A propósito de febrero
¿Por qué se llama febrero? Ya le he escrito en alguna que otra ocasión que los nombres actuales de los meses -en lenguas como la italiana, portuguesa, inglesa, francesa o española- provienen del latín, así que guardan gran parecido con los que los romanos los designaron. Unos nombres cuyo origen hay que buscarlo en los de sus emperadores, su posición en el antiguo calendario romano o en los de sus dioses, como es el caso que nos trae, febrero, que está dedicado a ‘Februo’, dios de los infiernos, con la interesada y humana intención de aplacar su ira. Así es como este dios personifica al mes y a la fiesta de la purificación o limpieza, ‘Februa’, que se celebraba alrededor de nuestro 15 de febrero, y que más tarde se unió a las ‘Lupercales’. Una fiesta anual de expiación o purificación de origen sabino, asociada con la pluviosidad de esta época del año y que, etimológicamente, deriva de ‘februum’, un tipo de correa. A destacar otro detalle curioso. Originariamente febrero era un mes infausto, o sea sin fiestas, fue a partir de la fundación de Roma que la ciudad, al proclamar las ‘Februa’, llamara al dios ‘Februo’ y le dedicara el mes. Trato de decirle que el nombre del dios proviene del de la fiesta y no al revés. Dicho queda y dejo aquí lo que contarle tengo del febrero etimológico. Otra cuestión es el febrero calendario.
Febrero calendario: Rumorología. Desde este punto de vista, el mes tiene dos circunstancias que le hacen ser especial y suscita sendas preguntas: una, ¿por qué razón es el más corto del año?; y dos, ¿por qué, a diferencia de los restantes, consta de un número de días variable? Como respuesta a la primera me gustaría darle un adelanto, más bien deshacer un entuerto, una especie de leyenda que aún circula y según la cual, la cortedad de febrero proviene de que Octavio Augusto le quitara un día para agregarlo al mes nombrado en su honor, agosto, y así durar más. No tiene mala pinta como argumento, es un comportamiento de lo más humano, sin embargo, nada más lejos de la realidad. Se trata de pura rumorología este vínculo con la vanidad del emperador pues febrero, desde sus inicios, ya era el mes más corto, sencillamente porque fue el último que crearon los romanos y el de menos relevancia social.
Febrero calendario: Ciencia. De la segunda, por ahora solo constataré lo evidente: el mes tiene 28 días los años normales, tres de cada cuatro; 29 los años bisiestos, el que falta para el cuarteto; y, en muy raras ocasiones, me consta que ha ocurrido hasta tres veces, este mes ha llegado a tener incluso 30 días. El caso es que hablamos de años con 365 días (28 de febrero), 366 días (29 de febrero) y 367 días (30 de febrero), naturalmente de nuestro actual y casi internacional calendario gregoriano, que es fruto de unas cuantas variaciones y reformulaciones a lo largo del tiempo. Ya, pero, ¿por qué varía el número de días?, y hablando de variaciones, ¿fue siempre febrero el segundo mes del año? Mucho me temo que las respuestas concretas a las preguntas de más arriba, nos obligan a realizar un viaje secular al pasado de casi veintinueve siglos, y espacial a Roma, miles de kilómetros, montado eso sí en el carro de la ciencia. Ya me dirá si está interesado en hacerlo.
Febrero literario. A pesar de ser el mes con menor número de días del calendario, no por ello anda falto de efemérides literarias asociadas tanto a ilustres escritores (masculino genérico), como a sucedidos diversos o publicaciones notables. Y de muestra le ofrezco un botón relacionado con el irlandés James Joyce y su obra más conocida y reconocida ‘Ulises’. Del vanguardista escritor consignar tan solo que nació el 2 de febrero de 1882, celebramos por tanto el centésimo cuadragésimo (140.º) aniversario de su nacimiento. Y de la novela, que fue publicada por expreso deseo de Joyce el día de su cuarenta cumpleaños, 2 de febrero de 1922, estamos pues de centenaria celebración editorial. Un febrero joyceano y ulisesiano, sin duda. Le dejo con otro botón, éste anual y relativo a un doble sucedido.
James Joyce y Marcel Proust, este año se cumple el centenario de su fallecimiento, solo coincidieron vivos una vez y fue durante una cena que tuvo lugar en una habitación privada del Hotel Majestic en París, la madrugada del 19 de mayo de 1922. Y las cosas no marcharon bien en la cumbre. Por decirlo de alguna forma, mientras uno hablaba de señoras el otro lo hacía de sirvientas, ya ve por dónde voy. Vamos que fue un desastre de encuentro, lo que no fue óbice para que unos meses después, en noviembre, Joyce acudiera al funeral del francés. Son de esos datos que importan. Como este otro de la respuesta que dio a un amigo quien, extrañado de que Joyce solo hubiera escrito una frase en todo el día para ‘Ulysses’, le preguntó: “¿Es porque buscabas las palabras adecuadas?”. A lo que él le espetó: “No, ya tenía las palabras. Es el orden de esas palabras lo que he estado buscando”. Pues eso, datos que importan.
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FUENTE: Enroque de ciencia
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