Juan Montes
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JOSÉ GONZÁLEZ GUTIÉRREZ, "PEPE GUINDATE"
En esta cita tenemos a bien reseñar a una persona vinculada al mundo de la agricultura, natural del Puerto de Santa María, pueblo ubicado en los márgenes del río Guadalete. Población marinera y viticultora auténtica estampa de casas encaladas y donde sus calles están salpicadas de bodegas. La estética paisajística de la rivera de El Puerto es un escenario ideal para el disfrute de la naturaleza destacando sus palmeras en su largo recorrido del sendero del río Guadalete.
Pepe nació en el año 1916 en la calle del Ejido de San Juan número, 2, en pleno centro neurálgico de la villa portuense fruto del matrimonio entre ABELARDO y MANUELA. Disfrutó de opciones estudiantiles en sus primeros año de niño en las escuelas ubicadas en las calles San Bartolomé, Cielo y Vicario del que era profesor Don Antonio recordando el contenido de cada ejemplar en sus diversas asignaturas lo que le destaca como una mente lúcida. La Parroquia Mayor Prioral albergó su primera comunión. Creció siempre anexionado al mundo del labriego junto a sus trece hermanos, no en vano, su padre era agricultor realizando sus tareas en una finca cercana a su vivienda denominadas "la borda" y "el cerro de las cabezas" durante los años 1927 al 30 y propiedad de don José Repeto. Su manera de concebir la vida y las necesidades del momento hicieron de nuestro homenajeado una persona perseverante dedicada al trabajo diario y con ello, albergar posibilidades de crecimiento laboral. Las tareas de servicio militar fueron realizadas en el depósito de recría y doma durante cuatro años desde el día 2 de febrero del 1936 hasta el 2 de octubre de 1939.
Un buen día, cuando araba en el campo con 6 yuntas de mulos, le reseña el cunero a Pepe que una guapa zagala de la familia de los Peña vivía cerca del entorno. Acercándose a verla mientras ella lavaba la ropa de sus seres queridos, minutos después vuelve al pago montado a lomos de su caballo cuando ella tan solo tenía 16 primaveras y él 23. Todo fue transcurriendo con la sencillez de entonces y su evolución les llevó a formalizar su enlace con Trinidad. Años más tarde, y tras su enlace nupcial, nacen fruto de su matrimonio 7 hijos: Antonio, Abelardo, Pepe, Lolo, Rafael, Trinidad y Lola.
Sus complementos de ocio los llenaban disfrutando del mundo del caballo y del cante flamenco donde prevalecía la voz de Canaleja de Puerto Real. A sus 96 años de edad, José es un ser entrañable, proclive al sentimentalismo, amigo de sus amigos siendo un ser afable siempre en aras de vivir con intensidad cada momento del día. Desde su jubilación laboral descansa en el centro neurálgico de la villa, en calle Rosario, donde tiene su hogar de siempre. Un coqueto lugar donde no le falta de nada, atenciones por doquier, limpieza a raudales y una exquisita atención primaria.
En su dilatada trayectoria laboral y humana ha recibido reconocimientos tales como cofrade ejemplar en su labor como cofundador de la Hermandad de San Isidro Labrador y pergamino de la Asociación de Caballistas "La posada" por su afición al caballo.
"El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad". Es una frase del colombiano Gabriel García Márquez. A sus 96 años de edad a José, conocido como 'Pepe Guindate', no le molesta que le llamen viejo, su filosofía de la vida y la sabiduría que ha bebido le permite estar plenamente consciente de una verdad que se repite hasta el cansancio, el cuerpo podrá envejecer pero nunca el alma. En los últimos años, el número de nonagenarios en nuestro país se ha multiplicado por cinco. Para mantener un eficaz estado mental y activo es esencial el apoyo social e instrumental. Clave esencial para explicar la longevidad extrema de nuestro homenajeado, personas que como él tienen una actitud generosa hacia la realidad, aceptan aquello que les proporciona la vida teniendo una existencia feliz y despreocupada.
En su pasarela de espíritu, este anciano nonagenario ha encontrado la belleza del interior además del esplendor natural que surge de la bondad y confianza en uno mismo. Tal vez en esa belleza del interior y en esa llama que alimenta buenos pensamientos reside la clave de sus 96 primaveras vividas a través de esa mente lúcida y llena e matices que la misma vida le ha deparado.
Cada campanada de fin de año es como un mensaje a su cansado corazón de tanto querer con su mirada de nostalgia solitaria pensando en su esposa Trinidad como quien sueña con la lluvia tras los cristales o el frío trepando como la hiedra por las fachadas de las viviendas o esa vieja calle portuense que le vio nacer hace ya muchas décadas. José disfrutó junto a sus seres queridos de un merecido homenaje que le tributó la delegación del Mayor del Ayuntamiento de la Villa de Rota. Felicidades de todo corazón y gracias por entender que ellos forman parte de la historia de esta villa blanquecina del sur de Andalucía.












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