La llegada de militares a Rota siempre es acogida de muy buena gana por parte del comercio local, fundamentalmente de la hostelería que se aprovecha de su presencia para mejorar ventas en días que normalmente, son más flojos de clientela.

El lunes llegaron a la Base Naval de Rota dos barcos militares británicos con unos 700 militares de los cuales, muchos de ellos, salieron ayer a disfrutar de su tiempo libre. Fue normal ver por la zona de la Costilla terrazas con personal militar de asueto, consumiendo en bares y restaurantes. Hasta ahí, todo normal y buen balance de algunos bares que se beneficiaron notablemente.  El problema llegó a medida que fue avanzando la tarde y la noche cuando el estado de embriaguez generalizado de muchos militares llegó a un límite tope donde empezaron las peleas y reyertas entre ellos. 

Aunque hubo presencia policial por parte de Policía Nacional con la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) y de la Policía Local con varias patrullas, sobre las doce de la noche la situación se volvió complicada y hubo que actuar. Tanto es así que, aconsejados por la Policía, muchos bares de la Costilla procedieron a cerrar antes de tiempo como medida preventiva para no sufrir daños en sus locales. 

Hasta que a las dos de la madrugada no se fueron los últimos militares británicos de los más de 200 que pudo haber por las calles horas antes, no se recuperó la calma.

Las peleas y reyertas se sucedieron entre ellos, aunque no hubo daños mayores y los pocos ciudadanos civiles que estaban por la zona prefirieron alejarse del tumulto para no verse en medio de ninguna pelea. El estado de embriaguez por el alto consumo de alcohol obligó también a algún traslado en ambulancia  al hospital de la Base Naval de Rota para ser atendido.

No es la primera vez que la llegada de militares británicos provoca este tipo de situaciones complicadas. Hace unos meses, destrozaron urinarios de algunos bares y puertas. Ayer, que sepa este medio, la medida preventiva de cerrar por adelantado parece que lo evitó aunque la calle quedó llena de botellas y vasos rotos  fruto de las peleas y reyertas que fueron disueltas gracias al amplio dispositivo policial.  La limpieza de todos los cristales corrió a cargo de los servicios municipales de limpieza.