‘¡A que no sabes desde dónde te llamo!’ (1)
Acerca del móvil. Dada su enorme proliferación mundial y extraordinario uso, cualquier joven en la actualidad podría pensar, no falto de cierta razón, que lleva entre nosotros toda la vida, pero en puridad esto no es así; bueno toda su vida sí, si ésta no supera el medio siglo, mas los que ya peinamos canas o casi no tenemos canas que peinar, sabemos muy bien que no siempre fue así ni muchísimo menos. No porque este pequeño y profuso artilugio, tal como lo conocemos hoy, prácticamente acaba de cumplir los primeros cincuenta años de existencia y a pesar de ello, no son pocas las curiosidades que existen en torno a él: ¿quién lo diseñó? ¿quién hizo la primera llamada? ¿qué dijo? ¿a quién llamó? ¿cuándo y desde dónde la hizo? Bien, vayamos por parte empezando por el principio, así que lo mejor es que le ponga en antecedentes.
Entre empresas anda el juego. En concreto esta historia de la telecomunicación que le traigo tiene dos protagonistas. Una la Bell System, el gigante que dominaba las telecomunicaciones en Estados Unidos desde su creación en 1877, y cuyos ingenieros habían lanzado la idea de un sistema celular de teléfono justo después de la Segunda Guerra Mundial; un proyecto que a finales de los años 60 había logrado instalar teléfonos en los vehículos, un imperativo espacial impuesto de alguna manera por la enorme batería que necesitaban para funcionar. La otra empresa era Motorola,
por aquellos entonces un operador pequeño en el mercado estadounidense de telecomunicaciones que, naturalmente, no quería quedarse atrás en una carrera que estaba destinada a producir la primera tecnología en este sector. Y en ella su grupo de ingenieros y diseñadores expertos en semiconductores, transistores, filtros y antenas encabezado por el gerente de sistemas el ingeniero estadounidense Martin Cooper (1928), pensaba que una movilidad telefónica en un automóvil no era una movilidad real.
El primer prototipo. Y a finales de 1972 decidieron que había que diseñar un dispositivo que la gente pudiera utilizar en cualquier lugar, ellos, a diferencia de la Bell, eran de la opinión que la gente cuando llama quiere hablar con alguien, aunque no esté en una casa, en una oficina o en un auto, y vaya si acertaron. No sólo le ganaron la partida comercial sino que iniciaron una revolución en nuestros hábitos de comunicación que no hace falta que le describa. Y de aquellos polvos setenteros estos lodos del tercer milenio en los que vivimos, en un proceso que comenzó bien pronto porque a finales de marzo de 1973 -prácticamente habían pasado tan solo tres meses, y gracias a un extraordinario trabajo de equipo y una millonaria inversión económica por parte de la compañía-, Cooper tenía en sus manos el modelo DynaTAC 8000x (“Cobertura dinámica adaptativa del área total”, acrónimo de DyNamic Adaptive Total Area Coverage en inglés). Un prototipo de terminal móvil que pesaba casi un kilogramo, había costado algo más de cuatro mil dólares y tenía una batería para tan sólo veinticinco minutos de conversación; una limitación temporal que en realidad no representaba un problema ya que, dado su peso, nadie podía sostenerlo durante más tiempo en su mano mientras hablaba.
Antecedentes ficticios. Según cuenta el mismo Cooper en unas declaraciones realizadas ya en este siglo XXI, la idea de construir este conector le vino a modo de inspiración de la ciencia ficción, en concreto del futurible y pequeño dispositivo portátil llamado “comunicador” que utilizaban el capitán Kirk y el resto de personajes de la serie televisiva Star Trek allá por los años sesenta, seguro que lo recuerda. Un artilugio que les permitía comunicarse a largas distancias y eso fue lo que le atrajo, haciéndole imaginar un futuro en el que las personas podrían llevar teléfonos consigo y comunicarse sin (casi) ningún tipo de restricción. Por si le interesa, no es ésta la única innovación tecnológica que, a lo largo de los años, han tenido su fuente de inspiración en esta serie, es por tanto un ejemplo más de la fructífera simbiosis entre ciencia y ciencia-ficción. Interesante.
Y lo es más aún si tenemos en consideración la hipótesis de algunos estudiosos de la cosa ésta, según la cual, lo que hizo pensar a Cooper por primera vez en la existencia real de algo así fue la radio de muñeca que usaba el detective Dick Tracy en la tira cómica de la prensa estadounidense creada en 1931 por Chester Gould. Por si no cae ahora el tal Tracy es un inspector de policía que se vale de la ciencia forense, de artefactos tecnológicamente avanzados y de sorprendentes ingenios e inventos para atrapar a los malos malotes, y todo eso muchos años antes de que se llegaran a utilizar en el mundo real. Dejo aquí este fleco suelto de la costura futurista, para hilvanarlo en mejor ocasión, y vuelvo a lo mollar de hoy ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Desde dónde? ¿Qué dijo? ¿A quién? Son preguntas en busca de respuestas, en torno a esa primera llamada telefónica realizada desde un móvil? (Continuará)
CONTACTO: [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia
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