Fanatismo
Cuando oímos la palabra fanatismo siempre la acompañamos del término religioso. Fanatismo religioso. Tal como se define, el fanático es aquella persona que defiende con apasionamiento desmedido creencias u opiniones religiosas. La primera conclusión a la que llegamos, leyendo la definición, es que con el fanático no se puede discutir, ni dialogar, ni razonar, ni mantener una mínima conversación de enfrentamientos de pareceres. El fanático tiene restringida su cultura y sus conocimientos a su mundo. Por tanto, posee un desconocimiento profundo de todo lo exterior a él. Podemos considerar, por tanto, que el fanático no es una persona libre. Está preso en la cárcel de sus ideas y niega, o no admite, que haya otras.
Decía al principio que el término, por definición, va unido a connotaciones religiosas, pero el fanatismo se puede extender a otros campos, aunque los denominemos con otros nombres.
Por ejemplo, utilizamos el anglicismo “fan”, para referirnos al admirador, al partidario, al entusiasta de algún famoso. Al utilizar “fan” se suaviza un tanto el término fanático.
En el fútbol, el término para definirlo es “hincha”, aunque a los fanáticos de verdad se les llama “ultras”, y se suelen colocar en algunos de los fondos de los estadios de fútbol. A propósito, les sugiero que curioseen sobre el origen de la palabra “hincha” en el mundo del balompié.
Pero existen también los fanáticos políticos. Son los denominados extremistas (ya sean de derechas o de izquierdas). Y como en la religiones, los fanáticos políticos no ven más allá de sus ideologías. Todo se degrada ante sus ojos conforme la línea ideológica se va separando de la suya. Todos son considerados enemigos en el momento en que no se está con ellos. O con ellos o contra ellos, no hay más.
No hace falta resaltar lo peligrosas que resultan estas posturas porque las vivimos cada día: atentados, violencias en los estadios, en la calle, en las guerras...
Visto lo visto, la sociedad no ha evolucionado gran cosa en el terreno de los sentimientos. Basta echar una mirada retrospectiva para ver que el fanatismo ha existido siempre y siempre ha provocado graves daños. Hoy, en pleno siglo XXI sigue existiendo. Como decía Miguel Delibes en su obra “Un mundo que agoniza”, estamos más juntos, pero no más próximos.
Por eso, resulta altamente pedagógico recuperar la memoria histórica en referencia a los actos de barbarie ocurridos durante nuestra guerra y posguerra civil. Que el fanatismo salga de nuestra sociedad es tarea de todos. Respetar las ideas de los demás para que los demás respeten las nuestras es prueba de madurez tanto cultural como educacional.
Al fin y al cabo, las personas están por encima de las ideologías, y su concepto sí que es Universal, más que el de las religiones o el de las ideologías políticas.
Cuando digo respetar no quiero decir renunciar a las nuestras, ni luchar por defenderlas.
¿Utopía? Tal vez.
Luis | Lunes, 24 de Octubre de 2022 a las 10:07:21 horas
Enhoabuena Franco, nunca he visto una descripción más exacta del propio escritor del comentario.
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