'Primero vinieron'. Autores
Lo que Brecht nunca escribió ni fue un poema ni tuvo título, pero que hay está. Al igual que el cuento de las tres hijas de Elena, la Opinión de hoy es un exceso de falsas atribuciones pues ni pertenece a quien con frecuencia se atribuye -aún se sigue atribuyendo-, ni su verdadero autor lo escribió tal como lo conocemos ni nunca tuvo título. Lo dicho, todo un despropósito y ya se puede imaginar por dónde voy. Es más, el escrito, no solo ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo del tiempo, sino que, de su contenido, han sido añadidos y eliminados fragmentos por motivos e intereses poco confesables como ya supondrá. Así que, confirmado, de las tres ninguna era buena.
Entre las muchas versiones traducidas, y por poner una, quizás le suene ésta.
‘Primero vinieron a buscar a los comunistas / y no dije nada / porque yo no era comunista. / Luego vinieron por los judíos / y no dije nada / porque yo no era judío. / Luego vinieron por los sindicalistas / y no dije nada / porque yo no era sindicalista. / Luego vinieron por los católicos / y no dije nada / porque yo era protestante. / Luego vinieron por mí, pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada’. Pero ya le digo, el orden y número exacto de grupos, así como las palabras utilizadas, están sujetos a discusión al existir distintas versiones, la mayoría de ellas transmitidas oralmente. De hecho, las he visto incluyendo a otros grupos sociales, léase obreros, estudiantes, socialdemócratas, intelectuales, religiosos, homosexuales, industriales, periodistas y así ad infinitum.
La verdad de la mentira: Autor. Empezando por el verdadero gestor del escrito de quien, a ciencia cierta, podemos afirmar fue el pastor y teólogo luterano alemán Martin Niemöller (1892-1984), un hombre longevo del que, el mes pasado se cumplió el 130.º aniversario de su nacimiento. Así que un elemento más, este del oportunismo conmemorativo, que añadir al argumentario de su presencia en esta Opinión, junto al de las polémicas existentes en torno al escrito, verdades y mentiras, y apuntadas más arriba. Del hombre sabemos que pasó de ser comandante de submarino durante la Primera Guerra Mundial a pastor de la iglesia, y de su inicial apoyo al nazismo a líder de un grupo de clérigos opuestos a Hitler y a cualquier guerra originada por el imperialismo.
Un ¿copernicano? giro de 180º por el que pasó de una ideología cómplice con el régimen nazi a un compromiso militante por la paz que le condujo, primero, a ser arrestado en 1937, después, condenado a muerte y, finalmente, confinado en los campos de concentración de Dachau y Sachsenhausen entre 1941 y 1945; hablamos ya de la Segunda Guerra Mundial. Un largo camino vital (llegó a cumplir los 92 años) y una metamorfosis personal e ideológica tan verdaderamente extraordinarias, como increíble resulta creer o, lo que es peor aún, pensar que el autor del texto fuera quien falazmente dicen que fue.
La verdad de la mentira: Falsos autores. Sí, en plural, pues me constan dos. Uno de ellos no es otro que el dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht (1898-1956), creador de los teatros épico o dialéctico y científico, a quien se ha atribuido durante años y de manera muy reiterada su autoría. Un error que por desgracia ha aumentado de manera significativa durante las últimas décadas, gracias a la existencia de Internet; es lo que tiene el progreso que, por desgracia, no siempre significa avance. Entre las obras que nos legó Brecht, uno de los escritores más influyentes del siglo XX, recordar aquí y perdone por el atrevimiento: La ópera de tres centavos, Madre Coraje y sus hijos, El alma buena de Szechwan, El círculo de tiza caucasiano o La vida de Galileo (1942).
De esta última recordar que es una pieza teatral donde se recrea de forma libre la vida del pisano, especialmente el episodio de su “marcha atrás” ante la Inquisición, a la hora de defender la prevalencia de la teoría heliocéntrica sobre el geocentrismo. Una obra estrenada en el teatro de Zúrich, ciudad en la que treinta años antes otro científico, quizás le suene de algo, Albert Einstein (1879-1955), empezaba a levantar los fundamentos de la teoría general de la relatividad (TGR), la teoría gravitatoria del siglo XX que complementaría a la newtoniana de 1687. El otro falso autor, estoy seguro que le suena su nombre. Se trata de un tal Anónimo, de quien lamento decirle desconozco datos biográficos, pero del que le puedo afirmar a ciencia cierta que fue, no ya un autor de éxito sino uno muy prolífico, digo esto a tenor de las numerosas publicaciones que se le atribuyen; entre otras tantas más se cuentan: Cantar del Mío Cid, Las mil y una noches, Lazarillo de Tormes, Romancero viejo, Cantar de Roldán, … Perdone la brometa. (Continuará)
CONTACTO: [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia
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