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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 03 de Diciembre de 2022

Fútbol y literatura (a favor y entre dos aguas)

[Img #180960](Continuación) Se lo decía la semana pasada, el fútbol es sin lugar a dudas el único deporte capaz de paralizar la atención de medio planeta, y más aún en el desarrollo de un Mundial de Fútbol como el que vivimos. Uno en el que no hay algún dispositivo audiovisual, que no esté encendido para ver determinado partido por una fanaticada que, irremisiblemente, toma posición por uno u otro equipo. Una acción ésta que no distingue sexo, religión, nacionalidad ni profesión; es así, de estos mimbres dicen algunos que nos hizo Dios, y ya que vamos de mimbres literarios le ofrezco una terna más.

 

Sartre, Nabokov y Asturias. Del literato francés, pareja de la filósofa y también existencialista Simone de Beauvoir, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1964 que rechazó por convicciones culturales, es sabido que disfrutaba del futbol al que consideraba como el mejor ejemplo de la relación entre hombres. De hecho, Jean Paul Sartre, nos dejó una clara analogía en la visión de la condición humana según el existencialismo, “En el fútbol todo se complica por la presencia del equipo adversario”. Qué gran verdad futbolera. Por su parte, el autor ruso-estadounidense-suizo Vladimir Nabokov, además de autor de Lolita, ajedrecista, traductor y lepidopterólogo en su autobiografía se describe como “un portero excéntrico, pero bastante espectacular, en mi etapa en el equipo del Trinity College de la Universidad de Cambridge”.

 

Es más, en su poema Football, escribió: “Afortunadamente, el juego se disputaba mucho más en la otra mitad de campo…”. Y claro está, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias escritor, periodista y diplomático que tanto contribuyó al desarrollo de la literatura latinoamericana, llamando la atención sobre la importancia de las culturas indígenas. Es el autor de la novela Hombres de maíz y Premio Nobel de Literatura en 1967, lo que no le impidió explicar en un artículo el origen uruguayo de la palabra ‘hincha’. Al parecer está inspirada en un hombre que se ganaba la vida inflando cauchos de bicicleta los días laborables pero que los domingos iba al futbol y como era el que más sufría y se desgañitaba en la tribuna, al preguntar la gente quién era ese hombre, los que le conocían contestaban, acordándose de su profesión: “Es el hincha”.

 

Del césped a la poesía y viceversa. Vaya por delante que este apartado me lo ha dejado botando Luis García Montero a quien hace tiempo leí algo así como “los futbolistas sueñan con los pies y los poetas corren con la cabeza”. Dejado digo porque uno de los primeros, el futbolista Xavi Hernández, ya sabe “nuestro hombre en Qatar”, se dejó caer un día con “La velocidad de la cabeza es más importante que la de las piernas”, quiero pensar que el tarrasense quería decir que el fútbol no es sólo correr y dar patadas a la pelota. Y botando porque uno de los segundos, el poeta Miguel Hernández, gran aficionado al futbol, jugaba de extremo en La Repartidora, un equipo humilde de su Orihuela, ésa donde se le murió Ramón Sijé, con quien tanto quería.

 

Como futbolista dicen era bueno pero lento, de ahí que le apodaran ‘Barbacha’ (caracol), y como poeta llegó a escribir una elegía futbolera para sublimar a los arqueros. Al parecer en un partido, Lolo, el portero del Orihuela FC, se dio un golpe contra el poste y se abrió una enorme brecha en la cabeza. Un lance más del juego pero a partir del cual el oriolano escribió ‘Elegía al guardameta’, todo un ejercicio de inventiva donde regateó entre la ficción de la muerte y el juego de la rima. ‘Fue un plongeón mortal. Con ¡cuánto! tino / y efecto, tu cabeza / dio al poste. Como un sexo femenino, / abrió la ligereza / del golpe una granada de tristeza’.

 

Entre dos aguas. Cuando se investiga sobre la importancia del fútbol en la literatura, llama la atención un hecho, a pesar de la constatada importancia social de este deporte, y lo mucho que se habla y se escribe sobre él en nuestros días, son relativamente pocos los escritores que han hablado y hablan de fútbol. Componen una lista menor de autores -que no una lista de autores menores, entre los que hay defensores furibundos y otros, en menor cantidad, que lo critican- comparada con la mayoría que no quiere saber nada del reconocido como deporte rey.

 

Una contradicción sociocultural que algunos estudiosos del asunto lo asocian con un criterio generalizado entre editores, autores e incluso lectores de alto estrato cultural, según el cual escribir de fútbol es como visitar los suburbios de la literatura. Y como el futbol, al menos en Europa, estuvo asociado desde el principio a la baja cultura, este supuesto desprestigio hizo que mucho plumilla no se acercara a él; algo bien diferente a lo ocurrido en Estados Unidos, por ejemplo, con el boxeo. Pero existe otra hipótesis explicativa, acerca del páramo futbolero en la literatura española. (Continuará)

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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