Adiós amigo
El día previo a la Navidad se marchó mi amigo Juan. Nunca le he podido agradecer lo suficiente la influencia que tuvo en mi vida. Y no me refiero en el sentido religioso. Por ese consejo a tiempo y por muchas cosas más cuando, hace siete años, mi amigo Juan apareció por mi casa para decirme que si quería redactar sus memorias, no me lo podía creer. Solo pude expresarle mi agradecimiento por haber pensado en mí a la hora de reflejar sus vivencias en nuestro pueblo. Para mi fue todo un honor.
Su vida al servicio de todo aquel que necesitó de su ayuda no necesita relatarse. Por eso, acumuló todos los reconocimientos de todas las asociaciones roteñas, además de los institucionales. Todos querían a don Juan y, del mismo modo, él amaba a todos. Cuando se dan esas dos premisas, es fácil venerar a una persona.
A la hora de redactar sus memorias, elegí unos versículos del Evangelio de San Mateo, porque considero que ellos recogen toda la labor humana de mi amigo Juan. “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid , benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros. Porque tuve hambre y me distéis de comer; tuve sed y me distéis de beber; era peregrino y me alojasteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme”.
Adiós amigo.
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