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Redacción 1
Miércoles, 20 de Marzo de 2024

Contra el Perroflautismo

Una agenda con funda de piel de cordero

por Balsa Cirrito

[Img #216368]Constantemente se nos habla de la Agenda 2030, aunque muchos no tengamos muy claro en qué consiste, por más que diariamente se nos justifique esta o aquella medida por necesidades de la misma. Por supuesto, que eso no falla nunca, este plan 2030 se desarrolla no digo a espaldas de los ciudadanos, pero sí en contra – creo – de la opinión de la mayoría. Si se votaran en referéndum las medidas que debemos tomar para su cumplimiento, estoy seguro de que no se aprobarían, pero, ya sabemos, es el signo de nuestros días: todo para el pueblo pero sin el pueblo, porque el pueblo, según parece, anda papando moscas.

           

En fin, que me he puesto a estudiar la 2030 y sus 17 puntos (tomo como referencia principal la página web del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030) y yo diría que se trata de un conjunto de medidas que se pueden dividir en bienintencionadas, ingenuas, caradúricas y directamente tontorronas.

           

Por supuesto, nadie se puede oponer a propuestas como la de acabar con el hambre, la de generar crecimiento económico, la de fomentar los empleos dignos, la de una educación de calidad u objetivos similares, pero me surge una pregunta. O varias. Porque, ¿para eso hace falta un plan global? ¿Qué coxxnes han estado haciendo los gobiernos del mundo entonces hasta ahora? ¿Es que si no hay plan 2030 no luchan contra la pobreza ni pretenden mejorar las economías? Me imagino a un montón de dirigentes políticos de todo el planeta, reunidos en algún lugar exótico, orondos y satisfechos, alumbrados tras un magnifico almuerzo, diciendo en el momento de inventar esas obviedades: “lo hemos petado; fíjate qué punto tan chachi se me ha ocurrido: buscar el crecimiento económico y el trabajo decente. Si es que lo que no se nos ocurra…” Y nosotros con la boca abierta.

           

Por supuesto, hay muchas propuestas de aire perroflauta y que se le debieron ocurrir al famoso cocinero que asó la manteca. Mi favorita es la de construir Infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación. Sobre todo lo de “infraestructuras resilientes” me emociona. Desde luego, nunca había oído o leído el adjetivo resiliente aplicado a la palabra infraestructura, pero, dándolo por bueno, resulta que significa algo así como que las infraestructuras han de ser capaces de resistir un desastre natural y seguir funcionando. ¡Tócale la góndola al gondolero! No me quiero reír, pero, ¿qué se supone? ¿Que los puentes tienen que hundirse si llueve mucho a menos que se firme la agenda? ¿Que si no hay 2030 los edificios se vendrán abajo con un terremoto de 3,5 en las escala de Richter? Milagro es que esta gente que nos controla no coma con las manos o hundiendo los morros directamente dentro del cuenco de vichysoisse.

           

Pero sigo. Hay planes que me parecen mejores, sobre todo los relativos a la educación y a la sanidad, que creo que todos apoyamos sin reservas, aunque, como explicaré luego, me temo que terminarán entrando dentro de las medidas jeta. Sin embargo, el plato fuerte de la 2030 es el puntito ecologista y lo relativo a la inclusión de las mujeres.

           

Lo de las mujeres, me temo, nace herido desde el principio, porque la propuesta se define como “igualdad de género”. El género, pese a lo que nos digan todos los días, no existe. Es una etiqueta ficticia carente de base científica y que, además, se usa incorrectamente por los mismos que la promueven, ya que se refiere a tres cuestiones diferentes: al sexo biológico, al papel social de los sexos, y a las preferencias sexuales. El propio ministerio, me temo, la utiliza mal, ya que escribe género como sinónimo de sexo. Pero su puesta en escena es, además, ridícula, ya que en la imagen utilizada para explicar “la igualdad de género” nos plantan a una mujer con uno de esos pañuelos tan cuquis que se ponen en la cabeza las mujeres musulmanas y que, por supuesto, es uno de los símbolos más claros que existen de la discriminación sexual. ¿Promocionamos, pues, la igualdad con un símbolo del maltrato a las mujeres? No lo pillo, tíos. (Sobre la redacción del texto ministerial relativo a las desigualdades en nuestro país prefiero no decir nada. Entiéndase que abunda en el evangelio perroflauta que oímos todos los días).

           

No obstante, donde la 2030 echa el resto es en la cuestión ecológica y sostenible. No me quiero extender mucho, pero las propuestas suenan mucho a planes bienintencionados de dudoso cumplimiento. De hecho, alguna de las ideas de la Unión Europea en este sentido juraría que no son muy inteligentes. La UE aboga, por ejemplo, por la eliminación de los transgénicos y por aumentar el peso de la agricultura ecológica. Así, sin ser especialista en la materia, yo diría que la agricultura ecológica es lo menos ecológico que existe, ya que su necesidad de agua es muuuuy superior al que se precisa para cultivar transgénicos. De hecho, lo del odio a los transgénicos me desconcierta. La Agenda 2030 adopta la posición de que el cambio climático es fruto de la acción humana porque, aunque haya voces que no estén de acuerdo, la mayoría de la comunidad científica está convencida en ese punto. Sin embargo, la inmensa mayoría de la comunidad científica también se halla de acuerdo y convencida de las ventajas del uso de transgénicos, y parece que a los 2030s se la sopla, porque proponen lo contrario.

           

Voy terminando y voy al meollo. Lo gracioso de la Agenda 2030 es que la han firmado 193 países, pero solo la van a cumplir los europeos, Canadá y puede que Australia y Nueva Zelanda. Díganme si no: todos los países musulmanes la han rubricado, pero sus leyes, en la mayoría de los casos, por no decir en todos, son discriminatorias con las mujeres, y sus costumbres ni te cuento. ¿Lucharán estos del turbante por la igualdad de géneros? Por las que hilan.

           

Y en la transición ecológica terminamos de partir la pana, porque les voy a decir en qué va a convertirse esto. Sencillamente, los países europeos producirán de manera no contaminante, con energías renovables y de forma mucho más cara, con lo que perderán competitividad; mientras, EEUU, China y los países emergentes contaminarán todo lo que les salga de las chimeneas que, además, resultará más barato, con lo que terminarán desplazándonos a nosotros. Dicho de otra manera, nos vamos a sacrificar por el resto del mundo, porque somos así de guais y de Quijotes, sobre todo los españoles, que a Quijotes no nos gana ni Alonso Quijano, y dentro de 30 o 40 años los países europeos seremos, con suerte, del Segundo Mundo.

           

Por supuesto, no sirve de nada quejarse, ya que es lo que va a suceder queramos o no. Pero me gustaría al menos que nos lo agradecieran. Porque, encima de todo, ese resto del mundo en beneficio del que nos vamos a hundir abomina de Europa (aunque sea su lugar favorito para emigrar) y adoran a los chinos y a los rusos que no mueven un músculo por ellos (cuando Europa compra materia prima en el Tercer Mundo, se dice que explota a los pobrecitos países vendedores; cuando los chinos o los rusos hacen lo mismo es que están colaborando con esos mismos países). Y es que la Agenda 2030 es una agenda con la funda de piel. De piel de cordero.

 

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  • RebeldeRota

    RebeldeRota | Jueves, 21 de Marzo de 2024 a las 14:25:29 horas

    Muy acertado sobre la agenda 2030 aunque habría que profundizar en casos como la inmigración o un ecologismo fuera de lógica , la pérdida de soberanía nacional , como está agenda solo la cumplirán los idiotas de la UE y los demás países se la saltan etc .

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