Contra el Perroflautismo
La ruta que llevaba a la nada
por Balsa Cirrito
El perroflautismo es como un huevo kinder: siempre viene con sorpresa. Va uno paseando por el centro de Rota, tranquilo, sin pensar en nada, y, de repente, se topa con un ataque traicionero de chonifeminismo. En la plaza de Andalucía, en una esquina, descubro el cartel que muestro en la fotografía: Ruta de la Igualdad. Guau.
¿Ruta de la Igualdad? ¿Y por qué no, es un decir, ruta de las zapatillas transgénicas? ¿O ruta de la mermelada candente? ¿O ruta de los bollycaos asesinos? Porque, vamos a ver, ¿se puede hacer una ruta de los monumentos de Rota? Sí, señor, se puede ¿Una ruta de las iglesias roteñas? Claro que se puede. ¿Una ruta de bares roteños? Desde luego (y hasta me apunto). Pero, ¿Ruta de la Igualdad? ¿De verdad? En estas condiciones y ambiente, ¿cuando van a obligar a los restaurantes a poner menús feministas? ¿A los polideportivos a implantar deportes igualitarios? ¿A las personas a vestirse siempre de color morado? ¿Es que no se dan cuenta del ridículo que hacen?
El chonifeminismo es horrible. Hace un par de semanas decía yo desde aquí que había que desconfiar de todas las ideologías, cualesquiera que fuesen. Pero el chonifeminismo no es una ideología. Es una suerte histerismo que ataca a ciertas personas y que les hace creer que cada paso de la existencia, desde respirar hasta ir al excusado para tirarse un pedo, debe estar presidido por la perspectiva de género en su visión radical-feminista. Feministas todo el rato, todo instante, todo momento, todo lugar, toda ocasión, todo día de la semana… ¡Uf! (En el fondo me gustaría que alguien me explicara cómo es un pedo con perspectiva de género) (Igual es lo de ponerse morado, no sé)
Pero lo peor de esto no es la cartela de la foto en sí, que al fin y al cabo es un hecho insignificante dentro de la marea feminichoni, lo peor es que me imagino cómo se ha llegado hasta ahí. Seguramente, a alguien se le ocurrió la idea (vamos a llamarla así) y la expuso en alguna comisión. Hubo un responsable de la comisión que dijo “¡qué guay!” y la llevó a su superior (o superiora). Este superior (o superiora), a su vez, presentó la idea de la ruta feminista, no sé, en una comisión de gobierno. Y, quizá, lo ignoro, el proyecto de la ruta fue posteriormente aprobado por un pleno municipal.
Por supuesto, no pretendo ser el único listo del pueblo. Estoy seguro que durante esos trámites que he mencionado personas inteligentes conocieron el engendro. Y supongo que estas personas inteligentes percibieron cuán grande era la chorrada. Sin embargo, y ahí está la gravedad, no hicieron ni dijeron nada. ¿Por qué? Pues porque se acojonaron. Porque el feminismo choni banea a cualquiera que no comulgue en el altar de la santa madre Irene Montero o de Belarrita, su hija predilecta.
Y después, que también es fuerte, de lo que trata la ruta: “De las mujeres pioneras en el mundo laboral”. ¿Están de cachondeo o qué? Parece que vienen del espacio exterior. En un lugar como Rota, históricamente campesino más que marinero, y donde la propiedad estaba muy repartida, las mujeres trabajaban igual que los hombres para sustentar a la familia. Cuidaban de los animales, si los había, y sembraban o recogían lo mismo que los varones. Y ganaban el sustento tanto como sus maridos. Y todo esto antes de que naciera Rodríguez Zapatero, que tiene más mérito.
¡Se me olvidaba lo mejor! Casi me da cosa contarlo. Cuando entro en el QR este de la Ruta de la Igualdad de la plaza de Andalucía, mi teléfono móvil me avisa: “Este sitio web podría estar haciéndose pasar por “descubrerota.com” para robar tus datos financieros. Deberías volver a la página anterior”. Y tanto que vuelvo a la página anterior, porque mi teléfono no me deja entrar. No me negarán que es un triunfo. Monto una ruta que ni es ruta ni es ná, hago el ridículo feminichoni, y encima no se puede ver lo que hago. ¡Grabriuepigqpojrgfús!
Hace cinco seis años, un grupo feminista de Rota presentó una protesta al ayuntamiento por “el escaso número de calles roteñas dedicadas a las mujeres”. No les importaba si había mujeres que lo merecieran, sino querían que hubiera mujeres, mujeres, mujeres, sin necesidad de valorar los méritos. Es la esencia del chonifeminismo. Según pensaba yo, lo interesante no era que rotularan mujeres por la cara, sino que lográramos una sociedad donde hubiera muchas mujeres que merecieran efectivamente tener una calle. Cuantas más mejor. ¿Se entiende la diferencia?
Y al ayuntamiento de Rota, lo de siempre. Primero quitamos las Damas del Rosario. Y luego podemos ponernos todo lo feministas y todo lo chulos que queramos. Pero no hay.
PD: Ya que estamos, llevo treinta años pidiendo en todos los medios de comunicación roteños que hayan existido – que en todos he molestado - que eliminaran la pantomima de las Damas del Rosario. Con el éxito que vemos.
Antonio | Domingo, 22 de Octubre de 2023 a las 15:17:44 horas
Roteño del molino sería un gran Inquisidor General de Castilla.
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