Rendirse a Marruecos
Una embajadora que regresa y otro embajador que es llamado a consulta.
Cuando en mayo del año pasado, al líder del Frente Polisario, Brahim Gali, se le prestó atención médica en nuestro país, el gobierno de Marruecos llamó a consultas a su embajadora Karima Benyaich. Con ello, Marruecos enviaba un claro mensaje al Gobierno de España.
La rápida respuesta de Marruecos fue alentar a su población a que entrara masivamente en España pasando a Ceuta. La inacción de las fuerzas de seguridad de la gendarmería marroquí era palpable.
La justificación española de que al líder del Frente Polisario se le había tratado en nuestro país por razones estrictamente humanitarias no convencieron al reino alauí.
Poner de escudo a la población civil siempre ha sido una táctica invasiva marroquí. Así se apropiaron del Sáhara Occidental, siendo todavía una colonia española. Aquella ocupación fue en 1975 y se le conoce como la Marcha Verde. Para presionar al Gobierno español sobre la cuestión del Sáhara Occidental, ahora el reino de Marruecos “invade” la frontera española aprovechándose de las necesidades de sus súbditos, así como de los sueños de estos de instalarse a vivir fuera de su propio país.
Lo curioso es que la Unión Europea no tome las medidas pertinentes para parar los pies a Marruecos, dado el hecho de que tanto Ceuta como Melilla son fronteras de la propia Unión Europea. Los intereses económicos que esconde la geopolítica, una vez más, se me escapan.
Ante el cambio de criterio del Gobierno español sobre la solución al conflicto del Sáhara Occidental, ahora es Argelia (país enfrentado a Marruecos y defensor de la causa saharahui) la que llama a consultas a su embajador en Madrid.
Sin adentrarnos en el posicionamiento que siempre ha mantenido los gobiernos de cualquier signo de nuestro país respecto a la cuestión del Sáhara Occidental, basta recordar que el último programa electoral del PSOE, a este respecto, recogía (escribo literalmente) que:
“Promoveremos la solución del conflicto de Sáhara Occidental a través del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, que garantizan el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Para ello, trabajaremos para alcanzar una solución del conflicto que sea justa, definitiva, mutuamente aceptable y respetuosa con el principio de autodeterminación del pueblo saharaui, así como para fomentar la supervisión de los derechos humanos en la región, favoreciendo el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario, con la participación de Mauritania y Argelia, socios claves de España, que el enviado de la ONU para el Sahara Occidental está propiciando”.
Todo ha quedado en papel mojado.
Las declaraciones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la que reconoce la propuesta de Marruecos para la solución del Sáhara Occidental, consistente en considerar que este es territorio marroquí, aunque sea tratado con un cierto grado de autonomía, supone todo un giro en la posición de España a lo largo de casi cincuenta años. Y, para ello, no se ha contado con el parecer del resto de los agentes en el conflicto. Esto es, el Frente Polisario, Argelia y Mauritania.
Reconozco que la solución en este asunto es difícil. Pero también considero que no se ha actuado de acuerdo a los compromisos históricos e internacionales como se ha venido haciendo hasta ahora.
La soberanía de nuestro territorio está garantizada. Marruecos puede presionar enviando un ingente número de sus ciudadanos a nuestras fronteras (que son las de Europa, hay que recordar), pero la propia Unión Europea puede y debe tomar cartas en el asunto para convencer a Marruecos de sus pretensiones.
Demostramos poco peso internacional si nos plegamos a los deseos del país alauí. Por supuesto, no estoy hablando de medidas belicistas. Me refiero a soluciones diplomáticas lo suficientemente convincentes como para frenar los deseos de Marruecos. Pero, como he mencionado, los intereses de la geopolítica me superan. Para llegar a eso, los países de la Unión Europea no hablan con una sola voz. Me pregunto por qué se sigue llamando “Unión Europea” si no hay signos de unidad.
Para “contentar” a un país vecino, “disgustamos” a otro, y traicionamos al Pueblo Saharahui. Lo que se esconde detrás de este cambio de criterio es toda una incógnita. Al menos, para mí.
Benito | Martes, 29 de Marzo de 2022 a las 11:39:10 horas
Tan traidor es el que se rinde como el que apoya al que se rinde, todo los demás son milongas y brindis al sol.
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