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Redacción 1
Martes, 08 de Marzo de 2022

Rosa, "la esclava feliz" (por Prudente Arjona Lobato)

Hoy, 8 de Marzo, DÍA DE LA MUJER, quisiera homenajear a un prototipo de mujer que nunca se le reconoció su valor intrínseco a lo largo de la historia y muy particularmente a mi MADRE, como icono de aquel “espécimen” hoy ya extinto que fueron en el recuerdo, nuestras abuelas, bisabuelas, tatarabuelas, etc., etc. Mujeres luchadoras inagotables, sufridoras como las que más, que aceptaron esa vida de sacrificio como un tipo de esclavitud implícita en sus genes de mujer. Una subyugación natural y voluntaria que recibían y llevaban a la práctica con una ejemplar disciplina castrense.


Ese estereotipo de mujer, base imprescindible de la sociedad familiar de épocas pasadas, fue responsable de una conciencia especial, donde su triste papel de “esclava” la consideraba esencial por su importancia en el seno familiar, puesto que el marido, trabajador, bracero, temporero, aparcero o colono, “tenía suficiente con su trabajo, como para preocuparse de los asuntos domésticos”, por lo que la mujer, aparte de tener la gran responsabilidad de llenar la olla diaria, tarea nada fácil en aquellos tiempos de miseria, contaba con la difícil tarea de “inventarse” los medios para llenarla, por lo que, en muchos casos y como recurso para tal fin, se dedicaba a “echar medios días” en casas ajenas, lo cual se encontraba incluido en su rol de esposa, así como la educación de los hijos (bastantes) y de todo lo demás como añadidura, porque en la mayoría de los casos contaba también con abuelos. Hoy, los abuelos son desplazados a las residencias, “por no disponerse de espacio en las viviendas actuales”.


Hoy en día, esas vivencias de época pasada casi nadie las recuerda, han quedado relegadas y archivadas en los anaqueles de la antigüedad, que son, las conciencias de los que lo vivieron y que, hoy lo rememoran “cogidos con alfileres” por un reducido número de octogenarios y los que, cercanos a la cifra, rondan sus aledaños, (donde me incluyo como testigo).


Y es triste que se hable poco de esas grandes y valerosas mujeres que nacieron, malvivieron y murieron atadas a la incansable noria de su sufrida vida, cuando fueron ellas los cimientos de esta nueva sociedad de mujeres progresistas, cultas y actualizadas, que, con generosidad y por justicia  no deben olvidar a aquellas ejemplares mujeres que las precedieron.

 

Rosa, mi madre, “La Esclava Feliz”, es un relato de 300 palabras, que recoge de forma sucinta la historia breve de una mujer de aquella mencionada época, como prototipo de las cientos de miles esparcidas por nuestra Patria de la pre y post Guerra Civil, y repito, que, a pesar de su gran importancia como punto de apoyo a la generación actual, ni se les recuerda, ni se les reconoce su valor y menos aún, su gran sufrimiento.

 

ROSA, “LA ESCLAVA FELIZ”

 

—A vuestra madre le hemos extirpado el tumor del pecho, pero lamentablemente, ha esperado demasiado y la metástasis está extendida por toda la periferia de las mamas.


Mis hermanos y yo, expectante en un pasillo del hospital de Mora de Cádiz, aunque nos temíamos lo peor, la noticia nos cayó como lo que era, una sentencia de muerte. Eso ocurría en diciembre de 1978, dos meses más tarde, el 5 de febrero de 1979, mi madre dejó de sufrir.


Con la boca seca y un nudo en la garganta salí del hospital, cabizbajo, me senté a la sombra de uno de los Ficus del jardín y de golpe, me vino a la memoria la vida vivida por mi madre; una mujer a punto de cumplir 63 años, que tras los pocos días que disfrutó visitando Sevilla en su corto viaje de boda, no había salido de la Villa y además, no conocía otra ciudad que Cádiz. Solo se había dedicado a trabajar y trabajar, criar a sus ocho hijos y aguantar a su marido con la humildad que los tiempos demandaban. Comprando los alimentos fiados, e incluso, lavando ropa a militares norteamericanos de la Base. Ella, además de llevar para adelante esa carga y de verse ante la tesitura de dar de comer cada día -con escasos medios- a diez personas, ayudaba en el huerto, cuidaba de la pequeña granja, despachaba materiales de obra, etc., etc.

 

A pesar de toda esa carga, mi madre nunca se quejó y mantuvo siempre la sonrisa en su cara, puesto que ella fue una “esclava feliz, al igual que todas las mujeres de su época; una esclavitud que soportaban y asumían como parte condicionante de su rol de mujer casada y madre, con todos sus condicionantes...
No olvidemos nunca jamás, a esa generación de “ESCLAVAS INFELICES”.

 

Prudente Arjona Lobato

 

 

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  • A NUESTROS HEROES Y HEROINAS

    A NUESTROS HEROES Y HEROINAS | Miércoles, 09 de Marzo de 2022 a las 13:09:06 horas

    Vivimos una época en la que podemos elegir qué comer o qué vestir pero no siempre fue así. Los que nacimos en los años cincuenta, yo lo hice a mediados, vivimos otra época. El padre de familia trabajaba de sol a sol para ganar, en la mayoría de los casos, un mísero jornal para subsistir. Mientras las madres cuidaban de varios hijos, la casa y pensar como llenar la olla, casi siempre comprando "fiao" para pagar cuando se cobraba y vuelta a empezar, no había donde elegir casi nunca.
    En mi caso fuimos cuatro, un padre que trabajaba en la Base como peón y que cuando terminaba sus ocho horas iba de peón albañil con otros compañeros haciendo faenas. La hora de llegada casi a diario nunca era antes de las diez de la noche. A dormir y al día siguiente vuelta a empezar, mientras en la casa las madres siempre eran las últimas en acostarse y las primeras en levantarse.
    Para vestirnos si había suerte la ropa pasaba de unos a otros y cuando se rompía remiendo y a seguir. Estrenar, si es que se podía, solo en Semana Santa y el Rosario. Hoy llevar un pantalón roto o con agujeros es la moda.
    Gracias Prudente por acordarte de esos "héroes y heroínas" que con su sacrificio y trabajo duro sacaron a sus familias adelante. Hoy, afortunadamente, la situación ha cambiado mucho y seguirá cambiando pero seguirá en nuestro recuerdo esos tiempos en los que el sacrificio y el amor de unos padres forjaron lo que hoy somos. Gracias a ellos.

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