La lluvia provocó, como lo hizo con el lunes, que este Martes Santo  también se viera truncado. Aunque la Hermandad de la Veracruz lo intentó, y de hecho, retrasó la decisión de salir media hora para ver si los partes meteorológicos se volvían más favorables, a las diez y  media de la noche llovía y eso hacía presagiar lo peor. 

La plaza Bartolomé Pérez estaba llena de público desde mucho antes, porque un día como este en la Semana Santa de Rota se vive con mucha devoción, no en vano, Nuestro Padre Jesús Cautivo es una de las imágenes más veneradas y queridas en la villa y eso se nota cada vez que sale a la calle, ya sea en viacrucis, traslado o cualquier otro culto. Por eso, en este Martes Santo, su día, las miradas estaban en él y en el cielo deseando que las nubes aguantaran sin descargar agua, pero justo a las diez y media de la noche, hora prevista de la salida, llovía. Fue entonces cuando la junta de gobierno de la Hermandad de la Veracruz se reunía y decidía que esperarían media hora para ver las previsiones.  Es cierto que el tiempo daba una mínima tregua pero no la seguridad de poder realizar la estación de penitencia al completo, por lo que se optó finalmente, por la opción de un traslado rápido en cuanto dejara de llover. 

Mientras en el interior de la parroquia de la O se vivían esos momentos de sentimientos encontrados, donde la tristeza de no poder salir a la calle tras dos años de pandemia invadía muchos corazones, en la plaza Bartolomé Pérez, ante la lluvia que caía, se iba despejando. Hubo ciudadanos que se marcharon pero otros aguantaron la hora completa que tardó en verse abrir las puertas de la iglesia y dejar paso al cortejo y por fin, la imagen de Jesús Cautivo que pisaba la calle a las 23.32 horas y que aparecía protegido por un protector de plástico de color verde que desgraciadamente, ya se ha podido ver en otras ocasiones cuando el tiempo tampoco le acompañó. 

De esta forma, y aunque los roteños se han quitado la espinita de verlo, no lo han hecho en su plenitud porque a Jesús solo se le podía entrever a duras penas la cara bajo la capucha.

Delante de él, desfilaba un cortejo que solo estuvo formado por los hermanos y hermanas de la hermandad, sin insignias, ni cirios, ni cruces, a excepción del estandarte, y que se distribuyó en filas de cuatro hermanos en vez de dos, para dar agilidad a un cortejo que fue a paso rápido porque la amenaza de lluvia no estaba del todo alejada.  El capataz José Joaquín Arévalo se encargó de dirigir a los costaleros que llevaron casi en volandas el paso de Jesús porque en menos de media hora, todo el cortejo había llegado a San Roque. En el corto trayecto desde Bartolomé Pérez hasta la ermita, pasando por plaza Barroso, plaza Andalucía o calle Charco, las aceras estaban llenas de ciudadanos que veían con pena el transcurso de este Martes Santo. Han sido apenas 45 minutos de mucha intensidad.

El tiempo dio la tregua justa de algo menos de una hora para llegar a capilla sin mojarse. Jesús Cautivo entró en San Roque a las 00.20 horas y desde allí pareció bendecir a los roteños que aplaudieron su recogida en capilla.  Se cerraron las puertas de la ermita y los ciudadanos pronto se dispersaron porque  a los cinco minutos de dar por finalizado el traslado, volvió a llover. Terminaba así el Martes Santo que era muy esperado tras dos años de pandemia, pero que no ha podido vivirse con la intensidad que merecía. Eso sí, el poco tiempo que Jesús ha estado en la calle, hay que volver a destacar el silencio solo acompañado del rachear de la cuadrilla de costaleros que, aunque menos tiempo del previsto, ha podido disfrutar de cargar al Señor del martes de silencio y sobriedad en la calle.