De "cultérrima" e "hijo prójimo"
“Hijo prójimo”. Tiro del hilo de la evangélica parábola de San Mateo (Mt 19, 30-20, 16), para justificar el comienzo por la última expresión del titular, aparecida en la ‘Opinión’ de la semana pasada [“¿En loor o en olor de multitud?” (y 2)], y por la que una amable y atenta persona se apresuró a ponerse en contacto, a propósito de estas mis palabras: “…hasta cuando vuelve a su tierra natal un hijo prójimo (sic), tras un éxito notorio, extraordinario y reconocido internacionalmente”. ‘Tal vez…’ (es el alias que utiliza dicha persona) escribió en su, primero, inquisidor y, después, corrector comentario: “...quiso decir un ‘hijo pródigo’? No obstante, estaría mal empleado el término. La gente confunde el hecho de haber regresado con el de haber sido malgastador, manirroto”. Lo que dicho así, bien podría ser cierto, sin embargo, como suele decir el carnicero cuando le visito, “Vayamos por parte, Don Carlos, ¿por dónde le corto?”. Eso mismo digo yo ahora. Para el primer corte, resulta evidente que el cambio de adjetivos responde a un error tipográfico, sin duda achacable a los malevos duendes que viven bajo el teclado del computador.
Es obvia la referencia al hijo pródigo que vuelve, expresión que como seguro sabe encontramos en (vaya por Dios, de nuevo topamos con la iglesia) la parábola del Evangelio de Lucas (15. 1-3 / 11-32). Un término, el de pródigo, para el que el DRAE tiene, entre otras acepciones, la de: ‘Dicho de una persona: Que desperdicia y consume su hacienda en gastos inútiles, sin medida ni razón’. Un significado de malgastador y manirroto que no tiene nada que ver con el que parece deprenderse de mi expresión, asociado más bien al hecho del regreso, y que sin duda hace pensar en un mal empleo del término por mi parte. Lo que puede ser. Sin embargo, siempre hay un pero que llama la atención en la cesta del conocimiento, el mismo diccionario acepta también para la expresión “hijo pródigo” otro significado, algo contradictorio y chocante no se lo voy a negar, mas es así: el del hijo que regresa, ¿qué le parece? Un uso incorrecto no obstante para algunos exégetas, expertos y lingüistas, moldeado quizás por su uso popular y cotidiano durante años. Una situación parecida, tal vez, a la de la doble y multitudinaria expresión que nos ha traído hasta aquí, “en olor o loor de multitud”.
“Cultérrima”. Y acabo por el principio pues, con el segundo corte carnicero, vuelvo a la primera entrega de la minisaga dedicada “al looroso olor de la multidud” [“¿En loor o en olor de multitud?” (1)], y de nuevo con nuestro comentarista ‘Tal vez…’ -saludos ‘Hermano Lobo’ y gracias por su seguimiento-, quien en esta ocasión ante mi frase, “Una palabra, la de loor, que ni decirle tengo es no ya culta, sino muy culta, vamos cultérrima”, me ofrece una especie de salida gramatical: “... debería volver a "beber de la fuente" del DRAE. Verá que 'cultérrimo/a' no aparece...”. Y aunque es cierto que en ningún momento afirmo que lo haga, no lo es menos que esta atenta y avisada persona no anda falta, en absoluto, de razón. Es un hecho incuestionable que dicha palabra no aparece ni en ese ni en ningún otro diccionario, pero claro, a nadie escapa que, a pesar de las 93 000 voces que el DEL contiene, que no son pocas, eso no implica que sean todas las que existen en nuestra lengua y se utilicen en el día a día. Hay palabras de uso reciente, o muy reciente, que aún no están recogidas en el diccionario académico, pero que es previsible lo pudieran estar con el tiempo, y éste es un proceso de incorporación en el que toda persona, de una forma u otra, puede participar.
Del lenguaje y el diccionario. Al fin y al cabo, los diccionarios no son más que notarios de lo que decimos los hablantes, al recoger definiciones y ofrecer (mucha) información sobre dichos términos. De hecho, son buena prueba de: qué palabras usamos y cuáles ya no; si son propias de un registro coloquial o de uno culto; o si son poéticas y privativas de un determinado campo especializado. Unas características que siendo importantes y fundamentales no lo son todo. No debemos pasar por alto que un diccionario, por una simple cuestión de cautela, siempre irá detrás de lo que digan los hablantes. Sus responsables tienen que, o al menos deben, ser especialmente cuidadosos y esperar, dar tiempo al tiempo para ver la dirección que toman en su evolución, esos neologismos. Si el de asentarse en la lengua, terminando por incorporarse al caudal léxico de los hablantes, o el de desaparecer del uso cotidiano pasado un tiempo, vamos, palabras globos que en un momento dado se ponen muy de moda y después… Y hasta aquí. No es necesario que le diga que sin ustedes esta columna sabatina y roteña sería nada ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Pascua de Navidad!
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FUENTE: Enroque de ciencia
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