El voto del cabreo
Últimamente se escribe mucho, por parte de los analistas políticos, sobre el voto del cabreo.
Se conocía ya lo del voto ideológico y lo del voto indeciso. Por cierto, el voto de los indecisos son los que siempre hacen inclinar la balanza de un lado u otro para la formación de los distintos gobiernos. Reconozco que puede parecer una manera simplista del análisis político. En cualquier caso, creo que esta apreciación no es solo mía.
Con la aparición del Movimiento 15M, con su eslogan de “no nos representan”, otro voto, el abstencionista, crece. Gana las elecciones el PP, porque el abstencionismo procede, como ocurre la mayoría de las veces, del votante de izquierdas.
A raíz del 15M, aparece un nuevo partido en escena: PODEMOS. Desde mi punto de vista es cuando el voto, llamado voto del cabreo, sube. El Partido liderado por Pablo Iglesias consigue 71 escaños en las elecciones del 2016.
El otro partido surgido del descontento al bipartidismo histórico, Ciudadanos, consigue 57 escaños en esas mismas elecciones.
La consecuencia del “cabreo”, del descontento, es la ruptura del bipartidismo. Las mayorías absolutas desaparecen y las negociaciones con partidos afines se hacen imprescindibles.
Otro partido aparece en escena para “pescar” en el descontento, en el cabreo, del votante ideológico de la derecha. VOX se convierte en una especie de vaso comunicante electoral de la derecha española. El partido de extrema derecha tira su red para pescar en el caladero electoral del PP y Ciudadanos. Este último tiende a diluirse en favor de VOX.
Que la extrema derecha nunca ha dejado de existir en este país nuestro, está claro. Pero desde la Transición, se había refugiado en el PP, toda vez, que la ciudadanía española conservaba el recuerdo de la dictadura franquista. Los partidos de extrema derecha, como Fuerza Nueva, desaparecen del Congreso de los Diputados, pero su ideario no lo hace.
Una vez recogido los votos del cabreo del votante de derechas (de ahí su aumento, recuerden vasos comunicantes), ahora aspira VOX a seguir creciendo a costa de votantes cabreados, indecisos, descontentos, que no son votantes tradicionales de la derecha. Parece que, como expresaba un articulista, “ser facha se está poniendo de moda”, en este país. Es como la ropa que no se tira porque con los años se vuelven a llevar.
Por eso, “se necesita una izquierda que no retroceda ante la ultraderecha, sino que avance más rápido que ella”. El entrecomillado viene a indicar que son palabras del articulista.
“La izquierda tiene que centrarse en las realidades, en las inquietudes sociales y sus soluciones materiales.. Reivindicar la defensa de la solidaridad y de lo público, de la cooperación, el apoyo y el cuidado que floreció en la pandemia”.
La Pedagogía de la izquierda tiene que venir acompañada de supuestos prácticos que ofrezcan soluciones de la vida diaria. Más pragmatismo y menos teoría. Sin perder, por supuesto, el discurso y los ideales. Si no se hace, otros lo harán. Y lo que es peor, ya lo están haciendo.
Por otro lado, si a la crónica e histórica división de la izquierda ideológica le aplicamos la ley D´Hondt (que se aplica en el reparto electoral) podemos hacernos una idea de lo que puede ocurrir. Porque si la indignación se vuelve de ultraderecha, lo lamentará la propia Democracia.












Lope | Martes, 01 de Marzo de 2022 a las 10:56:09 horas
Tan mala y asesina es la ultraderecha como la ultraizquierda, a la historia me remito. No se puede mirar sólo para un lado, hay que ser ecuánime porque si no se tiende a mentir.
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