‘Quemando mariposas’
Aproximadamente por estas mismas fechas, hace ya un lustro, le escribí una terna de opiniones con el mismo titular, solo que acompañado de diferentes subtítulos tales como ‘Vanitas vanitatum’, ‘Hacia la igualdad sexual’ y ‘Amor epéntico’. Pero lo hice sin entrar apenas ni en el significado de la expresión ‘Quemando mariposas’, es decir el motivo del pecado, ni en el de los pecadores, o sea “los mariposas”, ni en la identidad del autor de la susodicha expresión de abecera. Veamos si se puede poner algo de remedio.
Fray Pedro Ponce de León y el “pecado nefando”. Todo apunta a que fue este monje benedictino, un hombre de Dios de principios del siglo XVI, quien empezó denominando “mariposas” a los varones que practicaban la sodomía, para después crear la pirómana expresión de más arriba. Una curiosa asociación para la que, no crea, tenía su argumentación pues pensaba el buen hombre que los sodomitas son como las mariposas que, tentadas por la atracción de la llama, vuelan adelante y atrás, acercándose más y más al fuego, hasta que terminan por quemarse. Pues exactamente igual los sodomitas “que no se enmiendan y llevados por el pecado acabarán por fin en el fuego como mariposas”. Un fuego del que se encargaban los tribunales de la Corona, que los condenaban a la hoguera por cometer el “pecado nefando”, y es que en aquella época la sodomía era textualizada como un pecado y un crimen contra natura, una especie de plaga siempre contagiosa y a menudo importada del exterior, que desencadenó una auténtica caza pirómana contra el sodomita. Eran otros tiempos, por lo que no debemos juzgar.
Primer educador de sordos. Pero no me gustaría dejar esta breve reseña ‘mariposil’ sobre fray Pedro Ponce de León (1508-1584) sin contarle algo más de él, si bien es cierto que no es mucho lo que sabemos a ciencia cierta aunque no por ello se puede minimizar su labor como pedagogo y el relevante papel que jugó en la educación de los sordos. Una labor que ejerció en el monasterio leonés de Sahagún, para muchos la primera escuela para sordos en la historia, utilizando texto y método propio, un método de desmutación consistente, primero, en enseñarles a escribir mientras señalaba con el dedo índice de la mano derecha las letras figuradas en su mano izquierda (alfabeto bimanual). Después hacer lo propio con los objetos identificados o rotulados con su respectivo nombre y, a continuación, hacerles repetir manualmente y por escrito, por este orden, las palabras que correspondían a los objetos. Una y otra vez, una y otra vez.
Entre su clientela abundaban los hijos sordos de los nobles, en aquellos tiempos también mudos, que no tenían ninguna posibilidad de heredarles por ley, lo que planteaba todo un problema de linaje familiar. Pero a él lo que le motivaba era un problema de conciencia, dado el pensamiento predominante época, y supuestamente atribuido a Aristóteles, según el cual los sordomudos nativos (‘ex nativitate’) se hallaban incapacitados para hablar y acceder a las ideas abstractas y morales, sencillamente porque lo decía él. Pero se equivocaba, gracias a este método y según numerosos testimonios los alumnos llegaban a hablar, leer, escribir, confesarse y hasta cantar acompasadamente en el coro, eso sí, canto llano y sin llevar del todo el tono con los demás.
Derechos LGTBIQ+. Con el paso del tiempo y por fortuna, las circunstancias han cambiado para mejor. Han transcurrido ya un par de décadas desde que en Holanda se legalizara el matrimonio homosexual, y desde entonces otros veinticinco países han seguido sus pasos, creo que el último Alemania. Sin embargo, las organizaciones de derechos de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, etcétera, no dejan de ponernos sobre aviso acerca de las fuertes resistencias que, a este avance social, se hacen en otros tantos países. Según ellas la homofobia y sus leyes siguen siendo una constante en buena parte del mundo, vamos que siguen quemando mariposas.
Por ponerles solo unos ejemplos, en pleno siglo XXI, superan la docena los países entre cuyas leyes de moralidad se cuentan las que criminalizan la difusión o visibilización de contenidos gais. Y las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son ilegales, con pena de cárcel, en al menos setenta y dos países de los que ¡el 37% son miembros de Naciones Unidas! Lo que no es nada si lo comparamos con esa docena de países en los que estas relaciones pueden ser castigadas, incluso, con la pena de muerte. Lo que les dije, el ‘vanitas’ sodomita, el lesbianismo victoriano, y el amor epéntico lorquiano y su mariquita. Sí seguimos quemando mariposas. Por eso esta Opinión de hoy.
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FUENTE: Enroque de ciencia
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