Del mismo modo que la izquierda francesa animó a sus votantes a apoyar en la segunda vuelta de las presidenciales al candidato de la derecha liberal Emmanuel Macron  frente a la candidata de la ultraderecha Marine Le Pen, la izquierda en Andalucía, ante el fracaso electoral que hemos sufrido, nos alegramos de que Vox haya naufragado en sus pretensiones en nuestra tierra.

Es un consuelo que la señora Olona no vaya a ser la vicepresidenta del gobierno andaluz. Su altanería, rozando lo chulesco, la prepotencia utilizada para ocultar sus deficiencias en el conocimiento del sentir andaluz, su falta de propuestas... le han llevado a la frustración a pesar del aumento de los votos.

Ciudadanos desaparece del Parlamento andaluz. Es una norma no escrita la que dictamina que en los gobiernos de coalición el partido que lo preside siempre se lleva el cien por cien de la gestión.

El fracaso de la izquierda lo resume con acierto Juan José Téllez en un artículo donde comenta los resultados electorales del 19 de junio. “Ay de la izquierda vida de Brian, la que solo se junta en el paredón….”.

Sigo proclamando que sus intereses (los de la derecha) no son los míos, pero la mayoría con sus votos no se lo cuestiona. Y, como demócrata, respeto la voluntad de las urnas.  Como escribe Téllez, “quizá nos creímos el tópico que pensábamos que Andalucía era de izquierdas, que no dimos en pensar que, sencillamente, era y es del sol que más calienta, siempre que salga por Antequera: era y es, -su historia manda-, del 'Virgencita mía que me quede como estoy', o sea del 'ande yo caliente ríase la gente' de Góngora. El pueblo no es sabio, pero tampoco es idiota: el pueblo es el pueblo, con su pan de cada día, con sus pocos libros y sus telenovelas turcas, con sus cuotas de la cofradía o de la chirigota, con su congoja por el Euroribor y el combustible, subiendo más que la abstención”.

Este análisis, lejos de ser pesimista, muestra un camino que hay que retomar. Y digo retomar porque era por el que transcurríamos y que en algún momento, quizás, perdimos de vista. Lejos de catastróficos augurios, enciende una luz de advertencia. Si no somos capaces de ofrecer un proyecto común, lejos de todos los egos, con la unidad por bandera, solo nos quedara el consuelo de que las huestes de Abascal no toquen poder y marquen el camino de los andaluces. Sigo teniendo claro que los intereses de la derecha no son los míos, pero si tengo que elegir entre lo malo y lo peor, entre la mesura y la prepotencia, entre Moreno Bonilla (Macron) y Macarena Olona (Marine Le Pen)...

Saramago escribió que “la derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva”. O como decía Antonio Machado “todo pasa y todo llega, nada es eterno...”.

El aprendizaje consiste, entre otras cosas, en no tropezar con la misma piedra continuamente. Pues eso.