Calle Charco, con Antonio Franco
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ERRATAS
Siempre se ha dicho que “errar es de humanos”. Quizás se empleó esta expresión para explicar nuestras limitaciones.
No cabe duda de que todos nos equivocamos en más de una ocasión. Pero, sin duda, lo importante no es equivocarse, sino rectificar. “Rectificar es de sabios”, acuñó alguien que, indudablemente, se equivocó en más de una ocasión, tantas como usted y como yo.
San Agustín le daba un valor existencialista al error. Decía el santo: “si yerro, existo”. Este razonamiento agustino, bien mirado (o leído) nos lleva inequívocamente a la frase con la que se iniciaba este artículo.
Los hay que dan al hecho de equivocarse una sensación pesimista del Hombre, colocándonos en el vagón de cola de la Creación. Los que así opinan expresan que “el Hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”.
Muchos se equivocan porque hablan demasiado. Y para excusar semejante comportamiento sacaron de la chistera el conocido dicho de “quien tiene boca, se equivoca”.
Claro que hubo quien le recriminó semejante atrevimiento y optó por la prudencia, declarando que “en boca cerrada, no entran moscas”.
Ahora hagamos, un ejercicio práctico y apliquemos la introducción en nuestra vida diaria.
¿Se equivocó doña Eva Corrales en sus declaraciones proclamándose Alcaldesa de pleno derecho, por haber ganado las elecciones, sin consultar con don Lorenzo?
Podemos afirmar que se equivocó, como la paloma de Alberti. ¿Se fue al sur y perdió el norte? ¡La paloma de Alberti, no! ¡Doña Eva Corrales!
Pero rectificó y demostró con ello sabiduría.
Pero, por otra parte, ¿no sería don Lorenzo quien cayó en el error y es él quién ahora quiere rectificar, después de haber leído “Las confesiones” de San Agustín? ¿Se dio cuenta don Lorenzo de su existencia humana, no divina, al admitir su error?
“El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Cada crisis económica viene acompañada de los mismos efectos. Nos volvemos racistas, nacionalistas, egoístas,…Ya sobran los inmigrantes a los que antes habíamos llamados para realizar las tareas desechadas por los nativos. Nos volvemos hasta tal extremo “nacionalistas” que sólo queremos que trabajen en nuestra localidad los nacidos en ella. “El trabajo para los de aquí”, defienden los “nacionalistas-localistas”. Y se olvidan que muchos de aquí trabajan en otras poblaciones.
El punto extremo de estas tendencias se produce en un renacer del fascismo-nazismo que desembocó en la Segunda Guerra Mundial. Las ideas fascistoides que parecían desaparecidas vuelven a resurgir. En las distintas convocatorias electorales, los partidos de extrema derecha van escalando posiciones. Igual que en la Alemania del primer tercio del siglo XX. La Historia parece empeñada en repetirse.
La matanza producida en Noruega por uno de estos “visionarios” viene a demostrar que “hay que retirar la piedra del camino para evitar tropezar otra vez con ella”.
Pero retomemos el asunto de las equivocaciones en el punto donde lo dejamos. A la confusión al transcribir algún texto se le denomina errata. Cualquier texto que caiga en nuestras manos puede contener alguna.
Normalmente tiene poca importancia. Aunque, el castellano es tan rico en matices que una simple tilde cambia el significado de una palabra. No es lo mismo un SÍ afirmativo que un SI condicional.
Cuando hablan los políticos hay que prestarles bastante atención. Casi la misma que al contratar una póliza de seguros, porque puede haber letra pequeña y se puede pasar por alto lo más importante del mensaje.
-¿Lo repito? ¿Está claro?
Se puede contestar de dos formas diferentes utilizando las mismas tres palabras:
NO, está claro. Y: NO está claro.
Con la inclusión de una coma la respuesta tiene dos significados totalmente diferentes.
Al escribir demasiado, igual que al hablar en demasía, uno puede equivocarse. “Quien tiene boca, se equivoca” y “quien usa el lápiz, puede tener un dislate”, se me ocurre decir, digo escribir.
Por mi parte, prefiero correr el riesgo de cometer una imprecisión en cualquier comentario, que permanecer con la boca cerrada para evitar “las moscas”, esto es, los comentarios adversos.
Salud.
ANTONIO FRANCO GARCÍA












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