En torno a apócrifos, seudónimos y butades
![[Img #198675]](https://rotaaldia.com/upload/images/07_2023/7584_carlos-roque-sanchez.jpg) Heterónimos. Le escribía la semana pasada (‘Quién fuera diamante puro! / dijo un pepino maduro’) sobre los dos mayores apócrifos del poeta sevillano Antonio Machado, quien gustaba de utilizar este término de apócrifo en su acepción de “falso”, “supuesto” o “fingido” y que, como otros autores, prefería al de heterónimo, que en puridad y etimológicamente significa “otro nombre” y en su acepción literaria es el nombre falso que adopta un autor para atribuirle parte de su producción, un autor que, en oposición, es denominado ortónimo. Así que Abel Martín o Juan de Mairena, entre otros, son los heterónimos de Antonio Machado, y éste es el ortónimo de aquellos.
Heterónimos. Le escribía la semana pasada (‘Quién fuera diamante puro! / dijo un pepino maduro’) sobre los dos mayores apócrifos del poeta sevillano Antonio Machado, quien gustaba de utilizar este término de apócrifo en su acepción de “falso”, “supuesto” o “fingido” y que, como otros autores, prefería al de heterónimo, que en puridad y etimológicamente significa “otro nombre” y en su acepción literaria es el nombre falso que adopta un autor para atribuirle parte de su producción, un autor que, en oposición, es denominado ortónimo. Así que Abel Martín o Juan de Mairena, entre otros, son los heterónimos de Antonio Machado, y éste es el ortónimo de aquellos.
Heterónimos famosos. Fuera de nuestras fronteras y yendo al terreno musical, a caballo entre los siglos XX y XXI, cómo no citar la agrupación musical y teatral argentina Les Luthiers, que llevan más de cincuenta años presentando la mayoría de sus composiciones como pertenecientes al ficticio compositor Johann Sebastian Mastropiero, que toma el nombre del archiconocido músico alemán Johann Sebastian Bach (1685-1750) y el apellido de un antiguo personaje televisivo llamado Freddy Mastropiero. En pleno siglo XX y en la vieja Europa, llama la atención la fecundidad heterónima del polifacético escritor lisboeta, conocido como Fernando de Pessoa (1888-1935), desdoblado en más de 70 algunos de ellos mujeres y casi todos con una obra poética distinta y diferenciada; entre sus desdoblamientos más destacados por importancia y desarrollo, Álvaro de Campos, Alberto Caeiro o Ricardo Reis. Y en ‘la pérfida Albión’, de su celebrada época victoriana, cómo no citar el ejemplo literario más conocido quizás de todos, El retrato de Dorian Gray del irlandés Oscar Wilde (1854-1900), una muestra maestra de la escisión que se experimentó en esa sociedad entre la moral convencional y la real.
Seudónimos. Un vínculo, el de apócrifo o heterónimo, que no debemos confundir con el de seudónimo, según la RAE el nombre falso que usa un autor para enmascarar el suyo propio, algo que leído así, a bote pronto, puede parecer igual y sin embargo, piénselo, no es lo mismo. Los seudónimos son máscaras que encubren a su autor y lo ocultan por o para diferentes motivos: no ser juzgados por su sexo, publicar más de un libro al año, escribir sin presión o proteger el nombre de su familia. Pero en el seudónimo la persona sigue siendo la misma, a diferencia del heterónimo que cambia para convertirse en una proyección de su personalidad. Tirando de tiempos escolares y otras maneras de vivir, seguro que le suenan: Azorín - José Martínez Ruiz; Clarín - Leopoldo Alas; Colette - Gabrielle Sidonie; Fernán Caballero - Cecilia Böhl de Faber y Larrea; Forges - Antonio Fraguas; Gabriela Mistral - Lucila Godoy Alcayaga; George Orwell - Eric Blair; Jack London - John Griffith Chaney; Lewis Carroll - Charles Lutwidge Dodgson; Mark Twain - Samuel Langhorne Clemens; Moliere - Jean Baptiste Poquelin; Pablo Neruda - Neftalí Ricardo Reyes; Stan Lee - Stanley Martin Lieber; Stendhal - Marie-Henri Beyle; Virginia Woolf - Adeline Virginia Stephen; Voltaire - François-Marie Arouet.
Butades. O boutades, son el plural de la adaptación gráfica para la voz francesa boutade, “salida extravagante e ingeniosa, de intención a menudo provocadora”, propuesta por el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) y de las que el genial irlandés Oscar Wilde era un maestro consumado; aunque quizás le suene ésta, del polímata francés Georges Clemenceau (1841-1929), “Me gusta tanto Alemania que prefiero que haya dos”, en fin, ya sabe que entre vecinos la alegría va por barrios. Pero puesto a poner un ejemplo de boutade, no puedo por menos que traerle a este negro sobre blanco la protagonizada por los hermanos Machado -Antonio y Manuel, Manuel y Antonio-, supuestamente emitida por el inefable escritor porteño Jorge Luis Borges (1899-1986) y razón para algunos exégetas de que no le terminaran concediendo el Premio Nobel de Literatura y eso que estuvo propuesto durante, casi, tres decenas de años.
Boutades borgianas. Nunca tuve la memoria muy buena y el paso del tiempo le aseguro que no ha ayudado a mejorarla, pero recuerdo un programa televisivo del siglo pasado en el que un poeta, cuyo nombre recordar no puedo, pero al que calificaré de “refinado”, descalificaba a Antonio como “caposo”. Nada raro por otro lado pues un cierto reconocimiento no le llegó hasta después de su muerte, y en vida era mucho más famoso Manuel, tanto que cuentan las lenguas anabolenas que el peluquero de Antonio, al ver una noticia suya en el periódico, le dijo: “Don Antonio, yo no sabía que usted era hermano de Manuel Machado”. Pues eso, sólo que después cambiaron las tornas. Claro que otros autores ponen en boca del porteño, todo talento y maldad, una frase parecida cuando le preguntaban por Antonio, “No sabía que Manuel tuviera un hermano”, si bien no es menos cierto que le gustaba mucho provocar y terminaba diciendo cosas como que “el ‘Quijote’ ganaba mucho, traducido al inglés”. En fin, butades.
La del porteño es una escena que tiene distintos escenarios a lo largo del último tercio del pasado siglo XX, como la sucedida en Santander, en la presentación de un libro, que al ser preguntado por Antonio espetó: “¿Pero tuvo un hermano Manuel?”. Muy parecida a la ironía de Madrid o a la de su último viaje a Sevilla cuando quiso infravalorar a Antonio, un poeta grande, disminuyéndolo a la mera circunstancia de ser hermano de Manuel, un gran poeta. Por supuesto que la vibórica borgiana no cuela, aunque para él Manuel fuera el único poeta digno de ser leído, Antonio es uno de los poetas universales más leído y, me atrevería a decir, amado. Se siente. No obstante, y en honor a la verdad, hay que decir que la gracieta la fue moderando con el tiempo, de hecho llegó a decir que Antonio era un gran poeta, aunque se apresuraba a añadir, “Manuel también”. Genio y figura.
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FUENTE: Enroque de ciencia












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