“No entiendo por qué tenemos que estudiar filosofía, no sé para qué voy a utilizar la concepción platónica del ser humano si voy a ser…”. Pues no mi querido estudiante promedio de Bachillerato, no encontrarás una aplicación directa laboral para este conocimiento, tampoco para el análisis sintáctico ni para las fechas que recuerdes de la Historia española. Sin embargo, te advierto, te equivocas al creer que el estudio de estas materias es inútil.

Gracias a Dios, la educación española se esmera en ofrecer a los estudiantes una formación íntegra que incluya ciencias, idiomas, humanidades… Cada campo con una metodología y forma distinta, pero todos con un fin propio y único. La formación escolar va mucho más allá del conocimiento aplicable, se busca la autonomía del estudiante, el razonamiento independiente, además del dominio de fórmulas y procedimientos establecidos. En otras palabras, queremos humanos, no ordenadores.

Sin duda, el conocimiento técnico es útil, pero debe haber un previo razonamiento y estudio para aplicarlo sin error. En un mundo que avanza frenéticamente, el conocimiento técnico cada vez ocupa más y más mentes, mentes vacuas y superficiales, máquinas efectivas pero prisioneras de unas órdenes sistemáticas. No hay lugar para la adaptación a nuevas formas pensamiento, y sin saberlo, han renunciado a ser libres humanos para involucionar en simples herramientas, inservibles sin alguien que las comande.

Esta naturaleza pensante que nos ha convertido en los dueños y señores del mundo, solo se puede cultivar desde las humanidades. Ellas nos hicieron libres, y sin ellas, no seremos más que mulas de carga sofisticadas.

Ignacio Gil de Bernabé