El Carnaval entre todos (por Manuel Martín-Arroyo Camacho)
Que sí, que iba a ser un carnaval muy difícil. El virus aún da coletazos y lógicamente sigue existiendo miedo generalizado ante cualquier manifestación cultural. Ponerse en la piel del concejal/gestor de turno no es tarea fácil. Una vez que partimos de esa premisa, y pasado ya la fiesta de febrero, me gustaría analizar algunos detalles: casi todos los carnavales de la provincia se han realizado en su momento, con una programación, un pregón, una cabalgata, etc. Por lo tanto, había antelación suficiente de cara a engrandecer la fiesta, pero en el caso de Rota, esto de “engrandecer” suena vacío, muy vacío. Hace mucho tiempo que tenemos la sensación de estancamiento, de parálisis, de falta de ideas, de firmar el protocolo, la foto y fin.
Los que nos implicamos en la calle y llevamos varios meses ensayando, vemos que la fiesta languidece sin pena ni gloria. Y somos las agrupaciones las que movemos el ambiente, renovamos repertorio, compramos disfraces a artesanos locales, dejamos el nombre de nuestro pueblo allá donde vamos, hacemos camaradería y vecindad, nos apoyamos y respetamos en todo, y por supuesto, decimos alto y claro lo que tengamos que decir, que para eso estamos.
El Ayuntamiento parece que quiere fijar y dejar estancada una fiesta que está en continua evolución, y a los autores, o se les ignora o se les toma por meros títeres. Se les pregunta de refilón a los mismos de siempre que creen conocer lo que se cuece en la calle, pero a los que estamos dos semanas al pie del cañón, nada de nada, cuando si de algo puede presumir el carnaval, es de participación e implicación: la fiesta más barata del año y en la que todos pueden tener un hueco. Nunca contaron con los componentes (veteranos, mujeres, romanceros, comparsas, ex pregoneros, peñistas, calle Mina…) de cara a examinar las necesidades de la fiesta, qué podríamos mejorar entre todos o simplemente escuchar la lluvia de ideas que le podríamos aportar a la delegada de turno. Aquí lo que realmente parece importar es que no haya altercados, que se limpien rápido los miles de kilos de basura que deja el DJ y salir muy aparente en la web municipal.
El carnaval es una fiesta viva, en la que se canta, se recita, se expresa y se denuncia, renaciendo año tras año. Y así seguirá, a pesar de todo, aunque tengo la impresión de que a los gobernantes les da vergüenza implicarse, escuchar e incluso participar. Y sentimos desprecio cuando no aparece nadie de la Corporación a vernos o a preguntarnos, mientras se desviven, traje chaqueta impoluto, para los actos que todos conocemos. Son los elegidos por el pueblo los que tienen que estar al servicio, y no al revés, pero en el carnaval, ya se sabe.
Fuimos los componentes de las agrupaciones los que teníamos que poner las vallas en las calles para poder cantar libremente. No había ninguna orden, ni aparecía ningún funcionario municipal ante el caos circulatorio. Algún hostelero nos sugirió que podíamos orinar en la calle, ya que los servicios de todos los bares de la calle Mina estaban estropeados (verídico), y por supuesto, los urinarios municipales, escasos y lejos del corazón de la fiesta. Cuatro bombillas tristes, ninguna cartelería, pancartas, reclamos, folletos, exposiciones de fotos, balcones adornados, charlas previas, patrocinadores que regalen cuatro tonterías, acuerdos con negocios, aquella perdida “Gañotá”, tablaos o zonas acotadas en donde se cante…
El carnaval roteño es uno de los mejores de la provincia en cuanto a agrupaciones, ambiente y cultura de Ilegales, pero aún no se han dado cuenta. Si la concejala de Fiestas apareciese al menos…
Mimen lo que tienen, presuman de eso que parece lejano, consulten a los protagonistas, sean “jartibles” llegado el caso, apuesten por la fiesta que habla con libertad desde hace siglos, pero no la dejen morir. No necesitamos una Tertulia de expertos en el Salón de Plenos, porque sabemos que no nos lo van a ceder, ni un local municipal junto al Arco porque tampoco será para nosotros, pero por lo menos intentemos empujar esta fiesta entre todos, empezando por su alcalde y terminando por un guitarrista mamarracho que se pone tres trapos para cantar por febrero.
Manuel Martín-Arroyo Camacho

































Juan | Lunes, 21 de Marzo de 2022 a las 15:10:07 horas
Bravo. Así es. Carnaval olvidado que da paso las fiestas que le gustan a la concejala y en la que sí se gasta los cuartos y se viste de mantilla o flamenca. Señores, el pueblo es de todos y las fiestas también, si no le damos su sitio, jamás crecerá, en un pueblo que vive del turismo. De vergüenza.
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