El alcalde está malo
Los roteños y las roteñas hemos tenido durante muchos meses mucha información sobre la salud de nuestro alcalde, quizás demasiada por tratarse de un asunto personal y nunca público. Hemos visto algunos y algunas con perplejidad, cómo se ha querido utilizar dicha enfermedad. Han pasado muchas cosas durante ese tiempo, alguna de ellas entendibles y otras más difíciles de asumir, pero bueno, es la personalidad y la estrategia política de Lorenzo a quien no le importa usar su salud para beneficio personal.
Pero yo no quería hablar sobre la enfermedad física de Lorenzo, ni poner dudas sobre su existencia, -la que respeto y debo respetar-, yo estoy preocupado, quizás no debería de estarlo tanto, por los cambios que han operado en él, la no asumida nueva situación. He visto con extrañeza cómo se puede estar enfermo mentalmente y no poderlo superar, y con lo experimentado que es Lorenzo no entiendo como no ha aceptado el claro mensaje que le dieron los ciudadanos en las pasadas elecciones municipales cuando por medio del voto individual le dejaron muy claro que muchos roteños y roteñas ya no se fían de él, que cuando cuatro años antes vieron en su discurso un cierto aire distinto de explicar una forma de entender la actuación política, ahora se han sentido engañados por el juego continuo, el engaño y las malas artes.
Al conseguir el apoyo que tuvo hace cuatro años pensó que sería para toda la vida y se olvidó de los compromisos adquiridos, se olvidó que los ciudadanos quieren que su alcalde los reciba, aunque sepan que todo no lo puede solucionar; se olvidó de que el chiste fácil, cuando las personas lo pasan mal, se convierte en bromas de muy mal gusto.
Por no entender lo que le había pasado, hasta le exigió disculpas a la alcaldesa formal, por haber dicho la noche de las elecciones que sería la alcaldesa por méritos propios y de su partido, sin darse cuenta que el problema no lo había creado Eva, lo habían creado los ciudadanos democráticamente con su voto. Y sigue sin entender lo que le está pasando. Ya no es alcalde, aunque lo siga siendo, ya no se sienta en el sillón de la Alcaldía, aunque la dirija, ya no es la cara visible que el ciudadano tiene, aunque él le vaya diciendo a todos los que le piden algo que el alcalde es él. Y ahora no sabe qué hacer, aunque desde la oposición siga tomando las decisiones, un síntoma más de no haber aceptado ni entendido como el ciudadano le dió la espalda mayoritariamente.
Lo que ocurrió la pasada noche en el acto de la coronación y la exaltación de las fiestas de la patrona es una prueba más de no aceptar la realidad. En este caso no se colocó, como el resto de los concejales a la puerta del Castillo de Luna para recibir al cortejo, y tampoco se colocó en el lugar que la Corporación municipal ocupa desde siempre en el acto, quizás al no ser capaz de aceptar que no es el alcalde formal de nuestro pueblo y que por lo tanto debería de haber estado en un segundo lugar y entre sus compañeros de la Corporación y no un sitio preferente en primera fila, decidió colocarse en el lugar que siempre ocupan las autoridades militares presentes en dicho acto, dejando muy a las claras que su enfermedad mental es un hecho incuestionable, que le da igual romper cualquier protocolo creando un problema donde no lo hay y dejando perplejo a los compañeros de Corporación.
Yo deseo, por su bien, y por el de los roteños, que se deje de engañar a sí mismo, que asuma lo que los ciudadanos han querido, y que esa enfermedad mental se cura muy fácilmente solo cuando deje de pensar que está por encima de los demás y piense que el ejercicio de la democracia es siempre mejor que el caciquismo al que nos tiene acostumbrados.
Felipe Márquez Mateo

































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