Reconozco que me pierdo en la problemática de Ucrania. He intentado informarme por diferentes fuentes, pero no consigo aclararme del todo. Sí que me he enterado de que si trazamos una línea de norte a sur que divida a Ucrania en dos mitades, derecha e izquierda, quedando la Península de Crimea en el margen derecho de la imaginaria línea, nos encontramos con dos sensibilidades  distintas. La población que queda al oeste de esa línea es más pro europea, mientras que la de la derecha se considera más pro rusa. Hasta en las religiones predomina más un credo que otro según que zona. En la parte occidental, a la izquierda, predominan los católicos, mientras que en la zona oriental, a la derecha, son los cristianos ortodoxos los dominantes.

A partir de ahí, tirando de hemeroteca y de la información histórica, reconozco que me enredo con los datos. Ambas partes han estado separadas en muchas ocasiones bajo la influencia de otros países y unidas también en otras tantas,  que considero que no parece que todos los ciudadanos ucranianos se sientan participes de una misma identidad. Pero, como digo, entono mi ignorancia y el comentario anterior oólo es una opinión personal no basada en datos contrastados.

Sí que percibo cierta estrategia electoralista más que geo-política en toda esta trama. Por una lado, parece que Vladímir Putin, el presidente ruso, anda en horas bajas en lo que a popularidad se refiere. El enseñar los dientes sobre la frontera Ucraniana frente a los países de la OTAN puede ser que sea solo una maniobra para recuperar la popularidad perdida. Por cierto, me gustaría aclarar que Vladímir Putin no es comunista, sino de derechas. Se trata de un personaje autoritario que fundó el partido “Rusia Unida”. Este partido político tiene buenas relaciones con la ultraderecha europea, entre otros con el presidente de Hungría que ha estado en Madrid hace una semana invitado por Vox. Curiosamente, el presidente húngaro  se ha reunido con Putin hace escasos días.  He hecho esta salvedad  para aclarar que Rusia no es un país comunista como creen algunos de los que por aquí opinan.

Por otra parte, al otro lado del Atlántico, parece que la ciudadanía norteamericana no vería con buenos ojos que su presidente abriera un nuevo conflicto bélico que en nada beneficiaría a los EEUU. Sobre todo por la sangría económica que un enfrentamiento armado de estas características conlleva en una situación tan dramática que ha dejado y/o está dejando la pandemia del Covid.

Los países de la Unión Europea, miembros además de la OTAN, andan divididos en este asunto. Por supuesto, ninguno desea una declaración de guerra, sobre todo porque hay muchos factores económicos en juego a ambos lados. El abastecimiento de gas es uno de ellos (tal vez el más importante), pero no es el único.
Todos deseamos que la Diplomacia y el sentido común se imponga ante estos vientos bélicos. No voy a entrar en los discursos y los motivos que cada parte esgrime porque ello sería repetir lo que se ha podido, y se puede leer, en cualquier periódico. Es fundamental el entendimiento porque siempre, siempre, en las guerras los perdedores de ambos bandos en todo momento son los mismos.

A la hora de enviar este artículo el diálogo sigue abierto. Espero que cuando este salga publicado, se haya alcanzado un feliz acuerdo.