Durante muchos años apenas leí las noticias nacionales en la prensa. Incluso ahora, es la sección en la que menos me detengo cuando miro los periódicos. En estos momentos tengo una suscripción a El País, y con frecuencia echo un ojo a El Mundo y Abc (estos dos últimos, más que nada, por los comentarios de los lectores, que son delirantes; en El Mundo, por ejemplo – y pueden hacer la prueba – da igual cuál sea la noticia, que aunque trate sobre una crisis de gobierno en Sri Lanka, siempre hay un montón de comentarios echándole la culpa de que los srilankeses tengan problemas al gobierno “social comunista” del “mentiroso” Pedro Sánchez; en el fondo, es de psiquiátrico).

Si digo la verdad, casi lo que más leo es la prensa deportiva. Es la más divertida y la más carente de escrúpulos, pero como, al fin y al cabo, los temas que trata no son realmente importantes, podemos pasar un buen rato con sus disparates. Normalmente, miro As y Marca, y, últimamente, el barcelonés Mundo Deportivo (con lo que vamos llegando al asunto, que no es precisamente futbolístico).

Lo cierto es que la prensa deportiva de Barcelona tenía un toque de fundamentalismo culé que daba miedo (el diario Sport, sigue manteniéndolo). Era una especie de talibanismo cerrado, que, además, obviaba las referencias estatales. Quiero decir que si la selección española de fútbol ganaba un partido el día anterior, aparecía al día siguiente en portada en una esquina, con letras pequeñitas, escondida la noticia debajo de – es un poner – el resultado de un equipo catalán de waterpolo. Sin embargo, en los últimos meses esto ha cambiado.

La semana pasada, Mundo Deportivo aparecía como el periódico deportivo español más consultado en internet, por encima de los antaño inalcanzables As y Marca. ¿Mundo Deportivo? ¡Caray! ¿Cómo lo han logrado? Pues muy sencillo: abandonando el exclusivismo catalán. Se ve que alguna mente avisada del periódico se dio cuenta de la situación y se dijo: “españolicemos la empresa”. Me refiero a que ahora no solo les dan bola a los deportistas catalanes, sino, destacadamente, a todos los españoles, aunque, y es lógico, mantienen una pequeña parcela de catalanidad, nada excluyente, por cierto.

Con lo que llegamos donde quería llegar. Una empresa catalana que hasta hace unos meses se situaba en el tercer lugar nacional ha ascendido al primer puesto solo dándole un matiz español a su producto. Creo que no existe lección más contundente para el separatismo catalán. Viene a ser lo contrario de la frecuente noticia sobre empresas que abandonan Cataluña a causa del independentismo. Es, a poco que lo analicemos, una enorme bofetada en la jeta de Junqueras, Puigdemont y Pep Guardiola. España no roba, sino que aporta.

Aunque dudo mucho que comprendan la lección. Lo que importa no es la prosperidad, sino la Causa, la nación que nunca ha existido. La raíz de los movimientos populistas es que la realidad no es la realidad, sino la ilusión, la fantasía, el ectoplasma. Y, evidentemente, con un ectoplasma no se puede discutir. Ni siquiera con el ectoplasma de Gabriel Rufián. Pero, aunque no lo entiendan, al final los hechos terminan siendo más poderosos que las quimeras, y el peso de esa realidad terminará sepultándolos. Cuanto antes lo entiendan, mejor para todos.