Contra el Perroflautismo
Perroflautismo de derecha
por Balsa Cirrito
El perroflautismo de derechas se manifiesta sobre todo cuando llegamos a lo que estas llaman patriotismo. Es su terreno de juego favorito, y da igual que en realidad no sea patriotismo, sino folklore de importación; pero tampoco hay que exigirles demasiado, pobrecillos, que están hambrientos.
Casi cabe preguntarse, ¿qué entiende esta gente por patriotismo? En mi opinión, el patriotismo de derechas viene a ser al patriotismo real algo parecido a lo que es la Semana Santa con respecto a la religión. Conozco a gente, y no digo dos o tres personas, sino muuuuucha gente, que se darían de bofetadas para defender a la Virgen de su advocación, a su hermandad coronada y a sus pasos sobredorados y que, sin embargo, son absolutamente ateos y, por no creer, no creen ni en los Reyes Magos, que ya hay que tener mala baba.
Pues con el patriotismo diestro a menudo ocurre lo mismo. En la derecha se entiende que ser patriota es llevar pulseras rojigualdas, lucir la bandera a la menor ocasión, y ciscarse de vez en cuando en los antepasados de todos los independentistas catalanes (bueno, esto último tampoco lo censuro mucho). Pero a la hora de la verdad, siempre es evidente que España les importa un pito.
El motivo principal por el que nunca votaré al PP es por su ausencia absoluta de patriotismo auténtico. Cada vez que entran en conflicto los intereses de los populares y los intereses de España, siempre eligen los del partido. Y cuanto más se les llena la boca de España paña pañi, peor. Aznar, por ejemplo, en numerosas ocasiones, rozó la mismísima traición. No sé, cosas como ir a EEUU cuando las relaciones de España con los americanos – tiempos de Zapatero – estaban muy tensas y darle la razón en todo a los guiris, animándolos a darnos más caña. O llegar a Israel después de un atentado terrorista de Hamás y soltar allí que el gobierno español del PSOE apoyaba a los hamadistas, que malo hubiera resultado siendo verdad, pero siendo mentira sonaba de forma absolutamente miserable. O, estando en la oposición, reunirse con Felipe González, presidente entonces, y revelar a los periodistas a la salida datos reservados que González le había confiado, con el resultado de que la peseta bajaba en los mercados internacionales. En fin, no sigo con él. Porque la cosa no se quedó en Aznar. La actitud pepera en general y de Ayuso en particular durante la pandemia fue de todo menos patriótica, hasta el punto de que a los más radicales solo les hubiera faltado saltar de alegría cuando las cifras de muertos aumentaban.
Pero, eso sí, la bandera por delante.
Y lo peor es que ese amor desatado por la bandera es muy poco español. Creo que ya he contado la anécdota en alguna ocasión, pero la voy a repetir. En el año, calculo, 1995 o 1996, un americano de la base, de estos que se quedan a vivir en España, cliente de mi padre, se presentó en su despacho.
- Antonio – dijo el americano -, tu eres muy español, ¿no?
- Sin duda – respondió mi padre, que no sabía muy bien por dónde iba a salir la cosa.
- ¿Podías prestarme una bandera? El cuatro de julio quiero izar juntas en mi jardín las banderas americana y española.
- Verás, Alfred – el americano creo que se llamaba Alfred -, no tengo bandera de España.
Alfred miró a mi padre como quien no entiende de qué va el asunto.
- No sé qué pasa en este país – dijo el buen yanqui mesándose los cabellos -. Ninguno de los españoles a los que he preguntado tiene una bandera. Ninguna tienda de las que he ido vende banderas… ¡En EEUU eso sería imposible!
(Debo añadir que este mismo Alfred, en otra ocasión, entró en el establecimiento de mi padre para preguntarle que cómo era posible que ningún español se supiera la letra del himno. Pero, bueno, esa es otra historia).
Con esto quiero decir que antes de 2008 (victoria en la Eurocopa) casi nadie tenía en su casa una bandera. Y que el hecho de lucir la enseña nacional es muy poco español, sino que más bien se trata de una importación del mundo guiri. Se me viene a la cabeza que en mi adolescencia yo y mis amigos nos reíamos mucho de los americanos por el rollito de ponerse la mano en el corazón cuando sonaba el himno o por llevar la bandera hasta en los calzoncillos. El puntito de Rocky Balboa de plantarse unos pantalones con las barras y estrellas para combatir nos parecía increíblemente hortera. Pero el otro día, en un partido de la Selección Nacional, vi a un par de pavos en la tele que se colocaban la mano en el pecho al sonar nuestro himno. Sin duda, degeneramos.
Con todo esto me refiero a que la derecha española perroflautea exageradamente en el asunto de patriotismo. No recuerdo haber visto a ningún líder del PP con auténtico sentido de estado (lo más próximo fue Ruiz Gallardón, pero nunca llegó a ser el mandamás). Siempre prefieren su propio interés. No parecen entender que cuando ganamos o prosperamos lo hacemos todos. Entendámonos, no digo que el PP no quiera lo mejor para España. El problema es que solo lo quieren cuando gobiernan ellos. A eso le llaman patriotismo.



































sarastro | Miércoles, 21 de Junio de 2023 a las 19:30:43 horas
no está mal definido el perroflauta super español de imagen, muy parecido a la táctica que hacían los judíos conversos: ostentación rojigualda en casi todos los sitios visibles, pulseras, correas de reloj, camisas, correa del perro, coche, hasta en los zapatos! y de ellos en una conversación relajada te enteras de mil y una trampas para escaquearte de pagar impuestos, multas y todo lo que tenga que ver con el fin de que su patria funcione en condiciones, que eso de tributar es cosa de tiesos, ome por favó
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