Voy a citar un caso de perroflautismo que tranquilamente podría figurar en el panteón de los perroflautas ilustres, en el paraíso de la perroflauticidad, en el Olimpo perrofláutico, en la galería de los Oscars a la mayor perroflautiflatulencia del año. Me refiero al caso de los indígenas americanos autodenominados “Nación Quara Quara”. (No voy a hacer chistes sobre el nombre).

(Antes de continuar realicemos un inciso para decir que el “indigenismo” americano contiene una cantidad tal de gilipolleces que ni el panoli de Eduardo Galeano sería capaz de numerarlas todas. De entrada, parece que la condición de “indígena” es eterna solo para algunos en América, porque hemos entrado en el sexto siglo desde que Colón llegara a sus tierras y, sin embargo, los descendientes de pobladores blancos siguen sin ser indígenas, lo cual es un cachondo disparate se mire por donde se mire. Es más, en el colmo del delirio, hay asociaciones de “afroamericanos indígenas”, que viene a ser lo mismo que ofrecer en una heladería una limonada de naranja. Aunque peor es todavía la glorificación de los pueblos nativos. Antonio Escohotado califica, por ejemplo, a los aztecas como “la sociedad más monstruosa de la historia”. Sin embargo, ahí anda el presidente de México, el gran bocachanclas de su hemisferio, Andrés Manuel López Obrador, diciendo todos los días que los aztecas eran unos tipos de puta madre y los españoles unos cabrones).
    

Vuelvo al asunto. Los QQ (abrevio a partir de ahora para llamar a la nación Quara Quara) reclaman todo el oro de un barco español hundido en aguas de Colombia, el galeón San José, aunque los QQ sean originarios de Bolivia. Leo en El País (dónde si no darían cabida a giliflauteces de este tipo) una entrevista al abogado de los QQ que no tiene desperdicio, sobre todo si queremos calibrar el daño que ha hecho en el mundo el victimismo perroflauta. Entre otros muchos desatinos, dice el tío: “Queremos los restos del barco porque muchos de los minerales que llevaba el galeón salieron de las minas de Potosí. Estaban en nuestro territorio. Los sacaron nuestros indígenas. Son nuestros”.
    

Con dos cojones. Observen la lógica del colega. Como el oro salió de las minas bolivianas, pertenece a los bolivianos. Hombre, podríamos decir que España era la gran suministradora de minerales en la antigüedad, particularmente durante el Imperio Romano, especialmente de plata. Según la teoría moral del colega de los QQ, el gobierno de España debería ahora recorrer Europa e ir recogiendo todos los objetos realizados con plata de Sierra Morena. Digo más, en el caso español la cuestión sería mucho más grave, porque las minas en nuestro país eran explotadas por esclavos, mientras que en Bolivia los mineros recibían un salario por su trabajo que, lo que son las cosas, era un sueldo superior al que percibían por la misma época los mineros en Gran Bretaña.
     

Más adelante, el abogado de los QQ afirma, y perdonen lo largo de la cita: “España ha dicho que ellos también tienen derecho porque el galeón les pertenecía, pero me parece que tienen que reflexionar. Los ancestros españoles les hicieron mucho daño a nuestros pueblos al venir y llevarse nuestras cosas. Además, este cargamento es de la colonia, no de la república. Eso es claro. España se puede llevar lo que queda del barco, los cañones, si quieren, pero el cargamento es de los indígenas porque todo salió de nuestros pueblos. Esperamos que no haya demandas ni litigios, sino cooperación y diálogo”. Esta parte es la que más miedo me da. Hasta ahora, los gobiernos españoles han afirmado que se trata de un barco propiedad del estado, por lo que según las leyes internacionales, no se puede llegar a ningún acuerdo sin el consentimiento de España, aunque los colombianos (Colombia es el país en cuyas aguas territoriales se halla el San José) no reconozcan este derecho.
    

Pero lo que me daría miedo en este caso es el gobierno español. Si en el momento de sustanciarse esta cuestión hubiera en nuestro gobierno ministros de Sumar (no digo ya de Podemos), no me cabe duda de que no solo accederíamos a las demandas de los QQ y de los colombianos, despreciando cualquier derecho que pudiera tener España, sino que muy posiblemente indemnizaríamos a los descendientes de los QQ de hace trescientos años porque los mineros de su pueblo cobraban un sueldo dos décimas por debajo del salario mínimo interprofesional. Eso como poco.
    

Eso sí, espero que los nativos QQ de nuestros días devuelvan ipsopfacto a Corea del Sur los teléfonos inteligentes, los ordenadores a China, los coches a Alemania y las blusas y los pantalones a Amancio Ortega, porque aunque hayan pagado por ellos, en puridad pertenecen a los pueblos respectivos que han fabricado tales bienes y que han sufrido fabricándolos. Nosotros, os enteráis, Quara Quaras, también somos víctimas.