Desmontando el mes de abril
¿Por qué se llama así? Desde el punto de vista de la etimología, y por lo que tengo averiguado, el origen no parece estar claro. Algunos exégetas, entre ellos el poeta Ovidio, lo relacionan con el verbo latino ‘aperire’ que significa abrir, por una supuesta forma ‘aperilis’ y en relación con la circunstancia de que en este mes empiezan a abrirse las flores. Lo que puede ser, si bien en puridad no existe ninguna prueba etimológica de ello. Otros, sin embargo, piensan que podría derivar del griego ‘aphrós’, espuma, a través de la forma ‘aphrilis’, que guarda a su vez cierto parecido con ‘Aphrodíte’, palabra que contiene al término anterior y significa Afrodita. Sí, el nombre griego de la diosa mitológica que los romanos llamaban Venus. Pero esta hipótesis tampoco tiene mucho sustento etimológico, así que el origen de la palabra abril, a ciencia cierta, se ignora. Vamos que no se ponen de acuerdo.
Abril calendario y astronómico. Desde este punto de vista, poco que decirle que seguro usted no sepa. Con treinta días en su haber como junio, septiembre y noviembre (regla nemotécnica de la mano izquierda), abril ocupa el cuarto lugar en el actual y casi internacional calendario gregoriano, si bien no fueron siempre esos sus números. Y no le digo más pues, de las características de su cielo y otros fenómenos astronómicos (fases de la Luna, eclipses, visibilidad de planetas, lluvias de estrellas, constelaciones, etcétera), pueden encontrar información en el blog Enroque de Ciencia. Bueno, si acaso, una doble curiosidad calendaria: abril se inicia el mismo día de la semana que lo hace julio en los años normales (365 días) y enero en los años bisiestos (366 días), y termina el mismo día de la semana que diciembre de todos los años. Una cuestión tras la que anda la mecánica celeste newtoniana.
Abril meteorológico y biológico. Por otro lado, y desde otro campo de las ciencias, se trata del primer mes netamente primaveral, lo que posibilita que sea un periodo revoltoso y de bruscos cambios, en el que jornadas vernales se alternan con otras de carácter invernal. Y a días cálidos, despejados y soleados le sigan otros de chubascos, tormentas y frío en la noche, abril es así, qué le vamos a hacer. Como sabe, a lo largo del mes, la luz solar aumenta entre dos y tres minutos al día, lo que unido a un gradual tiempo despejado y soleado hacen que suban las temperaturas. Y con ambas subidas, lumínica y térmica, se desencadena el ritmo ascendente de algunos de los flujos de los seres animados, entiéndame, savia y sangre. Florecen los campos, aparecen las primeras aves emigrantes, vuelan los insectos, se muestran los reptiles, aumenta la puesta de huevos, la producción de leche animal, es la época del celo y el apareamiento de muchas especies síntomas todos ellos del resurgir de la vegetación y la actividad animal. Bien lo expresa el refrán: ‘La llegada de abril es primavera, que savia y sangre altera’. Pues eso.
Abril es el mes más cruel. Donde tampoco se ponen de acuerdo -ahora desde el campo de las artes y en particular el de la poesía- es en el significado del mes, pues no todos piensan igual sobre él.
Por ejemplo, el poeta estadounidense T. S. Eliot para quien abril está maldito y así lo expresa en su poema de 1922 ‘La tierra baldía', que no solo da luz a una nueva galaxia lírica, sino que lo convierte en uno de los estandartes de la poesía del siglo XX, fue reconocido con el Premio Nobel de Literatura en 1948. Un muy largo poema en realidad, consta de cuatrocientos treinta y cuatro versos, que arranca así: ‘Abril es el más cruel de los meses, pues engendra / lilas en el campo muerto, confunde memoria y deseo, revive / yertas raíces con lluvia de primavera’. Complejo y oscuro poema que deja bien a las claras a un mes no exento de muerte.
Una turbadora e incomprensible mezcla de vida y muerte, algo así como un insólito y primaveral cruce de energía renovada y continuada extinción, que permanece en nuestro inconsciente colectivo y cuyo mensaje aún sigue vigente. Es probable que se trate de sólo una casualidad temporal, pero el mismo año en el que el estadounidense publicaba su famoso poema, el también poeta, pero alemán, Rainer María Rilke, escribía su inolvidable verso ‘Todo ángel es terrible’, y el irlandés James Joyce publicaba su novela Ulyses. Es probable, sí, a veces estas cosas pasan, aunque las casualidades no existen. Si me lo permite, ante estos existenciales dilemas abrileños, me suelo refugiar en el poeta sevillano, ‘Era una mañana y abril sonreía…’, es lo bueno de tenerlo de cabecera, en la mesita de noche. Tan cerca.
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FUENTE: Enroque de ciencia












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