La felicidad colectiva
La felicidad es quizás el concepto más tratado por los filósofos a lo largo de la Historia. Desde los presocráticos hasta autores más cercano en el tiempo como Bertrand Russell, han coincidido en que la búsqueda de la felicidad siempre ha sido el objetivo del ser humano. Otro cosa es la definición y el contenido que cada cual le da a la misma.
Algunos comparan la felicidad con la suerte. Así, los anglosajones se sienten “happiness”. Palabra derivada del verbo “hap” que traducido resulta “tener suerte”. Los franceses van en la misma línea.
Nuestro vocablo Felicidad proviene de la raíz latina “felix”, afortunado.
Simone de Beauvoir, pone en boca de la protagonista de su novela “La mujer rota”, una frase que comparto: “Despertarse contento puede ser una definición de la felicidad”.
El ya mencionado filosofo británico, Bertrand Russell, en su libro, “La conquista de la felicidad”, enumera las líneas maestras para conseguir ser feliz. Para él, la felicidad es una conquista.
La felicidad ha sido tratada casi siempre como un objetivo personal. Pero, a lo largo de la Historia también se ha considerado como un objetivo general. La Constitución de 1812, por ejemplo, ya recogía que “el objeto del gobierno es la felicidad de la Nación”. Y anteriormente a nuestra primera constitución, ya la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos recogía la búsqueda de la felicidad para todos los ciudadanos. Existen más ejemplos históricos sobre este fin como el de la Revolución francesa de 1789.
Los antecedentes históricos vienen a decir que ser feliz es un derecho.
Se puede afirmar que las sociedades alcanzan la felicidad colectiva cuando logran alcanzar sus derechos. Esto es: derecho a un trabajo, derecho a una vivienda, derecho a ser atendido en temas de salud, derecho a una educación y formación, derecho a una ancianidad digna... Alcanzar todos estos derechos se puede resumir en el derecho a ser feliz que tenemos todos como sociedad.
La felicidad colectiva puede tomar otras vertientes menos importantes que las mencionadas, pero altamente gratificantes en un momento dado. Por ejemplo, ganar un Mundial de Fútbol. Hasta los que no son forofos de este deporte, tienen que reconocer que tras ganar España el Mundial de Fútbol del 2010 de Sudáfrica, los españoles fuimos inmensamente felices. Al menos ese día.
El personal sanitario de guardia reconoce que en todo el país, durante aquella final, pocos ciudadanos acudieron a los servicios de urgencias. Este dato es puntual, claro. Aunque algunos gobiernos, sobre todo dictatoriales, aprovechan los logros deportivos para “hacer felices” a su ciudadanía.
Como este texto no deja de ser un artículo de opinión (de mi opinión) diré que coincido con Monique, la protagonista de “La mujer rota” en la definición de felicidad. Claro que, para estar alegre al despertar, tener salud es lo más importante. También coincido con Russell cuando escribe que “la felicidad depende, en parte de las circunstancias y, en parte de uno mismo”. En referencia a esto se puede asegurar que “aquellos que quieren cantar siempre encuentran una canción”.
Sean felices.












Rebelderota | Domingo, 12 de Junio de 2022 a las 18:33:57 horas
Cuando se expone la verdad de la engañifa del comunismo , salen alguno preocupados por mi salud mental , eso si la Felicidad colectiva no es preocupante porque aunque sea impuesta por el comunismo Y se lo crean , siempre habrá gente sea como lo que dice esta frase ,tú eres comunista porque eres tonto o eres tonto porque eres comunista.
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