Semana Santa, 2024
¿Cuándo cae este año la Semana Santa? Es de esas preguntas que, desde hace unas semanas, suele aparecer en las conversaciones cotidianas y por razones no solo religiosas; estamos ante una fiesta de especial arraigo a lo largo y ancho de nuestra geografía, que condiciona las vacaciones escolares al término del segundo trimestre educativo con lo que eso supone a nivel familiar. Qué le voy a contar que usted no sepa de primera mano o intuya. Unas vacaciones esperadas, en el ínterin entre las pasadas de Navidad y las próximas de verano, que moviliza a millones de personas y está basada en una festividad que no tiene una fecha fija de celebración. Vaya por delante que el Miércoles de Ceniza fue el pasado el 14 de febrero y que ayer fue Viernes de Dolores, siendo Domingo de Ramos mañana 24 de marzo y Domingo de Resurrección el venidero 31 de marzo; de este modo toda la Semana Grande transcurrirá en el tercer mes, antañón primero, una Semana Santa “tempranera”. Unas fechas que cada año hay que determinar, pero eso sí, no es un proceso que se realice al azar, sino que responde a un criterio cultural en el que tienen mucho que decir tanto la Iglesia católica como la ciencia de la astronomía. Con la Iglesia hemos topado…
¿Por qué Semana Santa cambia de fecha cada año? Aunque el tema ya ha sido tratado en estos predios, razón por la que no me iteraré, lo pueden leer en ¿Cuándo cae la Semana Santa?, por si no quiere tomarse la molestia de buscarlo le esbozo un prontuario. Se trata de una cuestión meramente calendaria: mientras Navidad y Epifanía se rigen por el bastante exacto y actual calendario gregoriano o solar de 365,2422 días, la Pascua de Resurrección lo hace por el inexacto calendario judío o lunar, que consta de doce lunas de 29,5306 días cada una, es decir un cómputo de 354,3672 días bien distinto de los reales. Una diferencia que da lugar a un desfase de casi seis días por año, acumulativo y cuantitativamente significativo, y que la aleja de la fecha real de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo; algo que la Una, Santa y Católica Iglesia no podía permitir por lo que tomó sus medidas correctoras. Llamo la atención del amable lector sobre la paradoja que supone ser la ubicación de la Semana Santa, un auténtico y vivo anacronismo religioso instalado en los albores del científico, tecnificado y tecnológico siglo XXI. Dicho lo cual, ¿qué hizo la Iglesia?
Concilio de Nicea (325). Pues tras varios intentos y no pocos cambios de fechas para la celebración decidió en el I Concilio Ecuménico de Nicea, año 325, convocado por el emperador Constantino, establecer que la Pascua de Ramos se celebraría el domingo inmediatamente posterior a la primera luna llena que hubiera tras el equinoccio de marzo. Dos condiciones de naturaleza astronómica, planetaria y satelital, responsables de que la fecha de la celebración religiosa pascual cambie y no poco; y no poco digo, porque hasta más de un mes puede haber de diferencia, como lo lee. Un simple recuento aritmético nos muestra que, si a efectos de la Pascua la primavera empieza siempre el 21 de marzo (luna llena eclesiástica), el Domingo de Pascua puede celebrarse en un abanico de, nada menos que, treinta y cinco días, exactamente los que hay entre el 22 de marzo y el 25 de abril, ambos inclusive. Recordar, a los efectos que nos traen, que el equinoccio es el momento de ese día del año en el que noche y día tienen la misma duración, doce horas, y que tuvo lugar el pasado miércoles 20 de marzo, y que la primera luna llena tendrá lugar el próximo lunes 25.
La más temprana, corta y nocturna semana santera. Tres calificativos que se deprenden de lo anteriormente dicho. Tras dos años celebrándose en abril de forma íntegra, en 2024 la festividad vuelve a marzo, casi a la vez que la primavera y con el consiguiente adelanto de los tiempos de la Cuaresma. Es la primera característica, la de “caer antes” ya me entiende, pero también es la que menos dura y la más nocturna, y éstas por el mismo motivo. Me explico. Resulta que este año del Señor la Semana Santa coincide con una de las fechas que por convenio se escogió para el cambio de hora, la del último domingo del mes de marzo en cuya madrugada, la que va del sábado al domingo, las 02:00 pasarán a ser la 03:00 con lo que perderemos una hora del último día de marzo y primero del tiempo litúrgico de la Pascua, y con la pérdida de una hora de ese día, la semana será la más corta de todas; de hecho, hacía ocho años desde la última vez que no tenía dicha duración. Por último, será la más nocturna porque a causa de este cambio horario oscurecerá antes durante las tardes de la Semana Santa, por lo que será una edición más nocturna que las anteriores. He echado unas cuentas y me sale que la próxima vez que la entrada del horario de verano se produce en plena Semana Santa no será hasta 2027, claro que para entonces…
Acabando que es gerundio. O sea que no es casualidad que siempre haya luna llena durante las semanas santas, ninguna fuerza paranormal, divina o sobrenatural, llámela como quiera, porque no existe, tras dicho fenómeno celestial. Celestial por lo que de celeste tiene y no por lo que de inexplicable o mistérico le adjudiquemos, algo que, estará conmigo, no deja de resultar curioso. Una de nuestras fiestas religiosas mayores, tan vinculada además a su significación artística, está unida a su vez a una de las ciencias del espacio, es decir, Semana Santa, arte cofradiero y astronomía juntas de la mano y bajo la batuta de ésta última. Para que luego digan que las ciencias no sirven para nada, pues sí: ciencia, creencia y arte, a veces van de la mano. Quién dice que los gerundios no son bellos.
CONTACTO: [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia












Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.23