2024, Kafka y lo kafkiano
‘Una vez es casualidad. Dos, coincidencia. Tres, acción enemiga’. Primero fue la vieja edición que conservo de unos de sus libros, La Metamorfosis, y que se me vino a las manos mientras pasaba la vista por uno de los anaqueles de la biblioteca, sin ningún interés en particular, este ferragosto pasado, una casualidad sin más; después y también en la biblioteca, ya a mediados de octubre, mientras buscaba información para la charla ‘1923. Einstein, España y Nobel’ sobre el centenario de la visita del genio judío relativista a España, me volví a topar con el escritor, también judío, una coincidencia sin duda. Y por último, hace solo unos días, cuando leí que este año del Señor de 2024 se cumple el primer centenario de la muerte de Franz Kafka, ¿una carambola?, no sé. El caso es que me acordé de uno de mis héroes favoritos, el cinematográfico James Bond cuando en Goldfinfger (1964) dice lo del subtítulo de más arriba, aquello de: ‘Una vez es casualidad. Dos, coincidencia. Tres, acción enemiga’. Pues eso, dicho y hecho, tiremos de la bachillera dinámica newtoniana y su tercera ley de acción-reacción, enunciada por el genial británico Isaac Newton (1642-1727) en su obra Philosohiae naturalis principia mathematica de 1687, influenciado, eso sí, dicho esto en puridad y honor a la verdad, por los estudios previos tanto del pisano Galileo Galilei como del francés René Descartes. Al César lo que es del César,…
Un siglo ya sin él. Cien años hará el próximo mes de junio desde que, el escritor praguense en lengua alemana Franz Kafka (1883-1924), muriera a causa de una tuberculosis, a punto de cumplir los cuarenta y un años. Y ya que va de cronología, ésta más vital, ciento cuarenta años se cumplieron de su nacimiento el pasado mes juliano, centésimo cuadragésimo (140.º) aniversario pues. La desaparición física de una de las cumbres de la literatura universal, que Europa se dispone a celebrar con numerosas iniciativas internacionales: conferencias, exposiciones, congresos, festivales, conciertos, rediciones de textos, nuevas traducciones, etcétera. Vamos, que Kafka es un muerto que sigue muy vivo, toda vez que hablamos de, probablemente, el autor que más ha influenciado muchas de las líneas de textos de los siglos XX y XXI. Y es que, a pesar de su prematura muerte, dejó una huella indeleble en la literatura a través de: sus novelas El Proceso (1925), póstuma, y las inconclusas y también póstumas El castillo (1926) y El Desaparecido (1927). O de su novela corta La metamorfosis (1915). Y, como no, de sus relatos, escritos autobiográficos, aforismos, cuentos y cartas, que lo convirtieron en un escritor no solo influyente sino visionario de esa metamorfosis (perdón) que estaba por llegar y que descubriría a la humanidad, la versión más monstruosa de sí misma. ‘Mi literatura no es tanto un espejo de la realidad como un reloj que adelanta’.
2024, un año kafkiano. Sin duda el agobio existencial de Samsa, convertido en un monstruoso insecto tras una absurda e inobjetable metamorfosis; el laberinto interminable de injusticias padecido por Josef K en un proceso fatal; y otros tantos inolvidables personajes y situaciones kafkianas volverán a estar en el foco de atención sociocultural de este año; lo que pondrán de nuevo en valor al escritor que, para más inri pidió ser olvidado y dejó el mandato expreso e incumplido de que sus materiales fueran quemados. Una obra pionera en la fusión de elementos realistas y fantásticos que utiliza como temas principales nada menos que la ansiedad, los conflictos paternofiliales, la culpa, el existencialismo, la filosofía del absurdo, la burocracia, las transformaciones espirituales o la brutalidad física y psicológica. No en vano Kafka se desmarcó físicamente de los cánones de su época, anticipó en el tiempo las angustias del hombre del siglo XX y liberó nuevos interrogantes en la literatura y la filosofía. Un siglo que habría de sufrir la forma más extrema y terrible de poder, a la vez que una época en la que el ser humano se ve a sí mismo como un Dios, uno capaz de alcanzar la inmortalidad, pero al que Kafka le restaura el sentido de la humildad y de la desconfianza ante su propia fuerza. Prepárese para el año del hombre que, como criatura, perdió su lugar en el universo, por cierto, si le interesa su biografía le remito a los trabajos del alemán Reiner Stach (1951).
Acerca de lo kafkiano. A nadie escapa que, en algunas ocasiones, el lenguaje literario tiene el empuje suficiente para integrarse en el lenguaje cotidiano, como es el caso que nos trae de cuya relevancia es buena prueba el hecho que haya quedado como adjetivo vinculado al nombre del praguense, kafkiano, un término del que el Diccionario de la Real Academia (DRAE) nos ofrece hasta tres acepciones, dos relacionadas con el autor y su obra:
1. adj. Perteneciente o relativo a Franz Kafka, escritor checo, o a su obra, “Las novelas kafkianas”.
2. adj. Que tiene rasgos característicos de la obra de Kafka, “Una visión del mundo muy kafkiana”. Y una tercera para describir situaciones innecesariamente complicadas o experiencias frustrantes:
3. adj. Dicho de una situación: “Absurda”, “angustiosa”. (Continuará)
CONTACTO: [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.47