Balsa Cirrito
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RESPONDIENDO AL VECINO
Justo aquí al lado, un estimado compañero columnista, la semana pasada, decía que teníamos que gastar menos dinero en educación. Y decía, con esa gracia que Dios le ha dado, que así mejoraría nuestro nivel educativo. Guau. Supongo que lo correcto debe ser pulirse el dinero en rescatar bancos y cajas de ahorros, y en los galácticos sueldos de sus directivos, que para eso comen langosta.
Decía también – qué bromista el hombre – que era una barbaridad que los niños utilizaran ordenadores en los colegios. O que se implantaran programas bilingües en las escuelas. Claro que sí. Después de todo sabemos perfectamente que los ordenadores no sirven para maldita la cosa, y que aprender su uso resulta un lujo inútil, una cosa de pijos, vamos. Y lo del inglés, ¡por Dios!, no se ha visto inutilidad mayor que enseñar inglés en los colegios. Que enseñen cosas prácticas. Por ejemplo, a poner ladrillos.
Aunque lo más bonito de mi querido compañero de columna era lo de citar la Enciclopedia Álvarez como modelo de libro de estudio. Ahí estuvo sembrado. Es verdad que se trata de un libro de texto racista, intolerante, machista, totalitario y que alaba a Franco y al Movimiento Nacional en casi todas las páginas, pero nada ni nadie puede ser perfecto. Al menos los dibujos de la Enciclopedia Álvarez eran preciosos.
¿Dije que lo más bonito era lo de mencionar la Enciclopedia? Pues mentí. Todavía leí algo mejor en el artículo vecino, que es lo del informe PISA. Y como me estoy cansando yo mismo de mi indigesta ironía, voy a hablar sin estas molestas coñas que voy despachando. Siempre me han resultado muy misteriosos los críticos del sistema educativo español que se apoyan en el informe PISA. “La educación española es lamentable”, gritan airados. “Ahí está el informe PISA para demostrarlo”. Y luego añaden las soluciones: “Hay que estudiar de memoria, enseñar latín, que los niños repitan curso…”. O sea, todo lo contrario de lo que recomienda el mencionado informe.
Volvemos al principio. “Menos dinero para una mejor educación”, escribía mi compañero de columna. Mi amistad con él me impide calificar de gilipollez semejante sentencia. Así que lo dejo en picardía. El problema es que no soy yo quien lo dice. Lo dice la UNESCO. Según esta simpática institución, cada euro invertido en educación revierte de forma triplicada al país. O sea, que da beneficios multiplicados por tres. Eso económicamente. Educativamente la misma institución añade que la mejor manera de perfeccionar la educación es invertir más en ella. Lo cual parece bastante evidente.
La forma más segura de mandar un país a la mierda es la de disminuir el gasto en educación. Es como una fórmula matemática para el fracaso. O ahorrar en sanidad, que es otra que se nos viene encima. Pero como lo de la sanidad es todavía más gordo, lo dejamos para otra semana.












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