Quantcast
Carlos Roque Sánchez
Sábado, 18 de Noviembre de 2023

‘Tifus’ de Sartre

[Img #206798]Jean-Paul Sartre (1905-1980). Son las ocho de la mañana cuando me dispongo a escribir mi folio de Opinión semanal, consciente de que hacerlo bien sobre el polígrafo francés, un clásico de la filosofía contemporánea, me va resultar del todo imposible no ya por mis evidentes limitaciones de conocimientos sobre el tema, que también, sino porque Sartre ya no está de moda y se hace algo cuesta arriba ponerse manos a la obra. Cuesta arriba porque, por ejemplo, en política lo que está de moda es ser antisartriano y denunciar a la primera de cambio sus “errores históricos” más notorios con respecto al marxismo, estalinismo, maoísmo, cubanismo, por no hablar de sus opiniones proetarras o su miopía ante el nazismo.

 

Y en lo biográfico, qué decirle de su irresponsabilidad afectiva, de sus enrevesadas relaciones con las mujeres o de su escaso nexo con las instituciones oficiales. No olvidemos su nada edificante relación de toda la vida con la filósofa y activista feminista francesa Simone de Beauvoir (1908-1986), o que fue el décimo escritor francés galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1964 y que rechazó, explicando en una carta dirigida a la Academia Sueca que él tenía por regla rechazar todo reconocimiento o distinción y que la relación entre hombre y cultura debía ser directa, sin necesidad de pasar por ninguna institución. En fin, lo dicho, de modo que repliego velas sobre el exponente del existencialismo y del marxismo humanista, a pesar de su ‘El hombre se hace a sí mismo’ y paso a lo siguiente.

 

1943. Ochenta años contemplan, desde la atalaya de este año del Señor de 2023 que se nos escapa de las manos, a los meses en los que Sartre, por entonces con 38 años de edad, dio a conocer el drama Las moscas (decía Augusto Monterroso que “Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas”) y publicaba El ser y la nada, cinco años después de la edición de La náusea. Aún quedaba tiempo para la incorporación plena a su intensa y serpenteante actividad política y faltaban dos años para la fundación con Merlau-Ponty de la revista ‘Les Temps Modernes’. Pues bien, éste es también el año en el que -según manifiesta en el prólogo de Tifus quien fue su amante primero y después hija adoptiva y legataria, Arlette Elkaïm-Sartre- a mediados del mismo la productora Pathé encargó a algunos escritores la redacción de guiones cinematográficos, y entre ellos estaba Sartre que aceptó con entusiasmo el reto. Y durante tres años llegó a escribir hasta una docena de los que ninguno llegó a rodarse y sólo tres fueron divulgados en letra impresa en su momento; va para quince años, en 2009, que se publicó Tifus, al parecer el guion sartriano que más cerca estuvo de la pantalla (El mundo podría existir muy bien sin la literatura, e incluso mejor sin el hombre).

 

De hecho, el director francés de cine negro Yves Allégret rodó en 1953 Los orgullosos, cuya trama se inspiraba en Tifus, y del que Sartre siempre negó ser el autor. Por lo que tengo leído, sólo se mostró contento de una película homónima de Serge Rouillet basada en su guion El muro de 1967, si bien firmó una muy buena adaptación al cine de Las brujas de Salem (1952) del estadounidense Arthur Miller y rodada en 1956 por Raymond Rouleau. Como seguro saben, Miller, a partir de los sucedidos de 1692 que rodearon los juicios de brujas de Salem en Massachusetts, escribió esta alegoría de la fiebre persecutoria y represión macartista de los años 1950. A la pantalla se han llevado bastantes obras suyas, entre otras las piezas teatrales: Las manos sucias (1948), A puerta cerrada (1944), Los secuestrados de Altona (1959), La puta respetuosa (1946) o Kean (1954). El cineasta John Huston cuenta en sus memorias lo mucho que se arrepintió de haberle encargado un guion sobre Sigmund Freud y narra cómo, tras pedirle una segunda versión más corta el filósofo le entregó una que daba para una película de ocho horas; naturalmente anuló el encargo (El hombre está condenado a ser libre).

 

Sinopsis de ‘Tifus’. Presenta la historia de una devastadora epidemia de esa enfermedad en Malasia bajo protectorado británico; un intento por evitar la que, por otro lado, parece ser una evidente alusión a la epidemia de tifus que asoló la Argelia colonial en los años 1941 y 1942, y que por ejemplo en Los orgullosos se sitúa en México. Una terrible enfermedad por la que los indígenas caían como moscas a la vez que eran objeto de inhumanas y despreciables estafas en el improvisado negocio de administración de las vacunas; como pueden ver un planteamiento parecido al de otras obras anticoloniales de la época. Y en medio de todo, para narrar su dura crítica social, Sartre se sirve entre otros de un par de personajes arquetípicos que se conocen en el intento de abandonar el país por barco y que terminan amándose. Una cantante de cabaret de vida ligera y dudosa reputación que demuestra una mayor estatura moral que los burgueses acomodados, y un médico que se asoma al abismo del alcoholismo, un borracho despreciado por todos, verdadera piltrafa humana que sin embargo será el único capaz del más sublime sacrificio. Ya ve, son algunos de los temas dilectos del francés: responsabilidad, compromiso, etcétera (No hay necesidad de fuego, el infierno son los otros).

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.111

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.