Modales
El hecho de dar los buenos días cuando nos tropezamos con alguien o entramos en algún lugar por la mañana, no es solo un acto de saludo. Conlleva, además, un propósito. Al dar los buenos días estamos comunicando que deseamos a nuestro receptor el que tenga un buen día.
Al dar los buenos días me encuentro, no se si a ustedes les ha pasado lo mismo, con diversas situaciones:
-¡Buenos días!
-¡Buenos días!
Cortesía.
-¡Buenos días!
Un fugaz silencio al que sigue una especie de gruñido.
-¡Buenos días!
Provocada cortesía.
-¡Buenos días!
Un silencio duradero convertido en estable mutismo.
¿Descortesía?
Tal vez antipatía.
¡Qué tengan ustedes un buen día! ¡Y una buena semana!
Sin excluir a nadie, por supuesto.












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