El jinete del Apocalipsis
Las noticias de la invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Putin y sus daños colaterales que toda guerra conlleva se han llevado por delante los datos sobre la evolución de la pandemia del Covid, el día de Andalucía (con sus molletes con aceite), los líos en el Partido Popular, la falta de agua para nuestros campos... Pero no han secuestrado nuestras ganas de disfrutar del Carnaval, de aprovecharnos de una estación adulterada (no se sabe bien si por los efectos del cambio climático), de recuperar convivencias, de viajar...
Mientras Putin quiere imponer “su orden”, asistimos impertérritos a las medidas que el resto de países han ido tomando para persuadirle de que regrese a la cordura.
Hace unas semanas, en un artículo de opinión, confesaba mi ignorancia en este asunto. De entonces para acá, he aprendido algunas cosas. No muchas. He descubierto que Putin siempre ha contado con el respaldo de los partidos de extrema derecha europeos (aunque eso ya lo dije). Por lo tanto, basta echar mano al silogismo aristotélico para encasillar al dirigente ruso.
Uno se puede preguntar por qué China se alinea del lado de Putin, aunque no lo haga abiertamente, siendo un régimen comunista. Ha quedado claro que Putin se ha asegurado el mutismo de Xi Jinping a cambio del ofrecimiento de un mercado que a los chinos les viene perfecto en su empeño de convertirse en la primera potencia económica mundial. El juego de la geopolítica pura y dura se me escapa. Debido a mi escaso conocimiento en este terreno (como en tantos otros), no entiendo cómo los países que condenan la invasión de Ucrania siguen manteniendo relaciones diplomáticas con Rusia. Me pregunto por qué se mantienen las embajadas.
Salvando las diferencias históricas, ideológicas y, por tanto, coyunturales, el acuerdo de Rusia con China me recuerda al pacto de no agresión germano soviético entre Hitler y Stalin en 1939.
Aunque es cierto que “la primera víctima de las guerras siempre es la Verdad”, los acontecimientos llevan a razonar que Putin no puede presumir de demócrata cuando detiene a su gente por manifestarse en la calle contra la invasión de Ucrania, mientras que en este país nuestro, por ejemplo, podemos salir a la calle para gritar “No a la guerra” libremente. La Verdad de unos y de otros queda perfectamente retratada. Hasta gran parte de la comunidad científica rusa, muchos de ellos pertenecientes a la Academia Rusa de Ciencias, han firmado una carta abierta exigiendo el “cese inmediato” de todas las hostilidades contra Ucrania. Ignoro si Putin ha actuado contra estos científicos.
Los argumentos que Putin ha dado a la población rusa para atacar a Ucrania han ido dirigido a la desnazificación de sus vecinos, hacen que me pregunte si el propio Putin no es realmente un nazi. Al menos actúa como tal y posee admiradores en el entorno de los partidos de extrema derecha de la Unión Europea.
La actuación del Presidente ruso se parece a la trama de la novela “El orden del día”, del francés Éric Vullard. El relato de la obra empieza por una reunión que tuvo lugar el 20 de febrero de 1933, durante la cual Hermann Göring (uno de los líderes de Adolfo Hitler) le pide a veinticuatro importantes empresarios alemanes apoyo financiero de cara a las elecciones de marzo de ese mismo año. A cambio promete a los empresarios: orden, trabajo, represión sindical y enormes beneficios.
Digo que se le parece. Pero solo pensarlo, acojona.
Benito | Lunes, 07 de Marzo de 2022 a las 10:19:18 horas
Diga usted que sí Franco, Putín es de extrema derecha igual que Maduro, Kim Jong-un, el lider cubano, Otegui y todos los de Podemos que son los que le apoyan y defienden. Esa afirmación suya es tan cierta como que hoy es viernes. Desde luego otra cosa no tendrá pero credibilidad tiene para dar y regalar.
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