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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 10 de Junio de 2023

‘Mi agüita amarilla’

[Img #195164]Música y letra. Si roza o ha superado el medio siglo de edad es probable que le suene la expresión del encabezado como título de una descacharrante canción que, por si no cae ahora, pertenece al álbum ‘30 años de éxitos’ publicado en 1986 y llamado así a pesar de ser el primero del grupo Los Toreros Muertos. Como puede ver todo un oxímoron en ciernes que ya le da idea de por dónde respiraba artísticamente el grupo y de qué puede ir la letra de la susodicha canción, a la vez que ponerle en la pista de esta mi segunda Opinión juniana. Del grupo solo esbozar que nació el año antes de la canción y estuvo formado por Pablo Carbonell, Many Moure y Guillermo Piccolini, tratándose de una guadiánica agrupación musical del movimiento contracultura conocido como ‘La movida madrileña’.

 

Una especie de destape cultural underground que se dio en Madrid y otros lugares de España durante la transición post dictadura franquista y que está en la estética del punk, del pop y del rock español, o algo así. Y de la canción, compuesta por Carbonell, habla por sí misma su letra que versa jocosamente de la cerveza, de lo que pasa cuando bebemos mucha y de las peripecias y lugares por donde discurre, comienza así: ‘Y creo que he bebido más de 40 cervezas hoy / y creo que tendré que expulsarlas fuera de mí. / Y subo al váter que hay arriba en el bar / y la empiezo a mear y me echo a reír. / Sale de mí una agüita amarilla cálida y tibia. / Y baja por una tubería. / Pasa por debajo de tu casa. / Pasa por debajo de tu familia. / Pasa por debajo de tu lugar de trabajo. / Mi agüita amarilla, / mi agüita amarilla’. Pura poesía.

 

Letra y ciencia. Pero no queda aquí la humorística letra porque en su continuación llega a adquirir rango de categoría, nada menos que científica, como lo lee, y es que no solo nos habla del pis, sino que nos cuenta el ciclo en el que entra desde lo expulsamos hasta que vuelve de nuevo a nuestras vidas. Todo un viaje didascálico sobre la orina u orín, un líquido acuoso transparente y amarillento, de olor característico, secretado por los riñones y expulsado por el aparato urinario a razón de unos 1,4 L/día, es más o menos lo que aprendimos en las clases bachilleras de Ciencias Naturales. Claro que desde el punto de vista químico se trata de una disolución porcentualmente compuesta por: un 95% de agua; un 2% de urea; un 0,2% de creatinina, amoníaco y ácido úrico; y un 2,8% de sales disueltas.

 

Y que aparte del agua, el 5% de residuos tiene aproximadamente la siguiente concentración: urea 9,3 g / L; cloruro 1,87 g / L; sodio 1,17 g / L; potasio 0,750 g / L; creatinina 0,670 g / L y otros iones disueltos, así como compuestos inorgánicos y orgánicos. Pero vamos al ciclo del “agüita amarilla” que nos canta la canción: ‘Mi agüita amarilla / Mi agüita amarilla / Y llega a un río / La bebe el pastor / La beben las vaquitas / Riega los campos / Mi agüita amarilla. Mi agüita amarilla / Y baja al mar / Juega con los pececillos / Juega con los calamares / Juega con las medusas / Y con las merluzas que tú te comes / Mi agüita amarilla. Mi agüita amarilla / Mi agüita amarilla. Mi agüita amarilla’. No me negará que es auténtica poesía en movimiento.

 

Más letra y más ciencia. Una poesía que, a poco que uno se fije, se descubre como auténtica ciencia pues el meón de Pablo, lo que en realidad nos está cantando es el ciclo del agua o hidrológico que aprendimos, también, en las clases de Ciencias Naturales. Una circulación entre los distintos compartimentos que forman la hidrosfera, que es de naturaleza biogeoquímica, y en la que hay un mínimo de reacciones químicas, dado que el agua solo se traslada de lugar o cambia de estado físico. Un agua líquida, que se encuentra mayormente en océanos y mares, subterránea o formando lagos, ríos y arroyos en la superficie continental. Un agua sólida, acumulada como hielo sobre los casquetes glaciares antártico y groenlandés, con una participación pequeña de los glaciares de montaña de latitudes altas y medias, y de la banquisa.

 

Y por último, en una fracción menor, tenemos el agua gas de la atmósfera y líquida de las nubes. Y vamos con la letra que continua así: ‘El sol calienta mi agüita amarilla / La pone a 100 grados / La manda para arriba, viaja por el cielo / Llega a tu ciudad y empieza a diluviar / Moja las calles, moja a tu padre / Tu madre lava la vajilla con mi agüita amarilla / Moja el patio del colegio / Moja el ayuntamiento / Mi agüita amarilla. Mi agüita amarilla / Mi agüita amarilla. Mi agüita amarilla’. Poesía en movimiento eres tú al pasar, Pablo.

 

Por cierto, hay un error científico en la letra relacionado con los supuestos 100 ºC a los que el Sol calienta al agüita y así mandarla para arriba. Resulta que, termodinámicamente hablando, un líquido se puede vaporizar mediante dos procesos físicos, por ebullición y por evaporación. Le dejo con el resto de la letra: ‘Y creo que he bebido más de 40 cervezas hoy / Y creo que tendré que expulsarlas fuera de mí /Y subo al váter que hay arriba en el bar / Y la empiezo a mear y me echo a reír / Y me pongo a pensar / ¿Dónde irá, dónde irá, dónde irá, dónde irá? / Se esparcirá por el mundo / Pondrá verde la selva / Y lo que más me alegra es que mi agüita amarilla / Sea un líquido inmundo / Mi agüita amarilla. Mi agüita amarilla’.

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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