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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 27 de Mayo de 2023

¿Qué es una moleskine?

[Img #194180]Et voilà. Dado que no es la primera vez que un avisado lector me pregunta qué es eso de la moleskine, donde digo tomar notas para alguna que otra Opinión, creo que es éste tan buen momento como cualquier otro para contárselo, así que aquí lo tiene. Para empezar he de aclarar que si bien la suelo referir en femenino, en realidad es de género masculino pues se trata de un cuaderno de notas, uno por lo general de tapas negras flexibles, provisto de una banda elástica a la derecha para mantenerlo cerrado y con un lomo que permite abrirlo ciento ochenta grados (180º). Lo que unido a su pequeño tamaño posibilita que la guardemos incluso en un bolsillo y así llevarla en todo momento para tomar notas, dibujar, escribir, etcétera. Como ve nada del otro mundo y sin embargo algunos hablan de él como de un “cuaderno legendario”, utilizado por viajeros románticos, artistas bohemios e intelectuales de todo el mundo, a lo largo de estos dos últimos siglos ¿Qué hay de verdad en esta historia?

 

Haciendo historia. Investigando descubro que el gran impulsor moleskinero fue un tal Bruce Chatwin (1940-1989) novelista y escritor de viajes inglés, muerto a temprana edad y cuya obra más famosa es una novela, ‘Los trazos de la canción’, y quien al parecer utilizaba estos cuadernos en todos sus viajes escribiendo en ellos las anotaciones para sus libros por lo que, para él, sus moleskines tenían una importancia fundamental. Tanta, que solía poner en ellos su nombre, dos direcciones y la promesa de recompensar a quien la devolviera en el caso de que la perdiese; hasta dicen que solía decir al respecto: “Perder mi pasaporte era la menor de mis preocupaciones; perder un cuaderno, eso sí que sería una catástrofe”. Chatwin adquiría estos cuadernos en una vieja papelería parisina, y siempre iba bien provisto de ellos en sus viajes ya que, dada su extraordinaria calidad, no era infrecuente que sus amigos le pidieran que les regalara uno.

 

Entre ficción y realidad. Cuentan que este cuaderno fue utilizado por célebres personajes que van desde Van Gogh a Matisse, pasando por Picasso y Hemingway, lo que podría ser, pero lo cierto es no existe ninguna prueba que sustente dicha afirmación. Lo que sí está claro es que estos artistas tuvieron que utilizar algún tipo de cuaderno de notas, si bien nada demuestra que fuesen los mismos que usó el inglés y que en la actualidad aún se venden y sobre los que tengo dos indicios que no van a su favor de su autenticidad. Uno, la imprenta-papelería donde el escritor compraba los cuadernos desapareció en 1986, cuando su dueño falleció llevándose el secreto de su fabricación a la tumba; un callejón sin salida investigadora. Otro, no se ha conservado ninguno de los cuadernos de Chatwin, de modo que el modelo moderno se ha fabricado gracias a las descripciones que este hombre hizo de los que él utilizó, pero no copiado de ningún original, otro callejón sin salida. Así que nada de nada, ni pizca de realidad que se pueda constatar.

 

Moleskinero negocio. Nada de una realidad constatable, o todo de un rentable negocio, verá por lo que le digo esto. En 1998 una empresa retomó su producción con la idea de lanzarlo como un cuaderno diferenciado y diferenciador. Y primero potenció su legendario pasado, ligándolo a la cultura y los viajeros románticos, y después proyectó su lucrativo futuro, con múltiples apariciones en prensa, televisión y cine. De la publicidad cinematográfica me viene a la memoria su aparición, entre otras películas, en ‘Indiana Jones y la última cruzada’ de 1989, la tercera de la saga. Fíjese si tiene ocasión, es en el mítico cuaderno donde el padre de “Indi” hace sus anotaciones de la santa copa. Sí, el diario del Santo Grial es una moleskine, y esto se conoce como publicidad de un producto con la que se consigue que gente normal, al comprarlo, se sienta especial y diferente al resto de los humanos, algo que gusta a todos o casi.

 

De la felicidad. Y gusta porque una buena parte de esa sensación de ser diferentes a los demás proviene de su precio, no, no suelen ser productos baratos por lo que no todos pueden acceder a él, de ahí la diferencia. Es lo que tiene el dinero que, como decía Woody Allen, no da la felicidad pero crea una sensación tan, tan, parecida, que necesitaríamos un especialista muy especializado para distinguirlas. Personalmente pienso que es muy posible que el dinero no dé la felicidad, tampoco que la compre hecha, no, pero es más que probable que se trate del mejor antídoto conocido para alejar las penas. Sabido es que la felicidad no existe y que lo único que existe es el deseo de ser feliz, por eso lo digo, claro que todo lo anterior no deja de ser más que mi prescindible opinión.

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

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