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Sábado, 30 de Julio de 2011

David Gasca

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WELCOME TO THE JUNGLE



  
Vivimos en un mundo en continuo desarrollo. En una sociedad en la que los cambios se suceden cada vez más deprisa y de manera imprevisible. Pero oculto en lo más profundo de nuestra civilización, de nuestros genes y nuestra conciencia, persiste el simio que un día fuimos.

Bienvenidos a la jungla.

Existe un lenguaje de formas, símbolos e impresiones a través del cual la naturaleza nos susurra al oído. Ésta, nos doblega a voluntad utilizando nuestro instinto sexual con la única intención de perpetuar la especie. Y es que la mayoría de las decisiones que “tomamos” tiene como trasfondo la aceptación social, la procreación y la seguridad en nosotros mismos.

Todos hemos sido testigos de la clásica escena en la que una mujer “de buen ver” pasa por delante de una obra (por poner un ejemplo didáctico) siendo vitoreada por los obreros con perlitas, improperios y algún “ingenioso piropo”. Factores como la simetría corporal, una buena tonalidad de la piel que indique que ese cuerpo es saludable y unos pechos que desvelen la fertilidad de una madre en potencia entran en juego en estas situaciones. Cabe pues la siguiente pregunta, ¿Es decisión propia admirar a esta señora o es el brazo oculto de la vida quién les impone dicha admiración?. Para la naturaleza el procedimiento es simple: el macho se ha mostrado como candidato para copular, esto podría conducirle al coito y es a través del coito como llegan las posibilidades de fecundación con la consecuente continuidad vital.
                               
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A lo largo de nuestra vida cotidiana muchas son las cosas que “elegimos” hacer para sentirnos integrados socialmente. La integración con la manada significa identidad, protección y calor. Estar al día en la actualidad deportiva, tecnológica o social, nos asegurará horas de conversación y confortable acercamiento. Por otro lado y bajo mi punto de vista, destacar entre la multitud es una prioridad para las personas con un mayor (digámoslo así) índice de animalidad. No hablo de las que destacan como consecuencia de un trabajo bien realizado sino de las que directamente buscan fama y popularidad. ¿Cuántos pobres ignorantes se han mal-endeudado por poseer un coche o una casa por encima de sus posibilidades solo para aparentar?, ¿era realmente necesario ese endeudamiento?, ¿acaso no es un impulso primitivo el que les empuja a demostrar que son los que poseen el caballo más robusto y que entre sus presas se encuentran los jabalíes más hermosos?.

El simio vive en nosotros desde tiempos inmemoriales y su legado animal ha perdurado hasta los días del iPhone. No importa que dentro de 130 años el planeta haya renovado a toda la humanidad, el simio seguirá estando aquí esperando a los hijos de tus hijos.

Mientras cuentes mentiras para impresionar en reuniones, seguirá estando aquí.
Mientras pre-juzgues a un articulista por llevar capucha en la foto, seguirá estando aquí.
Mientras para comprar un barco explotes a tus trabajadores, seguirá estando aquí.
Mientras te escondas detrás de un seudónimo para opinar sobre algo, seguirá estando aquí.
Mientras fomentes la islamofobia, mientras pegues a tu mujer, mientras adules a tu jefe, mientras traiciones a un compañero, mientras pongas la excusa de “si no lo hago yo lo hará otro”... seguirá estando aquí.

Decía el príncipe Siddharta: “Más difícil que la victoria en batalla sobre mil veces mil hombres es la victoria sobre uno mismo”; así que tú decides lector ¿entregarás en herencia animalidad o humanidad?, ¿más dinero que amor?, ¿una ciudad o una selva?.

 

Twitter: @supergasca   

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