Diario del año del coronavirus
Guía para que la izquierda pierda las elecciones (o para todo lo contrario)
por Balsa Cirrito
Las dos últimas encuestas que han aparecido le auguran la victoria al PP en unas hipotéticas elecciones generales. Como siempre digo, lo mejor para un país europeo desarrollado es el relevo periódico de un partido de centro izquierda por uno de centro derecha y viceversa. Sin embargo, en esta ocasión hay cosas que sorprenden.
La izquierda va a perder las elecciones, y la razón principal y triste – ya lo veremos- es que las van a perder por bocazas y por gilipollas. Es cierto que las subidas de precios por mor de la guerra de Ucrania perjudican la imagen del gobierno, y que Sánchez, debido a lo ajetreados que han sido los últimos tiempos, parece que llevara una década en el poder, cuando solo lleva cuatro años. Es cierto también que desde la prensa de derechas se ha desatado una campaña violentísima contra el gobierno, solo comparable a las que se lanzaron en su día contra González por los casos de corrupción o contra Aznar por la guerra de Iraq. La diferencia con aquellas es que en la actualidad no hay tantos motivos para estar tan irritado. Leyendo esos periódicos de combate que son Abc y, sobre todo, El Mundo, tenemos la sensación de encontrarnos al borde del Apocalipsis español, cuando la realidad es bien diferente.
Tomemos los datos ciertos, y para referirnos a los grandes problemas de nuestros días, nos encontramos con que, según la OMS, España es uno de los países que mejor se ha enfrentado al Coronavirus. Es cierto que hubo titubeos al principio, pero comparado con el patio de Monipodio que es la Comunidad de Madrid, el gobierno de España casi alcanza el cielo (recordemos que, pese a ser una máquina de enriquecer familiares y de tomar medidas estrafalarias, Ayuso ha ganado las elecciones por goleada). La guerra de Ucrania está golpeando a todos los países europeos, pero según la OCDE, España es, de nuevo, el país que mejor ha encarado la circunstancia y que menos está sufriendo los efectos. En cuanto a la situación económica, los datos positivos sobre el empleo son abrumadores (aunque ayer apareció alguno que no lo era tanto). Records históricos de afiliación a la Seguridad Social, records de creación de puestos de trabajo, cifras de paro tan bajas como las de hace quince años… Y, encima, con algo realmente novedoso, que gran parte de ese empleo creado es empleo fijo, con el añadido de haber subido dos veces el salario mínimo. Si seguimos por este camino, uno de los mantras de la derecha es la cuestión del independentismo catalán. Pues lo cierto es que en este sentido las cosas marchan mucho mejor que cuando Sánchez llegó a la Gran Poltrona. El número de catalanes que quiere la independencia es sensiblemente inferior al que había cuando gobernaba Rajoy, lo cual, parece bastante lógico: si un independentista pudiera elegir el gobierno de Madrid, seguro que elegiría el de VOX, porque sería el que más le favoreciera. Con todo esto que llevo dicho, quizás resultara más comprensible que Sánchez ganara las elecciones, pero es que el gobierno de coalición PSOE-Podemos tiene un talón de Aquiles del tamaño del talón de un T-Rex: es un gobierno bocachanclas.
(Por cierto, hay algo muy curioso, y es que los ministros más conocidos son los de Podemos, que, al fin y al cabo, son los menos numerosos. Piensen en ministros, y seguro que los primeros que vienen a la cabeza son Irene Montero, Garzón y Yolanda Díaz. Montero y Garzón son dos metepatas profesionales, especialmente la primera (Garzón, más que metepatas, es de una ingenuidad que raya con la infancia perpetua), y quizás esa sea la razón por la que los conocemos más).
Pero a lo que voy. En el gobierno, particularmente en el sector podemita, existe una tendencia irrefrenable a decir cosas que le puedan perjudicar. Hay una parte de la izquierda que actúa como niños en Disneylandia: quieren todas las atracciones, aunque sean peligrosas o no les gusten de verdad. Así – y conozco varios ejemplares de la especie – entran al trapo de absolutamente todos los asuntos que huelan, aunque sea mínimamente, a progresidad. Esto es, cualquier propuesta feminista, por disparatada que resulte, hay que apoyarla. Cualquier cosa que digan o pretendan los gais (no digo ya nada si son los trans), hay que favorecerla. Cualquier asunto en el que esté envuelta una minoría racial, es un asunto donde la minoría lleva razón. Cualquier idea que surja en la mente de un ecologista, es buena. Hay algo que este sector izquierdista parece no haber entendido, y es que se puede ser mujer y gilipollas, gay y cabronazo, negro y una bestia parda o ecologista y tonto el haba. Son cuestiones que no están reñidas. Dicho más claro: no siempre son los buenos.
Es normal que haya hombres, muchos hombres, que estén hasta los ovarios (vamos a utilizar el lenguaje igualitario) de que por defecto se los presente como seres maléficos. No creo que nada haya hecho perder tantos votos a la izquierda como su insistencia en el ridículo, disparatado y anticientífico lenguaje inclusivo. Y, desde luego, los que se cabrean con la izquierda tienen a menudo razón. Recuerdo como una barbaridad goebbelsiana cuando la Junta de Andalucía, dirigida todavía por el PSOE, obligó a la OCU a cambiar la palabra “consumidores” por “consumidores y consumidoras”, bajo la amenaza de retirarle la subvención.
Pero lo grave es que estos excesos son, en su mayor parte, verbales. Si somos objetivos – que no lo vamos a ser – estaremos de acuerdo que Pedro Sánchez ha dirigido un gobierno esencialmente moderado. Llamarlo comunista no solo es una estupidez, es mentira. Como digo, los mayores despropósitos han sido de lenguas ineptas, por no llamarlas directamente estúpidas. Hay en la izquierda española, y es una tendencia que viene de lejos, un deseo irrefrenable de hacer cantar el Trágala a sus oponentes políticos, y ahí la fastidian como avutardas.
En fin, va a perder la izquierda, y, pese a haber gobernado bien, bastante bien en tiempos muy revueltos, se lo van a merecer, por capullos. Suelo decir que quien más ha influido en mi visión política de España es Benito Pérez Galdós. Galdós era indudablemente de izquierdas, pero cualquiera que lea ese monumento casi inabarcable de los Episodios Nacionales termina llegando a una conclusión: la derecha es cerril, pero la izquierda es estúpida.
Ahí lo dejo.


































Verderón | Jueves, 04 de Agosto de 2022 a las 18:46:30 horas
Que el P.P. y sus políticos han cometido actos de corrupción y ha prevaricado está más que demostrado y si no véase el caso Bárcenas y la sede de la calle Génova.
Pero decir que el P.S.O.E, es tontito e inocentito me parece de un cinismo colosal y si no miremos los casos de los fondos reservados y los eres en Andalucía, condenados hasta en el supremo
Para tener credibilidad hay que juzgar a todos con el mismo rasero y exigir la devolución de lo robado por ambos.
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