El Estado del Bienestar y el servicio a los ciudadanos (por Mario J. Hurtado)
Todos sabemos que la excusa perfecta para que los innumerables gobiernos y administraciones que forman el Estado puedan extorsionar económicamente a la ciudadanía es la manida consigan de la calidad de los servicios públicos. Aún hay ciudadanos que defienden la pantomima, bien sea en sesudas tertulias televisivas o en las de las barras de bar de cualquier localidad.
Pues, sinceramente, con el dinero que nos cuestan todos los mequetrefes, gañanes e inútiles que trabajan para las distintas administraciones, ya podían al menos ofrecer un servicio medianamente aceptable. No pido excelencia, tan solo que se pueda cumplimentar un miserable formulario en un tiempo razonable y sin tener que dar vueltas y vueltas.
Esta sarta de imprecaciones y exabruptos -lo sé, no estoy haciendo amigos precisamente- viene a cuento por la odisea que estoy pasando para poder solicitar una beca para los estudios universitarios de mi hija. No se pueden imaginar ni de lejos la auténtica bazofia que son el procedimiento, la plataforma y la programación de la página web.
Les cuento:
Lo primero que se encuentra usted es una página con atractivo diseño, ciertamente, lleno de dibujos y chavales con sonrisa profidén. Da usted un paseo por la página y se encuentra leyendas del tipo “Tu beca, más fácil que nunca” y cosas por el estilo. La cosa promete, pero ¡ojo! Ni se le ocurra pulsar en algún enlace. No funciona ni uno, al menos a la primera. Si consigue registrarse, puede ocurrirle -como a mí- que el sistema no verifique correctamente que usted es quien dice ser. O sea, que su DNI miente o que alguien el la Dirección General de Policía ha cambiado a propósito sus datos simplemente por fastidiar.
Una vez que, a duras penas, consiga rellenar la primera página del formulario -después de haber sido expulsado de la plataforma un par de veces y sufrir cada vez que hay que cargar una lista desplegable o similar unos diez minutos de tiempo de carga-, pruebe usted a darle al botón “Siguiente”. Es posible que directamente el sistema le mande a tomar por saco, o sencillamente que le aparezca un mensaje de “Chrome no ha podido contactar con el servidor”. Alucinante.
Para terminar, después de haber gastado unas cuatro horas -entre rato y rato- finalmente puede usted proceder a firmar el formulario y presentar la solicitud. Aquí es cuando la infernal plataforma le dará una lista de errores (!) que deberá subsanar, no sin antes ser expulsado otro par de veces y pasar otra media hora para volver a cargar la paginita de las narices.
Pero esto no es lo peor. Resulta que si es usted autónomo, tiene un negocio que le va medio bien y es usted tan honrado que declara todo lo que vende, no tiene usted ninguna opción de que le den la beca. Repito, ninguna.
Porque estos listos que han diseñado el sistema de becas consideran que usted gana íntegramente todo lo que vende. ¿Tiene quizás en cuenta los gastos del negocio, o que realmente lo que usted gana es su rendimiento neto al final de año? No, amigo/a mío/a. Para Educación, los autónomos que facturamos mucho, aunque ganemos poco, no tenemos derecho ninguno a que una parte de nuestros impuestos ayude a que nuestros hijos cursen estudios universitarios.
Volveremos a oír eso de “nadie se quedará atrás” y “los impuestos son indispensables para mantener la calidad de los servicios públicos”. Y yo les digo, en voz alta y sin remordimientos: ¡y una mierda!.
Mario J. Hurtado

































Mario J. Hurtado | Jueves, 12 de Mayo de 2022 a las 15:22:53 horas
Hay que ser muy atrevido para hacer tal afirmación, Curro. Revise sus fuentes de información, y absténgase de hacer afirmaciones de las que no tiene ni la más remota idea.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder