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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 12 de Agosto de 2023

San Roque: el santo, la ermita y la plaza

El santo del perro. Cuando estas líneas vean la luz digital, quedarán cuatro días para la celebración de la onomástica del santo cuyo nombre cambia de significado según su etimología sea latina “fuerte como roca”, o alemana “grito de guerra”, y que junto a otros hombres de Dios (hombre entendido como sustantivo masculino singular y genérico, y Dios es Dios no necesita de explicación), según el santoral católico se celebra el 16 de agosto, San Roque, canonizado en 1584. Una festividad que este año del Señor de 2023 cae en miércoles y es el ducentésimo vigesimoctavo (228.º) día en el calendario gregoriano, quedando por tanto 137 días para finalizarlo, y un santoral católico entendido en la acepción de conjunto o lista de personas reconocidas por la Iglesia como santos o beatos en una fecha concreta.

 

Un santo del que a ciencia cierta y como persona mortal se pueden afirmar pocas cosas. Por lo que tengo averiguado de él, en la tradición cristiana, aparece en el siglo XIV como un peregrino occitano, protector de la peste y otras infecciones. Y cuenta una leyenda que enfermó de peste y se ocultó a la vista de sus conciudadanos en un bosque cercano a Piacenza (Italia), un escondite donde cada día recibía la visita de Melampo, un perro que le llevaba un panecillo con el que saciaba el buen hombre su hambre ¿Por qué lo hacía el animal? ¿Cómo sabía dónde estaba el apestado? ¿Por qué un pequeño pan, tan solo?, buenas preguntas, como buena la acción perruna que, para más inri, no quedó ahí. Ha de saber que el hombre santo, al parecer, sanó de las heridas producidas por la peste, gracias a los lamidos del animal, una saliva salutífera la suya, sin duda alguna. Ya, pero me pregunto, ¿fue una curación natural o sobrenatural?, ¿hubo milagro acaso, anduvo de por medio una intervención divina? En fin, son cosas que se cuentan y que han podido suceder, pero que a lo mejor no han pasado. (Prudente, dixit)

 

Ermita de San Roque. Su construcción en las afueras de la villa data de mediados del siglo XVII y está relacionada, muy probablemente, con las epidemias de peste que se dieron en Andalucía durante ese siglo. Un pequeño y mayeto oratorio rural presidido por el santo al que el pueblo acudía para rezar por todas las calamidades y contratiempos que ocurrían o le podían ocurrir: desde la falta de trabajo, diferentes enfermedades de familiares o hambrunas; hasta sequías, plagas o la vida del hijo que marchaba al servicio del Rey; pasando por maremotos, como el de primeros de noviembre de 1755 que se inició como terremoto en Lisboa, y otras desgracias humanas y de demás animales.

 

Con el tiempo, la villa fue creciendo y sus calles, de manera natural, tendieron a confluir en la otrora ermita aislada, solo rodeada de campos y entonces encrucijada de caminos rurales, que así se terminó convirtiendo en una plazuela. Ni que decir tiene que en estos casi cuatro siglos de existencia este edificio ha vivido muchas vicisitudes, cumplido con muchas funciones (ermita, iglesia, parroquia), experimentado no pocas modificaciones en su estructura, tanto interior como exterior, mente y por supuesto en ella han recibido y reciben culto muchas otras imágenes además del santo que nos trae. Un santo por cierto cuya devoción en Rota no paró de crecer y prueba de ello es el significativo número de niños que fueron bautizados con ese nombre en la segunda mitad del siglo XVIII. Ya de la que va, y como nota cultureta, Roque es tanto nombre de varón como apellido de origen andaluz.

 

Plaza de San Roque. Le decía unas líneas más arriba que con el tiempo la encrucijada de caminos rurales de la ermita se terminó convirtiendo en una plazuela a la que desembocaban las calles que provenían del casco antiguo, y aquí le digo que, según reza la primera referencia documental que se tiene y data del último cuarto del siglo XVII (1678), se llamó así desde el principio en honor al santo. Perdone mi descuido, la susodicha está situada en pleno centro de la localidad y delimitada por la avenida María Auxiliadora y las calles Castelar, Aviador Durán y Alcalde García Sánchez, no tiene pérdida, es la plaza de San Roque.

 

Un nombre que desde el principio llevó pero que no ha sido el único pues, como seguro sabe, esto de cambiar el nomenclátor callejero según soplen los vientos es algo que tampoco es que sea muy raro. Lo que sí es menos frecuente es que el cambio dure tampoco como éste: tras cuatro siglos y medio de reconocimiento al santo, en marzo de 1936, la plaza pasó a llamarse Aída Lafuente para en noviembre, lo que se dice en un visto y no visto, volver a recuperar el del santo, hasta hoy ¡Ojo a las fechas! Estas cosas suceden y, a diferencia de otras, también pasan.

 

Bibliografía.

- García de Quirós Milán, Antonio (1974). Historia de la Ermita y Cofradía de la Vera Cruz (Cuatro siglos de historia local).

- Liaño Pino, Ignacio (1989). Viejas calles roteñas. Colección Picobarro.

- Martínez Ramos, José Antonio (2013). Nombres antiguos de las calles y plazas de Rota. Sus orígenes, cambios y otros sucesos notables ocurridos en ellas. Imprenta DICOM

- Arjona Lobato, Prudente (2015). Historias Populares de la Villa de Rota.

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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