en frente del local del Shorty. Pues bien, me hallaba yo cierto día fumando un cigarrillo en la acera cuando acertó a pasar por allí el edil Juan Bernal, que quizás fuera concejal de urbanismo, no estoy seguro, pero que estaba echándole un ojo al desarrollo de las obras. De repente, vi salir a Shorty de su local como una exhalación y dirigirse a Juan Bernal con las manos por delante. El concejal era un hombre bastante bonachón, de aspecto apacible, amable y sonriente, más bien grandote, mientras que Shorty – haciendo honor al apodo que le pusieron los americanos – era pequeño. Sin embargo, desde la acera de en frente, que era donde yo me situaba, daba la sensación de que Shorty se iba a comer al concejal sin aliñarlo siquiera. No escuchaba yo lo que decían, pero me lo podía imaginar. Shorty gritaba moviendo mucho las manos, mientras que Bernal asentía a todo lo que Shorty le recriminaba, retrocediendo ante el empuje del hostelero. No creo que la cosa hubiera llegado a las manos, ni mucho menos, pero, a la postre, un municipal que acompañaba a Juan Bernal puso paz entre ambos, pausa que el bueno de Bernal aprovechó – con buen criterio- para marchar a otro sitio.
Cuento esto porque las múltiples obras del centro de Rota están próximas a terminar, y la parte más importante parece haber concluido, situación en la que me pongo en el pellejo de los comerciantes de las zonas afectadas por el sufrimiento económico de los negocios. Y digo que me pongo en el pellejo no por decir, sino porque en aquella obra de la avenida San Fernando que mencionaba más arriba, mi padre quedó bastante afectado, porque precisamente en la avenida San Fernando tenía su negocio, y bien sé el daño monetario que le causó. Digo más, entonces era bastante más duro que ahora, ya que los comercios y los vecinos de la avenida tuvieron que pagar ellos la mitad de la obra de la misma mediante un impuesto especial que por aquel entonces no era raro que se impusiera.
Por tanto, próxima a terminar la faraónica remodelación de una amplia zona de nuestra ciudad, cabe preguntarse: ¿ha valido la pena?
Pues la respuesta es sí. Lo que soy yo estoy casi entusiasmado con cómo han quedado calles y avenidas. Especialmente afortunada – entiendo – ha sido la elección de los materiales. Algunas partes de las nuevas vías llevan varias semanas abiertas y el piso no da señales de suciedad, lo cual resulta estupendo. Aunque si queremos disfrutar de una buena perspectiva, lo mejor es atravesar la nueva avenida María Auxiliadora en bicicleta. Mira uno a lo lejos y ve las señales luminosas (que al principio me parecieron un gasto superfluo de energía, hasta que me di cuenta de que utilizan energía solar), contemplo esa isleta frente al parque el mayeto, isleta con dos bancos en medio un poco absurdos, la verdad, contemplo, digo, la calle recta e inmaculada y siento legítimo orgullo roteño. Tanto es así que casi tengo la sensación a ratos que la remodelación es demasiado chula. Y digo demasiado porque me parece que los edificios que circundan la calle no están a la altura estética de la de misma. Más o menos como la que lleva un abrigo de visón, que debajo de él queda fatal vestir un modelo de Primark, y se supone que hay que usar de Balenciaga para arriba.
En fin, si tuviera que poner una nota pondría un 9, que poner más en estas cosas siempre parece indecente.
He leído algunas críticas sobre la pérdida de aparcamientos. No digo que no sea verdad, pero lo cierto es que no recuerdo ninguna gran obra o remodelación roteña con la cual no se hayan perdido aparcamientos; desde la muy lejana peatonalización de la calle Charco por Fernando Tejedor, hasta la de la plaza Jesús Nazareno por Lorenzo/Eva. Por razones misteriosas – lo digo sin coña – el progreso parece ir acompañado de la eliminación de sitio para los vehículos.
Eso sí, me cuesta entender el significado de las señales del suelo, que saben a jeroglíficos (igual las calles necesitan un manual de instrucciones o un máster de “cómo circular por la avenida María Auxiliadora”). He logrado entender al final las indicaciones, pero porque pillé a Domingo Sánchez saliendo de su farmacia y me lo explicó (tuvo que hacerlo tres veces).
Y otra cosa a la que le veo cierto peligro. En el tramo – aún inacabado – que va desde el cruce de la avenida San Fernando hasta la Costilla podemos ver como los bares se han apoderado por completo del acerado. La verdad es que si viéramos fotos del espacio que ocupaban los establecimientos antes de la pandemia nos sorprendería, porque han multiplicado por cinco las sillas que tienen en la calle. Entendámonos, tenemos que apoyar a la hostelería roteña, pero no tanto, y saber que el objetivo de una acera no es el de suplir un local demasiado pequeño.
En fin, como decía en el titular: pues han dejado Rota… bastante chula. Enhorabuena.
(Y lo que más agradezco es que no le hayan cambiado el nombre a la avenida María Auxiliadora. Viendo los tiempos, no hubiera sido de extrañar que la hubieran rebautizado como “Avenida Jennifer Hermoso”).



































Si esto lo damos por bueno.... | Miércoles, 01 de Mayo de 2024 a las 17:20:41 horas
.... Es que nos conformamos con muy poquito....
Eso sí, ya para mejorías habrá que esperar unos 30 años hasta la siguiente obra...
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