El abrazo del oso
Esto no puede ser más que una opinión de lo que está pasando en Ucrania. Una opinión de barra de bar porque tengo que reconocer que hasta hace una semana no hubiese acertado más de dos países de su frontera y Moldavia hubiera pensado que era una canción de la Unión.
Hay países, por su extensión o complejidad, en los que más o menos se acepta que tiene que haber un hiperliderazgo, de qué otra manera gobernar mínimamente, por ejemplo, a los chinos.
En el caso de Rusia, se levantan a las cinco de la mañana a treinta bajo cero. Una región enorme, con una pila de etnias y religiones. Es muy complicado que no te monten un tinglado gordo como no tengas un líder serio, una disciplina de orfanato y fuerza para ejecutarlas.
Y en este contexto surge un individuo como Vladimir Vladimirovich Putin.
Evidentemente, hay un nuevo orden mundial. Ya no está tan claro que Estados Unidos sea el país hegemónico. Hay zonas que claramente las ha dado por imposible, véase Oriente Medio, y donde surge un vacío de poder, otra potencia va y lo llena.
Desde un punto de vista occidental, lo que está pasando en Ucrania es una violación flagrante del derecho internacional y una invasión repleta de crímenes de lesa humanidad. Eso de las guerras quirúrgicas que solo atacan objetivos militares pasa el primer día de conflicto, a la semana le pegan un tiro a todo lo que se mueva ya sea un perrito, una señora mayor o un niño jugando al fútbol.
Es un gran dilema, porque por un lado todo el mundo siente que no se puede dejar a esta pobre gente en manos del matón ruso y que los aniquile para tener mejor salida geoestratégica al mar y, por otro lado, se sabe, que entrar directamente en guerra puede tener unas consecuencias que más vale ni mencionar por no llamar a la mala suerte.
Surgen historias épicas: hay un francotirador que ha matado a un laureado general ruso de un disparo a un kilómetro y medio.
Tenemos héroes como el presidente ucranio. Cuando le propusieron sacarlo del lío dijo: “no quiero un taxi, quiero munición”, se quedó a defender a su país en vez de salir por patas como hubiera hecho la gran mayoría de dirigentes. Al escribir estas páginas, el presidente Zelensky sigue vivo, pero, siento decir, que no me gusta como caza la perrita.
Pero con todo y con eso, al final es un combate desigual, De palos de escoba contra cazas MIG. No parece que Putin vaya a dar marcha atrás. Ya ha rebasado casi todas las líneas rojas posibles. Les cortará los suministros, la luz, el agua y la calefacción a los cuatro valientes que queden y si tiene que bombardear lo que queda de Kiev lo hará.
El mundo impone duras sanciones económicas y Europa manda armas. Algunas llegarán para infligir daño al invasor. Tal vez esto les haga pensar en que no salen gratis estas aventuras y tarden un poco más en meterle mano al siguiente, que muy bien podría ser Moldavia, ahora que sé dónde está.
Ucrania no puede ganar sola y lo cierto es que esto solo se podría detener de dos formas; o una alianza internacional (en plan a lo bestia) liderada por Estados Unidos acude en ayuda de los ucranios o el propio pueblo, desde dentro, derroca a Vladimir Putin.
No parece que nada de esto vaya a pasar.
Al final a Zelensky, que es un valiente, le van a dar el abrazo del oso, ese que te rompe cada uno de los trescientos huesos del cuerpo sin que puedas hacer nada.
El abrazo del oso ruso.
José Luis Pineda Acosta | Lunes, 07 de Marzo de 2022 a las 08:54:25 horas
**** s: **** ctxt **** /es/20220301/Politica/38974/Noam-Chomsky-guerra-Ucrania-Rusia-Putin-EEUU-OTAN-geopolitica-Polychroniou.htm
Leer a científicos sociales para saber lo que se escribe y habla.
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