‘Alea jacta est’
Jefes y subordinados. Revisando archivos de la biblioteca en un cuasi fallido intento por disminuir su número y volumen -no es cierto que el saber no ocupe lugar, vaya si lo ocupa-, se me vino a los ojos una ya antañona tesis doctoral de una profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada que trataba de la imagen que los jefes tienen de sus subordinados, y cuyos resultados utilicé para no recuerdo ya qué trabajo lo que no hace al caso que nos trae. Sin duda una temática interesante de la que me llamó la atención una de sus conclusiones: la idea de que la percepción de dicha imagen depende mucho de la propia valía del perceptor, lo que aporta un valor esperanzador al estudio, ese es al menos mi entender. Le explico.
Mando y poder. De la susodicha investigación se deduce que los jefes que mandan ejerciendo el poder suelen percibir a los demás como una masa homogénea, sin individualidades y con características negativas o muy negativas. Una conclusión desalentadora y, como la misma profesora califica, orwelliana pues no en vano para este tipo de jefe, un baranda oiga, todos los empleados son iguales. Además, continua el estudio, conforme menos méritos haya tenido que aportar el jefe para llegar a serlo, con más desconfianza mirará a sus subordinados; es así porque, como bien explica la psicología, la inseguridad en sus propias cualidades le obliga a percibir a los demás de forma negativa; es una cobarde manera de justificar que él, y no otro, es quien merece y debe ser el jefe.
Por otro lado, su propia falta de seguridad y capacidad profesional le hace elegir a personas que, en su opinión, sean igualmente inseguras e incapaces a fin de evitar que en algún momento se conviertan en una competencia peligrosa. No, no hay duda, cuanto más incompetente se es, de más incompetentes se intenta uno rodear, una especie de mecanismo de seguridad para la inseguridad, algo parecido a aquello de: “En el país de los ciegos, ...”. Son conscientes de que tienen poder y no autoridad, pero no diferencian el uno de la otra lo que les llevará además a desarrollar toda una serie de estrategias, de forma inconsciente e instintiva, destinadas a que no se produzcan “revoluciones”. Todo para seguir manteniendo la supuesta desigualdad, porque en su mentalidad el jefe es, y debe ser, siempre el mandamás. Un craso error.
Mando y autoridad. Por el contrario, aquellos jefes que mandan ejerciendo la autoridad, los que han luchado por llegar a un determinado estatus profesional y lo han conseguido por méritos propios, suelen dedicar sus esfuerzos a otro tipo de tareas como la de buscar gente competente, sociable e inteligente para trabajar en equipo. La estrategia es clara. Al sentirse legitimados por su propia competencia en el puesto de trabajo, intentan rodearse de gente igualmente competente a efectos de funcionar mejor, de modo que cuanto más competente es, de más competentes se intenta rodear. Ése es el mecanismo de seguridad para su inseguridad. No confunden autoridad y poder y, aunque pueden ejercer ambos, saben que tienen la primera, la legítima forma de mandar, la que es otorgada a una persona por los que le rodean en virtud de sus méritos y capacidad para ejercerla. Y no necesitan de la segunda, la que se ejerce sin tener en cuenta la opinión de los demás, utilizando la coerción y manipulando deseos.
‘Gladiator’. Sencillamente saben que el ejercicio de la autoridad infunde respeto, mientras que el del poder sólo temor, que la actitud de respeto por la autoridad permanece aunque ésta no esté presente, mientras que la del temor desaparece en cuanto el poder lo hace. De esto que le escribo, de la diferencia entre autoridad y poder, la película ‘Gladiator’ del año 2000 creo es mejor ejemplo que mis sabatinas palabras. Le supongo conocedor de la película por lo que voy a lo mollar, lo que el emperador Cómodo posee es poder, lo ha conseguido mediante la fuerza y el engaño, lo basa en el temor y hace abuso, no uso, de él. En cambio el general Máximo posee autoridad, se la otorgan primero las tropas que dirigió y, más tarde, los gladiadores con los que luchó en la arena. Ella es la que le erige como líder indiscutible. Sí, mejor las imágenes que mis palabras.
Principio de Peter. Por cierto, en las conclusiones de su tesis la compañera pone de manifiesto dos hechos singulares: uno inesperado, en los albores del siglo XXI las mujeres aún no han asumido, de una manera interna e individual, que pueden ejercer el poder, que están legitimadas para ello frente a los hombres; otro esperable, las mujeres son más inteligentes a la hora de rodearse de un equipo. Pero lo más singular de todo esto que les cuento es que cualquiera puede llegar a ser jefe, en lo que se refiere a incompetencia ocupacional, no olvidemos el ‘Principio de Peter’ y sus corolarios.
Principio: “En una jerarquía cualquier individuo tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”.
Corolario uno: “Con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por una persona que es incompetente para desempeñar sus obligaciones”.
Corolario dos: “El trabajo es realizado por aquellas personas que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia”. Ya se lo intitulé, la suerte está echada.
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FUENTE: Enroque de ciencia
Hermano Lobo | Domingo, 16 de Julio de 2023 a las 11:46:31 horas
Sin señalar a nadie, no lo has podido explicar mejor.
Saludos.
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